4: Reclaim (Yeongyu) (Saga "Dirty Boys")

Parte 11

Beomgyu

Algo es diferente en Jun, pero no tengo tiempo para pensar en ello porque apenas he recuperado el aliento y ahora él está parado sobre mí con más correas en la mano. Y tiene esa mirada hambrienta en su rostro que significa que me espera algo que me dejará boquiabierto. Trago saliva.

Yeonjun arregla el cuero alrededor de mis muslos, uno en cada pierna, justo por encima de la rodilla. Son ajustadas, lo suficiente como para apretar mis músculos contra la presión de ellas y sentir cómo me constriñen.

Las bandas tienen ataduras largas, y Yeonjun separa mis piernas y las ata al cabecero lo más abiertas posible, arrastrando mis piernas hacia arriba y separándolas, exponiendo mi polla y mi culo. Ahora estoy atado en el lugar y expuesto, completamente a su merced. Apenas puedo hacer más que retorcerme impotente. No importa lo fuerte que tire, las correas son anchas y firmes y me mantienen en su lugar.

Nunca pensé que sentirme atrapado e impotente pudiera ser tan bueno.

Me mira por un momento, disfrutando del espectáculo. Luego traza la base del plug anal, enviándome un cosquilleo. Me sacudo y mi sensible anillo de músculos se aprieta a su alrededor.

Agarra la base, la gira unas cuantas veces y luego la saca lentamente. Me estiro a su alrededor, sintiendo el tirón contra mi anillo. Cuando está a mitad de camino y mi agujero está extendido en su parte más ancha, hace una pausa y lo sostiene en toda su extensión. Es a la vez agonía y felicidad. Luego lo empuja hacia adentro y mis piernas se sacuden contra las correas.

—Nah.

Lo vuelve a sacar, esta vez por completo, y me siento horriblemente vacío sin nada dentro de mí. Se me escapa un gemido de frustración antes de que pueda contenerlo, pero solo recibir placer cuando él decide dármelo es parte del placer que hace que mi cabeza dé vueltas.

Deja el plug a un lado y me azota el culo con la palma.

—¡Ah!

La piel demasiado sensible de mis nalgas me pica y el dolor se siente muy bien. Mis caderas se sacuden una vez hacia el aire vacío.

Yeonjun retrocede entonces, dejándome atado e indefenso, y cierro los ojos con fuerza. Estoy dolorosamente duro pero tengo que esperar lo que él me dé, él está a cargo de mi cuerpo y necesito que me use como quiera. Incluso si eso significa privarme.

—Voy a mostrarte cuánto te poseo, —dice en voz baja desde el otro lado de la habitación. Puedo oírlo mover cosas y mi corazón, que ya está acelerado, de alguna manera se acelera aún más. Dios, va a ser muy vergonzoso si muero de un ataque al corazón ahora mismo—. Soy dueño de tu placer y puedo retenerlo o dártelo como quiera.

Él se acerca pero mantengo los ojos cerrados, negándome incluso un indicio de lo que está por venir, sacando la dulce tensión. Ahora está a mi lado otra vez y cuando habla es directamente a mi oído, haciendo que cada vello de mi cuerpo se erice.

—Voy a hacer que te corras una y otra vez. Todo lo que tienes me pertenece y voy a ordeñarte hasta secarte y sacarte la última gota de tu semen.

Sus palabras me hacen jadear. Ya estoy temblando ante la sola idea de que sus manos me expriman hasta secarme. Más lubricante frío gotea por la raja de mi culo y siseo y me sacudo contra el cuero que me mantiene quieto, abierto y expuesto, completamente a la vista de él.

—Y esta vez vas a hablar. Voy a hacerte suplicar y llorar, y a contarme todas las cosas sucias que alguna vez hayas pensado.

Mis ojos se abren de golpe. Él está parado sobre mí observando mi reacción como un depredador hambriento. ¿Quiere que hable esta vez? Él siempre me hace quedarme callado. Busco su rostro, pero lo único que encuentro es hambre y un enfoque láser que hace que mis mejillas se calienten aún más.