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Manos gentiles.
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La campana de la puerta del local de Kotoha anunció la llegada de un nuevo cliente. Se trataba de Ruri, quien se detuvo al ver algo peculiar frente a ella.
Se acercó a la mesa viendo a un Sakura sentado con el rostro pegado en la mesa.
— Lleva así un buen rato. — apuntó Kotoha, haciendo su labor.
— ¿Está todo bien, Sakura-San? — preguntó Ruri tomando asiento a un lado de él.
Ruri colocó su mano en la espalda del muchacho con el objetivo de reconfortarlo, sin embargo, la apartó inmediatamente en el momento en el que Sakura se reincorporó de golpe.
— ¡¿Quién...?! — Sakura bajó su voz al notar el rostro sorprendido de Ruri, relajando su figura mientras apoyaba su mentón en una de sus manos. — Ah... Eras tú.
— ¿Debería volver a preguntar si todo está bien?
— No.
Ruri suspiró ante la cortante respuesta, sin embargo, no podía simplemente quedarse de brazos cruzados viendo como claramente Sakura se veía frustrado por algo.
— Entonces... ¿No me dirás qué te pasa?
El chico desvió la mirada rápidamente.
— Sí, algo le pasa. — aseguró Kotoha.
Ruri se quedó pensativa unos segundos, para seguidamente alzar una sonrisa en su rostro.
— ¿Sabías que hablar sobre tus preocupaciones te puede ayudar a encontrar una solución? Si no encontramos cómo solucionarlo, por lo menos te sentirás aliviado por desahogarte. — habló Ruri, de la forma más sabia que pudo.
El chico la miró con clara expresión de duda, a lo que Ruri solo atinó a sonreír esperando a que se expresara. Sakura suspiró ruidosamente, metiendo una mano en su bolsillo.
