IV.

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Aeron se dirigió hacia el patio principal, sus pasos firmes pero su mente aún nublada por la ira y el dolor. Cuando llegó, vio a Daeron junto a Tessarion, preparándose para el vuelo.

Daeron levantó la vista al verlo acercarse, notando la tensión en sus hombros y la dureza en su expresión.

–Aeron –dijo Daeron, con una sonrisa que no lograba ocultar del todo su preocupación–. Pareces estar cargando el peso del mundo sobre tus hombros. ¿Hay algo que te inquiete?

Aeron intentó disimular su perturbación, pero la intensidad de sus emociones era difícil de ocultar. Se pasó una mano por el cabello, suspirando.

–Es… es complicado, mi príncipe. Cosas del pasado que vuelven a atormentarme –respondió, su voz tensa.

Daeron observó a Aeron con atención, su mirada cargada de una mezcla de interés y compasión. Se acercó un poco más, como si quisiera ofrecer consuelo, y sonrió con suavidad.

–A veces, un vuelo sobre Tessarion puede ayudar a despejar la mente –dijo Daeron, con un tono casi juguetón–. Además, siempre es más fácil olvidar las penas cuando tienes una vista tan magnífica desde los cielos.

Aeron no pudo evitar devolver una sonrisa, aunque fuera pequeña.

–Lo intentaré, mi príncipe. Gracias por la oportunidad.

Daeron asintió y, mientras se preparaban para montar a Tessarion, no pudo evitar dejar que su mirada se deslizara por el rostro y el cuerpo de Aeron. Había algo en la manera en que Aeron llevaba sus emociones, su vulnerabilidad y su fuerza, que lo fascinaba profundamente.

–Sabes –dijo Daeron, con un tono ligeramente más bajo y coqueto–, hay algo en ti que encuentro… intrigante. No muchos tienen la valentía de enfrentarse a sus demonios con tanta determinación.

Aeron sintió un leve rubor en sus mejillas ante las palabras de Daeron, pero mantuvo su compostura.

–Hago lo que puedo, mi príncipe –respondió, tratando de mantener la calma mientras su corazón latía un poco más rápido.

Daeron sonrió, disfrutando de la reacción de Aeron, y extendió una mano hacia él.

–Entonces, volemos juntos, Aeron. Que el cielo nos dé la paz que buscamos, aunque sea por un momento.

Aeron tomó la mano de Daeron y se subió a Tessarion, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción.

Daeron acomodó a Aeron delante de él sobre Tessarion, asegurándose de que estuviera bien sujeto.

La cercanía era inevitable, y Aeron sintió el calor del cuerpo de Daeron contra su espalda, lo que le provocó una mezcla de incomodidad y algo más que no podía identificar del todo.

–Así –dijo Daeron, su voz suave cerca del oído de Aeron–. Mantente firme y sigue mi guía. Tessarion es una dragona tranquila, pero siempre es mejor estar preparado.

Aeron asintió, tratando de concentrarse en las instrucciones y no en la proximidad de Daeron.

Sentía las manos del príncipe sobre sus hombros, ajustándolo para que estuviera cómodo y seguro.

–Listo –murmuró Daeron, con una sonrisa que Aeron casi podía sentir más que ver–. Saldremos suavemente al principio, y luego tomaremos altura.

Tessarion se elevó lentamente del suelo, sus enormes alas batiendo con gracia y poder.

Aeron sintió una mezcla de vértigo y emoción mientras se elevaban, el paisaje de abajo disminuyendo rápidamente.

El viento frío en su rostro y el sonido del aire al pasar junto a ellos comenzaban a borrar, aunque sea temporalmente, las preocupaciones que lo habían atormentado.

Daeron mantenía una mano firme en la cintura de Aeron, asegurándose de que no perdiera el equilibrio.

–¿Cómo te sientes? –preguntó Daeron, su voz vibrante por el viento.

Aeron giró levemente la cabeza, lo suficiente para poder responder sin perder el equilibrio.

–Es... increíble –dijo, su voz llena de una mezcla de asombro y alivio–. Nunca pensé que volar sería así.

Daeron sonrió, satisfecho con la reacción de Aeron.

–Es una experiencia única –respondió–. Y me alegra poder compartirla contigo.

Mientras seguían ascendiendo, Tessarion mantuvo un vuelo estable y sereno.

Aeron sintió que las sombras de sus pensamientos se desvanecían lentamente, reemplazadas por la pura maravilla de la experiencia.

Daeron, consciente del efecto que el vuelo tenía en Aeron, continuó guiándolo con suavidad, permitiéndole disfrutar de la vista y la libertad que el cielo ofrecía.

Aeron se dejó llevar por el momento, olvidando temporalmente la carta de Davos y las tensiones que lo perseguían.

En ese instante, volando sobre el mundo con Daeron y Tessarion, encontró una paz que no había sentido en mucho tiempo.

Daeron señaló hacia un río serpenteante que se veía en la distancia, reflejando la luz del sol.

–Mira ese río –dijo Daeron con una sonrisa–. Siempre me ha parecido una metáfora perfecta de la vida. A veces, las corrientes nos llevan por caminos que no esperábamos, pero siempre seguimos adelante, ¿verdad?

Las palabras de Daeron hicieron que Aeron recordara los innumerables momentos que había compartido con Davos a lo largo de los años. Los dos, inseparables, habían enfrentado muchas corrientes juntos, siempre apoyándose mutuamente.

El anillo en su dedo parecía pesar más, un recordatorio constante de la promesa que una vez compartieron.

Aeron cerró los ojos por un momento, el viento en su rostro no lograba disipar la tristeza que lo invadía.

–Sí, siempre adelante –murmuró Aeron, más para sí mismo que para Daeron.

El recuerdo de Davos se hizo más fuerte, mezclando la sensación de traición con la nostalgia de los buenos tiempos. La imagen de Davos, con su sonrisa franca y su lealtad inquebrantable, se superponía a la realidad de su separación.

–¿Estás bien? –preguntó Daeron, notando el cambio en la expresión de Aeron.

Aeron asintió lentamente, aunque su corazón se sentía pesado.

–Estoy bien –respondió, aunque la verdad era que sentía un vacío profundo sin Davos a su lado.

Daeron, percibiendo el conflicto interno de Aeron, apretó suavemente su mano sobre la de él.

–No importa lo que pase, Aeron –dijo Daeron con una voz tranquilizadora–. Aquí tienes a alguien en quien puedes confiar.

Las palabras de Daeron eran bienintencionadas, pero no podían llenar el vacío que Davos había dejado.

Aeron no podía evitar preguntarse si alguna vez encontraría la misma conexión con alguien más.

La traición, el dolor y la añoranza se entremezclaban mientras seguían volando, dejando a Aeron con una sensación de melancolía a pesar de la libertad del cielo.

"The dance of the end of our love" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora