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━━CUARENTA POR CIENTO

diecisiete años


━━ENAMORARTE SERÁ MÁS fácil de lo que pensé —me dijo Charles mientras nos sentábamos en una banca vacía que encontramos.

Hice esfuerzos sobrehumanos para no retractarme de la decisión que había tomado. Charles había velado por mí desde los ocho años, diez años cuidándome sin que yo me diera completamente cuenta. Podía dejar que el intentara conquistarme hasta la boda, además ya tenía cierta parte ganada, como un 30% de mi amor.

—Nunca te subestimas —le respondí. Hacía un frío horroroso que me obligaba a mantenerme cerca de él.

—No es eso. Es que el simple gesto de quedarte a mi lado me hace feliz y comienzo a creer que de verdad me quieres.

—Yo si te quiero... el problema es que no te amo —a pesar de mis palabras, no dejó de sonreír.

Entrelazó nuestras manos y acarició mis dedos, se sentía culpable.

—Ya lo sé —se limitó a decir. No solté su mano, ahora que estábamos solos había menos presión, además siempre contaba con Charles como guantes sustitutos.

—Me aburro... —murmuré.

—¿Quieres algodón de azúcar?

Asentí y nos levantamos para ir a comprar. En todos los lugares del parque había fila, nada se salvaba. Nos colocamos detrás de un chico rubio y esperamos.

—¿Qué harás si no logro enamorarte? —me preguntó Charles de pronto. Lo miré a los ojos y algo me decía que temía de mi respuesta. Podía ver el dolor anticipado y era insoportable. No, jamás podría hacerle daño.

—Presiento que lo lograrás —sonreí para darle ánimos, podía odiarlo pero era incapaz de negar a aquella parte de mi ser que lo anhelaba.

Apretó más mi mano y tiró de mí hasta hacerme chocar contra su pecho. Besó mi cabello y me abrazó.

¿Acaso quería matarme o ya había comenzado con el plan "Enamora an Amelia"?

—Te amo, no lo olvides —y ahí íbamos de nuevo.

—¡La pareja feliz, ya es su turno! —me zafé de Charles cuando el chico rubio que estaba delante de nosotros nos gritó. Mientras comprábamos el chico no dejó de mirarnos.

—¿Se te perdió algo? —me sorprendió escuchar el tono ácido de Charles en su voz, parecía casi enojado.

—¿Ella es tu novia? —le preguntó el chico sin inmutarse por la clara amenaza de Charles.

—¿No te lo parece? —le dijo Charles en el mismo tono. Me estaba asustando.

—No, porque ella no dijo que te amaba, incluso parece incómoda a tu lado.

—No es tu asunto.

—Sí lo es, porque si ustedes no son novios eso significa que ella está soltera... Y resulta que yo también lo estoy.

Después todo pasó como un relámpago. El chico comenzó a reír mientras comía algodón de azúcar, Charles se fue contra él pero lo esquivó, el chico en lo que huía de Charles se tropezó conmigo y yo caí al suelo. Me golpeé la cabeza y lo único que pude ver durante cinco minutos fueron puntos negros sobre el cielo gris.
—¡Amelia! —gritó Charles. Me ayudó a ponerme de
pie y afirmó mi rostro con sus manos—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? Espera a que atrape a ese idiota...

—Estoy bien, estoy bien —lo repetí unas cuantas veces más para convencerme de que en realidad lo estaba.

Charles trató de perseguir al chico, pero lo detuve para que no cometiera una locura. Le dije que estaba mareada y volvimos a la banca.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐌𝐄; ᶜʰᵃʳˡᵉˢ ˡᵉᶜˡᵉʳᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora