# Capítulo 1: Fragmentos de una vida
Los ojos de Samantha se abrieron de golpe, su respiración agitada. ¿Dónde estaba? Miró a su alrededor, desconcertada. Esta no era su habitación. De hecho, no reconocía nada de lo que la rodeaba.
Se incorporó lentamente, sintiendo un dolor punzante en la cabeza. Intentó hacer memoria de los últimos acontecimientos, pero todo se sentía borroso, como si hubiera estado sumergida en una pesadilla.
Samantha se levantó de la cama, sus piernas temblando ligeramente. Caminó hacia la ventana y echó un vistazo al exterior. Parecía estar en algún tipo de edificio antiguo, con gruesas paredes de piedra y ventanas pequeñas. No reconocía el paisaje que se extendía frente a ella: montañas nevadas, un cielo gris y sombrío.
Un sentimiento de pánico comenzó a apoderarse de ella. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Qué había pasado? Intentó hacer memoria una vez más, pero los recuerdos eran escasos y confusos.
De pronto, escuchó un ruido proveniente de la puerta. Se giró rápidamente, lista para enfrentar lo que fuera que se encontrara al otro lado. La puerta se abrió lentamente y una figura alta y delgada apareció en el umbral.
—¿Estás bien? —preguntó una voz femenina, con un tono de genuina preocupación.
Samantha se quedó sin aliento al reconocer a la persona que se acercaba a ella. Era Isabelle, su mejor amiga de la universidad. Pero, ¿qué hacía ella aquí? ¿Acaso también había sido transportada a este extraño lugar?
Antes de poder responder, otra figura se asomó detrás de Isabelle: era Miguel, un compañero de clase con el que apenas había cruzado palabra. Verlos allí, en esa misteriosa ubicación, le hizo sentir aún más confundida y aterrada.
—¿Qué está pasando? —logró articular Samantha, su voz temblorosa.
Isabelle y Miguel intercambiaron una mirada cargada de preocupación. Samantha supo en ese momento que nada volvería a ser lo mismo. Algo había cambiado, y estaba a punto de descubrir la verdad, por más aterradora que fuera.
