noveno mes

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Los dolores comenzaron un viernes por la tarde y no se detuvieron hasta que tomó un baño de agua caliente e hizo algunos ejercicios de respiración, aun así todavía sentía incomodidad.

Seungmin estaba listo para el parto el cual, según la doctora, sería en cualquier momento.

Sin embargo, eso no evitaba el pequeño temor, ¿sería un buen padre? ¿Podría brindarle a su hija lo necesario?

En esos momentos Hyunjin siempre lo consolaba y sus miedos se iban, pero al rato volvían, es que en el fondo algo le decía que sería un padre terrible.

Hyunjin notó como su omega estaba sentado en una de las sillas del comedor con rostro abatido, parecía decaído y el alfa sabía el porqué.

Con un suspiro el pelirrojo se acercó a su lobito.

Hyunjin se sentó junto a su omega y con una sonrisa tranquilizadora acarició su cabello, de los ojitos del omega brotaron un par de lágrimas pero estas no terminaron de caer gracias a que el alfa las limpió.

— ¿Por qué sigues preocupado por eso, amor mío? —Hwang abrazó a su bebé y lo confortó con su aroma a miel y canela.

— E-es que tengo miedo. —murmuró bajito el castañito.

— Lo harás genial bebé, lo haremos genial y nuestra hija tendrá todo lo que merece y más. —afirmó el pelirrojo con seguridad, aun si tuviera que sacrificar otras cosas le daría una buena vida a su cachorrita, también le daría lo mejor a su omega.

Cueste lo que cueste.

— ¿Estás seguro? —El omega sorbió por la nariz mientras abrazaba con fuerza a su alfa, la posición era algo incómoda por la panza de ya nueve meses que tenía, la cual era bastante grandecita.

El pelirrojo asintió, muy seguro.

— Todo estará bien. —Hyunjin en realidad no sabía si todo estaría bien, pero su bebé necesitaba esa afirmación, aunque incluso si todo sale mal Hyunjin se esforzara para que todo se vuelva mejor para su familia.

Porque sí, eran su hermosa familia.

Ambos se abrazaron por un rato, Seungmin pudo tranquilizarse y la pareja comenzó a conversar con emoción como sería su bebé.

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Las contracciones al pasar los días se habían hecho más intensas, Seungmin era primerizo por lo que tenía algo de miedo de que algo le ocurriera a su bebé, fue a donde la doctora pero esta le tranquilizó afirmando que era normal, ya que el útero se prepara para expulsar el bebé.

Esas contracciones eran una especie de entrenamiento al cuerpo.

El omega pudo respirar con alivio e irse a casa, estaba feliz porque eso significaba que pronto vería a su pequeña niña.

Seungmin pensó que las contracciones se habían detenido al no sentirlas más por unos días, eso cambió una noche donde supo, daría a luz.

El omega castaño se levantó al sentir un terrible dolor en su espalda y vientre, abrió los ojos sintiendo su cuerpo empapado de sudor.

No podía moverse a causa de las fuertes contracciones por lo que, con toda la fuerza que reunió, agitó con su manita a su alfa que estaba durmiendo a su lado.

Hyunjin era un alfa después de todo, siempre estaba alerta, sintió fácilmente como su bebé lo agitaba por lo que se despertó algo asustado.

— ¿Qué pasa? —La voz del pelirrojo era ronca por su reciente despertar, pero llena de preocupación.

— Uff... —El omega intentaba aguantar el dolor y hablarle a su pareja pero le dolía mucho, al final no pudo decir nada, solo atinó a darle señas al alfa de que debía tomar el bolso para el parto y llevarlo al hospital de la cesárea.

Hyunjin seguía algo adormilado pero pronto se despertó en cuanto entendió lo que le quería decir su lobito ¡su bebé ya estaba en camino!

Con una gran emoción, el pelirrojo tomó el bolso del parto y ayudo a su omega a levantarse de la cama.

Al ver el dolor que sentía Seungmin se preocupó y decidió cargarlo para que fueran rápidamente al hospital.

Ambos se subieron al auto y entre la fuerte respiración del omega junto con las palabras tranquilizantes del alfa, el interior del auto era un lío.

Las carreteras estaban algo oscuras aun pero pronto iba a amanecer por lo que Hyunjin pudo llegar sin muchos problemas al hospital.

— Demonios Hyunjin, apresúrate. —El castaño seguía adolorido mientras el alfa lo ayudaba a bajar del auto

— Sí. —Hyunjin fue con rapidez a buscar el bolso para el parto y siguió ayudando a Seungmin a caminar hacia el hospital.

Mientras iban de camino ambos vieron como un líquido transparente mojaba los pantalones de pijama azul celeste del omega, la doctora les había explicado lo que esto significaba por lo que decidieron no retrasarse más.

Hyunjin cargó a Seungmin con delicadeza y lo llevo al área de parto de omegas.

Aunque ellos estaban agitados sus lobos internos aullaban de felicidad, finalmente su bebé iba a nacer.

El fruto de su enorme amor.

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Los gritos del omega tenían preocupado al alfa pelirrojo, sin embargo, esta tortura no duro más de una hora y pronto vio como la doctora Chaeyoung salía de la sala con una gran sonrisa en el rostro, parecía feliz.

Hyunjin se acercó a ella con algo de miedo pero con la mirada de la mujer beta, supo que todo estaba bien.

Una sonrisa se instaló en el rostro del alfa, su corazón latía con ímpetu en su pecho y todo su ser se sentía feliz y emocionado. Se sentía lleno por dentro.

— Puedes entrar a verlo —dijo la doctora, Hyunjin asintió y al entrar a la sala lo primero que vio fue a su omega.

Los cabellos castaños del chico estaban sudorosos y alborotados, sus mejillas se encontraban rojizas, sus labios un poco pálidos, pero su mirada brillaba de felicidad, parecía más deslumbrante que nunca.

Lo segundo que vio fue a su hija, era una pequeña niña de piel blanca y cabellos castaños, al nacer realmente no se parecía a nadie pero Hyunjin pensó con cariño que la pequeña se parecía a su amado Seungmin.

El pelirrojo se acercó a su familia y le dio un profundo beso a Seungmin en los labios, el omega estaba muy feliz y correspondió el beso.

Después ambos miraron a la bebé y su belleza, no podían creer que algo tan hermoso había nacido gracias a ellos dos.

— Es tan hermosa... —susurró el omega, aun así Hyunjin pudo escuchar sus palabras.

— Sí lo es —afirmó con una gran sonrisa, los olores de ambos estaban algo agitados pero envolvían a la niña protectoramente, la pequeña pareció sentir el cariño y protección de sus padres por lo que rio con alegría.

Los ojos de la pareja brillaron.

Se sentían tan dichosos.

— Se llamará, Miyeon. —decidió el castaño con una brillante sonrisa que enamoró aún más al alfa, si es que esto era posible.

Porque era su pequeña luz blanca que, desde ahora, haría su vida más brillante.

little problem  |  hyunmin [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora