Mariana se despertó temprano esa mañana, con un mal presentimiento rondando su cabeza. Algo le decía que ese no sería un día tranquilo en la escuela.Cuando llegó al colegio, Mariana notó que había mucho más agitación de lo normal. Los estudiantes iban de un lado a otro, hablando entre ellos en voz alta y con expresiones preocupadas.
—¿Qué está pasando? —le preguntó a su mejor amiga, Sofía.
—¡No lo vas a creer! Varios chicos amanecieron enfermos esta mañana. Dicen que es algo que les hizo mal en la cafetería ayer —explicó Sofía, visiblemente alarmada.
Mariana sintió un nudo en el estómago. La idea de que hubiera un brote de intoxicación en la escuela la llenó de inquietud.
Antes de que pudieran seguir hablando, el director subió al podio en el patio principal y pidió la atención de todos.
—Queridos estudiantes, lamentablemente tengo que informarles que varios de nuestros compañeros han enfermado esta mañana. Al parecer, hubo un problema con la comida de la cafetería ayer. Por el momento, hemos solicitado asistencia médica y les pedimos a todos que permanezcan en sus salones hasta nuevo aviso.
Un murmullo de preocupación recorrió a la multitud de estudiantes. Mariana intercambió una mirada angustiada con Sofía.
—¿Crees que esté relacionado con lo que pasó ayer en la cafetería? —preguntó Mariana, recordando el incidente con el chef.
—No lo sé, pero espero que logren controlar la situación pronto —respondió Sofía, abrazándose a sí misma.
El caos se apoderó de la escuela mientras los maestros intentaban mantener a los estudiantes en sus aulas. Mariana y Sofía observaban desde la ventana cómo llegaban las ambulancias y los paramédicos corrían de un lado a otro.
Mariana se preguntaba qué habría causado ese brote de enfermedad y si estarían todos a salvo. No podía evitar sentir una gran inquietud por la situación.
Finalmente, después de horas de incertidumbre, el director volvió a dirigirse a todos.
—Gracias por su paciencia y cooperación. Hemos logrado estabilizar la situación. Afortunadamente, los estudiantes afectados ya están siendo atendidos y se encuentran fuera de peligro. Sin embargo, por precaución, la escuela permanecerá cerrada el resto del día. Les pedimos que regresen a sus hogares de manera ordenada.
Un suspiro colectivo de alivio recorrió a los presentes. Mariana y Sofía recogieron sus cosas y se dirigieron a la salida, aliviadas de que todo hubiera salido bien, pero todavía con la intriga de saber qué había causado ese incidente.
En el camino a casa, Mariana no podía dejar de pensar en lo sucedido. Algo le decía que este no sería el último contratiempo que enfrentaría en ese extraño mundo.
Mariana y Sofía caminaban en silencio, aún procesando los eventos del día. A medida que se alejaban de la escuela, Mariana no podía evitar sentir que algo no encajaba.
—Sofía, ¿no te parece un poco extraño todo esto? —preguntó Mariana, rompiendo el silencio.
—¿A qué te refieres? —respondió su amiga, volviéndose hacia ella.
—Bueno, primero lo del chef en la cafetería, y ahora esto. Una intoxicación masiva en la escuela. No sé, me parece demasiada coincidencia —explicó Mariana, frunciendo el ceño.
Sofía la miró con preocupación.
—Tienes razón, es un poco sospechoso. Pero, ¿crees que pueda haber algo más detrás de todo esto? —preguntó, mostrándose también intrigada.
