Vigesimoséptimo capítulo (27)

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Tomé una larga bocanada de aire, aquello era doloroso.

La suerte me había acompañado, si así se podía decirle al hecho de que no me habían intentado violar nuevamente.

Por momentos era imposible ver a Kanaye, que desaparecía por largos ratos. Yo me entretenía conversando con Samuel, que mucho no tenía de sabiduría pero era gracioso.

Hablamos horas enteras de acontecimientos graciosos que mi novio hizo de pequeño, que Samuel había oído en conversaciones entre Red y Liu.

Kanaye volvió al cabo de varios minutos, me contó que mi novio estaba bien.

La ansiedad me atormentaba, pero sentía consuelo al saber que él estaría calmado y feliz.

Por unos segundos sentí como mi corazón se rompía al reflexionar en cómo él no me estaba buscando, ni hacía nada por mi. Me permití dudar por unos segundos de la veracidad de su amor, aún en contra de mi voluntad y de lo que mi corazón me ordenaba pensar.

Quise despejar mi mente, irónicamente lo único que logré fue hundirme más en mis mismos pensamientos negativos.

Pero que más quedaba?

Esperar no daría resultado, no tenía ya fe de que alguien nos fuera a rescatar, ya que para eso había demasiado riesgo y muchísima dificultad. 

Morir sería lo siguiente?

Comencé a pensar en mis posibilidades, a lo mejor me venderían, o me matarían. 

Sentí cómo alguien se acercaba a mi, mis ojos estaban borrosos por las lagrimas. Era una mujer, cuando fui capaz de aclarar mi vista noté que era Lina, con Trinka a su lado. No me molesté en levantarme, allí en el suelo podía mantenerme en relativa paz. Entre las dos me insultaron, Trinka me amenazó con que me quitaría a Red. Ya nada había por hacer, ella tendría el camino libre para lo que quisiera hacer y ella lo sabía perfectamente. Lanzó una risa estrepitosamente para luego dejar paso a Lina, que con todas sus fuerzas de mujer adulta me hirió. 

Llegó un punto en el cual yo ya no sentía nada. Al ver Lina y Trinka que yo no reaccionaba a sus golpes y arañazos se marcharon, alegres como si no hubieran roto mi piel de la forma en la que hicieron, como si no hubieran desgarrado mis ultimas esperanzas. 

Quería ya dejar de sufrir, pensé en pedirle a Kanaye que me matara, pero desistí, él probablemente no accedería a hacer algo como ello. 

Samuel, el fuerte muchacho, dormía desde hace varios días, yo deseaba hacer lo mismo, pero el suelo frío y el ambiente tenebroso sumado a la ansiedad no me dejaban cerrar los ojos ni tomar un descanso de aquella tortura. 

El miedo se apoderó de mi cuando vi que Kanaye no estaba en su lugar y uno de los secuestradores guardianes entraba en el cuarto de celdas. 

Fingí dormir, con los oídos completamente atentos a cualquier acontecimiento. 

El encargado, al ver que Kanaye no se encontraba en su celda pareció congelarse por unos instantes. 

Con rabia bramó, llamando a sus compañeros. 

Acudieron Sam, mi padre biológico y tras ella Lina. Entre los tres ordenaron a sus demás compañeros fuera del cuarto que no dejasen salir a nadie.

Mi mente intentó comprender lo que sucedía, no creía capaz de semejantes acciones a mi padre, mi propia sangre, sentí aquello como un balde de agua fría, y tuve que detener mis sollozos por muy silenciosos que fueran, para no llamar la atención. 

Mientras yo veía disimuladamente a los tres cooperadores necesarios, que secreteaban y se lanzaban miradas cómplices, noté que Kanaye apareció a mi lado, observando todo al igual que yo. 

Luxury Caramel (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora