Never Bent, Never Broken

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Rhaegar observaba encantado a su hija, ella a sus cortos dos años ya caminaba y hablaba sin problemas, era una pequeña muy activa y exploraba la fortaleza roja con el pequeño Balerion.

El heredero Targaryen podría decir que su heredera era bastante singular para ser una bebé. Por eso cuando Elia estuvo sana nuevamente volvió a tener otro hijo, el pequeño Aegon era un bebé bastante normal cuando nació, además era un Targaryen totalmente. Mientras que su hija, Rhaenys, parecía más una dorniense de ojos morados.

—Papi... -también usaba palabras raras para dirigirse a él o a Elia, en vez de madre o padre les decía mami y papi.

—Hola pequeña Nys, ¿Qué traes ahí?

—Es un hueso que Balerion me trajo... lo voy a guardar en mi caja de tesoros -su hija si que era singular. Tal vez debió llamarla Visenya, porque la reina también era singular, por eso Aegon el conquistador prefería a su hermana Rhaenys.

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Harriet seguía sin poder procesar que llevaba dos años en un mundo medieval, pero al parecer seguía conservando su magia, la sentía cosquillear en sus dedos cada que se enojaba.

Por suerte en el mundo mágico ella llegó a ser aprendiz de Ollivander junto a Malfoy, el viejo Garrick no tenía hijos a quien pasar su legado y entonces empezó a buscar aprendices, al parecer las únicas personas que reunían los requisitos eran ella y Malfoy. Gracias a eso podría hacer su varita.

Con ayuda de su querido familiar Balerion pudo conseguir un hueso de Dragón para el núcleo de su varita, también del bosque de dioses consiguió las ramas de un árbol que se sentía mágico.

Harriet siguió caminando por la fortaleza con Balerion siguiéndola de cerca. Tenía dos años y era pequeña, por lo que siempre lograba escabullirse de sus septas y guardias.

De repente choco con alguien, eso la tumbo en el piso al ser tan pequeña levantó la vista y notó que era su tío Viserys y el rey que caminaban juntos.

—¿Quién es esta mocosa que ha chocado con el príncipe? -pregunta irritado el rey. Harriet rápidamente me endereza y hace una reverencia al rey.

—su altísima majestad -dice con el rostro bajo- el rey dragón de los siete reinos, me honra encontrarlo en el pasillo... al igual que a nuestro querido príncipe Viserys.

—sobrina, es bueno verte -saluda Viserys educado, el rey la observa intrigado.

—Eres la hija de Rhaegar y la dorniense... -Harriet aguanta hacer una mueca, odia que el rey sea despectivo con su madre, eso hace que el resto de la corte no le tenga respeto- ¿cuántos onomásticos tienes?

—mi padre dice que tengo dos onomásticos -dice tratando de ser inocente pero inteligente. El rey se muestra intrigado por ella.

—Acompáñanos niña, el príncipe y yo vamos a comer juntos... díganle a alguien que preparen algo para la hija de Rhaegar, ella comerá conmigo y Viserys.

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Rhaegar entra preocupado a los aposentos de su padre a penas le dan permiso de entrar. En una silla está Rhaenys comiendo papilla mientras que el Rey ríe entre dientes, Viserys está sentado, con una mueca, junto a su hija

—Majestad... -Rhaegar hace una reverencia a su padre.

—Rhaegar... -el joven adulto se sorprendió, hace tiempo que su padre no lo llama por su nombre- he tomado una decisión ante tu encantadora mocosa..

—¿Majestad?

—tu hija es inteligente y sabe reconocer a un verdadero dragón, sabe la importancia de la magia en nuestra sangre, dudo que eso lo haya aprendido de ti... esa grandeza solo puede venir de mi estirpe... por eso decidí que la princesa Rhaenys será comprometida al príncipe Viserys -a un lado del rey el pequeño Viserys empezó a atragantarse.

—Majestad, ¿está seguro de esta decisión?, mi madre planeaba casar a Viserys con el bebé que nacerá, por esa razón con mi esposa planeabamos casar a Rhaenys con Aegon –Rhaenys sintió asco, no quería casarse con ninguno de los dos. Primero, Viserys era un niño caprichoso y Aegon era un bebé; segundo, eran su tío y su hermano.

—¿Te atreves a desobedecer Rhaegar? –los ojos del rey se inyectaron en locura y Rhaenys sintió un escalofrío, le recordó al retrato con el alma de Walburga Black.

—Majestad... me siento alagada por su consideración pero no sé si sea digna de su acto de bondad –rápidamente el rey se volvió hacia ella y dejó fluir su magia hacia él para que su lucidez vuelva.

—pequeña –la mirada del rey se suaviza al observarla– eres una princesa Targaryen, eres digna de eso y más...

Los sirvientes y los príncipes se mostraron sorprendidos ante las palabras del Rey, nunca había mostrado interés hacia sus nietos y menos amabilidad.

—Hoy en el consejo anunciaré el compromiso... Rhaenys acompáñame a mis aposentos y que sirvientes vengan con nosotros, debo ponerme presentable para la junta.

Rápidamente dos sirvientes acompañan al rey y la pequeña princesa a los aposentos del hombre para la preparación del consejo. Más temprano que tarde los rumores empezaron a recorrer la fortaleza, como el rey de un día para el otro se había encariñado de su nieta y la compromete con su segundo hijo.

Los días fueron pasando y el rey volvía a estar con el cabello y las uñas cortas, sus heridas se iban curando y todo gracias a la presencia de la pequeña princesa. Cuando la pequeña estaba lejos del monarca iba sucumbiendo lentamente de nuevo a la locura.

Todo esto maravillaba y aterraba a la corte, puesto que si el rey estaba cuerdo podía tomar decisiones coherentes y sabias. Eso era lo que preocupaba al consejo, con el rey siendo lúcido preparaba proyectos para mejorar Desembarco del Rey, creaba puestos de trabajo para la gente común y dejaba menos para la realeza y la nobleza.

Pero nadie sabía que la razón de la "lucidez" del rey no era más que Rhaenys, la pequeña con alma reencarnada y magia, que con su magia y astucia domaba la débil mente del rey para conseguir más poder y así proteger a su madre y hermano.

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