•CAPÍTULO 1•

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- ¿Tiene jardín?

Adela, una joven de diecisiete años con unos dulces pero penetrantes ojos verdes y un precioso recogido, esperaba una respuesta. Pero el incomodo silencio apareció y nadie se dignó a soltar ni una palabra. Como de costumbre. Siendo la hermana mediana, estaba más que acostumbrada a ser ignorada en la mayoría de las conversaciones. Incluso estando en un pequeño carruaje rodeada de su familia, era imposible llamar la atención. Para ellos las interminables tierras llenas de cultivo que se veían por la ventanita eran mucho más interesantes.

- ¿Qué? ¿De qué estás hablando, hija?

- De la casa, madre...- Adela hizo un discreto gesto poniendo los ojos en blanco. Y tras un leve suspiro añadió. - Te he preguntado que si la nueva casa tiene jardín. Es que me gusta leer rodeada de hierba...

- ¡¿Cuánto quedaaa?! - Olivia, su hermana pequeña, aunque solamente once meses menor, la interrumpió casi chillando. - Llevamos varias horas metidos en esta cárcel. ¡Quiero salir ya!

-No pierdas los nervios Olivia. Piensa en positivo. Tendremos una nueva casa, nuevos vecinos...

- ¿Positivo? Pero si lo que estás describiendo es prácticamente el infierno. Yo no pedí mudarme. Encima nos vamos al campo.  

- ¿Y eso es malo? Yo ya te veo rodeada de cabras, dándolas de comer... ¡Espera! ¿Qué es eso que veo a lo lejos? -Edric, el hermano mayor y el más gracioso, aunque pocas veces conseguía carcajadas de su público, señalaba a los largos campos que se veían a través de la ventana. Toda la familia observaba con asombro por el pequeño hueco como si fuesen niños pequeños. - ¿Es un ángel? ¿es Dios?¡Pero si es la mismísima Olivia! ¡Está cabalgando encima de una cabra! Parece que ha salido del mismísimo cielo. Dios mío como trota y con que velocidad. Parece que...

- ¡CÁLLATE ZOPENCO! - Olivia alzó la mano y le pegó tremenda colleja en la nuca que retumbó por todo el espacio. A Adela se le escapó una pequeña risita.

EL silencio volvió. Edric se tocaba la cabeza asegurándose de que su hermana no se la había arrancado de cuajo. Sus padres, Mercedes y Francisco, estaban acostumbrados a este tipo de peleas por lo que no le dieron importancia. Miraban a su hijo con un poco de desesperación. Él era el futuro hombre de la casa y si una cría seis años menor le había dejado en ridículo tan fácilmente, no estaban muy convencidos de que pudiese enfrentarse a todos los problemas familiares. Adela decidió aprovechar ese momento.

- ¿Entonces hay jardín o no?

- No es muy grande y por lo que me han dicho está repleto de malas hierbas. - Francisco por fin decidió hablar.

- ¿Cómo que no lo sabes? ¿y todos los viajes que hiciste con madre a donde fueron? - Dijo Olivia interrumpiendo.

- Fuimos a ver muchas casas, pero ninguna nos convenció. Y un día tu madre vio a un señor gritando en la calle desesperado. Decía que vendía una casa a las afueras de la ciudad en buenas condiciones y por pocas pesetas. Y como le entró la curiosidad, tu madre se acercó y tras un rato hablando se la compró.

- ¿Me estás diciendo que le has comprado una casa a un loco de la calle sin haberla visto antes?

-Que dejes de ser tan dramática Oliva. Yo confío en que todo lo que me dijo es verdad. La historia parecía muy realista. -Dijo observando a su hija.

- ¿Qué te contó exactamente? - Preguntó Adela intrigada.

- Él vivía allí con su mujer. Cuidaban del jardín, plantaban sus propias frutas e incluso creo que dijo que tenían algún que otro animal. Hasta que de repente ella enfermó. No me dijo específicamente que la pasaba, pero sí sé que le costaba respirar y su cuerpo estaba lleno de bultos y granos. Al final la pobre mujer murió sola porque justo ese día su marido tuvo que ir a la ciudad a arreglar unos asuntos. Cuando regresó se la encontró fuera de la casa con un montón de frambuesas en la mano. Seguramente habría salido a dar un paseo y pues...- Mercedes vio a sus tres hijos mirándola fijamente con temor así que decidió terminar con el discurso. - Bueno que seguro que la casa es preciosa.

Solo Un Simple Jardinero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora