PRÓLOGO

238 12 1
                                    

Luna llena, la temporada más complicada para el, siempre era algo salvaje, este día no era la excepción, su padre sabía bien cuanto necesitaba desahogarse en estas noches, así como todos que llevaban el gen Lican, el gen que los hacía diferentes, y mejores a los demás.

Ser un Lican era símbolo de poder, fuerza y orgullo, no conocía ningún Lican que no fuera rico, poderoso, que no tuviera en sus manos la posibilidad de manejar la vida de los humanos, su padre era presidente de una compañía internacional, y el su heredero, estaba orgulloso de ser lo que era, y en esas noches de luna llena solo le gustaba codearse con los suyos, solo ellos entendían el hambre, la lujuria y el frenesí de los deseos que desencadenan en luna llena.

Eran las cuatro de la mañana, la luna estaba ya por ocultarse de nuevo, sus caprichos estaban ya satisfechos, en todo sentido, las dos chicas que estaban a su lado también lo estaban, era un hecho, ahora solo tenía hambre, y nada de sueño, era como si hubiera tenido una sobre carga de energía, y después del sexo esa sobre carga llegará a un nivel normal, no tenía sueño, no estaba cansado.

Llegó a la cocina, no tuvo necesidad de encender la luz, sus ojos se adaptaban perfectamente a la oscuridad, de hecho así estaban bien, los lobos eran criaturas nocturnas, y no es que pudiera convertirse en lobo como sus ancestros pero le hubiera encantado sentirse como uno.

Abrío le refrigerador para sacar los filetes que habían dejado, estaban preparados con algún tipo de salsa, los puso en un plato y los metió al horno del microondas, y se sentó a comerlos en la barra del centro de la cocina.

No le quedaba mucho tiempo de tranquilidad, los invitados empezarían a despertarse de donde quiera que estuvieran y se prepararían para irse, el tenía quedarse un baño y ducharse, tenía clases en la universidad.

Esperó a que el primer invitado pisara la cocina para retirarse sin decir palabra, el hombre le vio y le saludo con un leve movimiento de cabeza, el era una categoría más pura, así que no debía ningún tipo de saludo a otros de categoría más abajo. Su padre no solo era un Lican, era uno de los Lican con sangre más pura, de más categoría, más fuertes. Eso solo se lograba emparejadose con otro de la especie.

El proceso de emparejarse en si es algo de suerte, uno no decide con quien va a emparejarse, la química y las hormonas se encargan de eso, solo había uno destinado para el, una chica que le satisfaciera por completo, que ayudaría a oa preservación de la raza. Esperaba conocerla dentro de unos años, no aún.

Subió a su habitación encontrándola vacía, las chicas debieron haber salido por alguna otra puerta. Mejor.

Saco la ropa de su armario y la dejo en la cama, estaba listo para darse una ducha.

Una vez listo, tomo sus libros y las llaves de su Audi, amaba los carros, daba gracias al cielo porque su padre podía permitirse comprar alguno de los mejores.
No vio a su padre antes de salir pero era normal, o había salido muy tempranoj o aun estaba en su habitación, estabas bien, el era el que salía más temprano todos los días.

Al llegar al estacionamiento de la universidad pudo ver el porshe de Georg y la moto de Gustav, ambos llegaban antes que el siempre, era bueno cuando tenía que conseguir proyectos o tareas antes de clases, siempre estaban disponibles.

Bajó después de ponerle la alarma a su Audi y los vio charlando con una chica, vaya no era raro, la chica lucia encantada, pero como no estarlo si estaba platicando con dos de los tres chicos más conocidos en la universidad.

— Hey —dijo Georg al verle. Gustav le saludo con la cabeza— Esta es Cindy.

— Hola, ¿nos vamos? Tengo hambre. —dijo Tom sin prestarle atención a la chica, parecía muy sencilla.

Lican (tomoeandikr) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora