SIX

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Holi
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Continuamos

Ese mismo día con Arthur.

-Debes conseguir la información, pero a este paso no lograrás ni un saludo -dijo Arthur, visiblemente molesto-. Estás siendo demasiado suave, Daniel.

-Si lo prefieres, hazlo tú. Solo estoy verificando su nivel de resistencia al dolor -respondió mientras le daba un puñetazo al hombre amarrado-. Su tolerancia es promedio, no durará mucho.

-Déjamelo a mí, te aseguro que va a cantar como un pajarillo -Arthur tomó al hombre por el cuello de la camisa-. Escucha, amigo, tienes dos opciones: hablas o mueres. ¿Cómo? No tengo idea; tal vez sea rápido o lento, tú decides. Así que te pregunto: ¿hablarás? -El hombre negó rápidamente-. Está bien, tomaste la opción de una muerte lenta y le agregaré un toque especial para que sea muy dolorosa -se acercó a una mesa y tomó un gran estuche-. Siéntete importante, estrenaré mi nuevo método contigo-dijo mientras abría el estuche-. Aquí tengo muchos cuchillos; créeme, son pequeños pero muy dolorosos, aunque no lo parezcan.

-Oye, maniaco, no le cortes la lengua; ya no servirá -interrumpió Daniel mientras revisaba su celular.

-No tenía planeado hacerlo, pero no suena mal -Arthur clavó el primer cuchillo en el hombre, quien gritó de inmediato-. Es doloroso, ¿verdad?

-Maldito hijo de perra, cuando salga de aquí acabaré contigo -gritó mientras se retorcía del dolor.

-¿Escuchas esa melodía tan suave? -dijo Arthur entre risas-. Vamos por el siguiente -el hombre solo se dedicaba a lanzar maldiciones hasta que llegó el sexto cuchillo y no pudo aguantar más; comenzó a soltar toda la información que querían saber-. Viste que no era tan difícil; nos hubiéramos ahorrado una hora de sufrimiento si desde el principio hubieras escupido lo que queríamos saber -dijo mientras retiraba los cuchillos-. Lástima que no pude probar el resto; será para la próxima.

-YA TIENES LO QUE QUIERES; AHORA SUÉLTAME DE UNA PUTA VEZ -gritó el hombre mientras Arthur y Daniel se reían.

-como ves a este pendejo -dijo Arthur señalándolo-. Amigo, no estás en posición de darme órdenes.

-Créeme que he conocido a gente estúpida, pero de esas estúpidas, estúpidas pero tú te llevas la ovación de pie -le dijo Daniel mientras cargaba su arma y le disparaba en la cabeza-. Vaya, resultaste igual de inútil como parecías. ¿Qué hacemos ahora, Arthur? -preguntó volviendo su mirada hacia él.

-Mándaselo a Verstappen para que sepa que con nosotros nadie juega -respondió mientras se limpiaba la sangre con un trapo-. Otro traje más a la basura.

-¿Quién te mandó a vestirte así para torturar a alguien? -le dijo Daniel-. A veces me sorprendes; existen muchas maneras de ser pendejo y parece que tú conoces todas.

-Hey, bajale de huevos a tu pastel-replicó lanzando el trapo ensangrentado-. Mejor apúrate y limpia todo esto; yo ya me voy.

-Sí, lárgate; yo lo limpio todo, no te preocupes -respondió Daniel con tono sarcástico.

-Está bien, te ayudo solo porque me caes bien -dijo riéndose.

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Continuará

El rescate del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora