Los susurrantes de la vida

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Una vez que mi mano tocó la gema, una sensación de parálisis me invadió brevemente, dejando mi cuerpo inmóvil mientras una extraña fuerza parecía remover mi ser internamente, revolviéndome el estómago con una intensidad desconocida. Era como si me hubieran transportado en el tiempo, y por un instante, temí regresar a la oscuridad de la que había escapado. Al abrir los ojos, me encontré en un espacio desconocido, sin poder comprender la naturaleza de lo que estaba sucediendo. Una extraña sensación de déjà vu atormentaba mi mente, como si aquel momento ya hubiera sido vivido en alguna otra vida.

La oscuridad que me rodeaba generó un sentimiento de pánico inminente, haciendo que creyera por un instante estar una vez más frente a esa antigua farola de luz débil. El rostro del misterioso hombre que me interrogaba parecía volver a materializarse, sugiriendo la posibilidad de llevarme a otro lugar por algún presunto error cometido en Coronado Elysium.

Avancé con determinación, sintiendo el crujir de vidrios rotos bajo mis pies, un sonido que no logró perturbar mi marcha. A pesar de la oscuridad que me rodeaba, caminaba con paso lento y cuidadoso, sin vislumbrar nada a mi alrededor. Me preguntaba en silencio: ¿Dónde estoy? Sin embargo, la incertidumbre se apoderaba de mi mente, sumiéndome en un mar de confusión y desorientación. Continué avanzando con pasos sigilosos, hasta que, en un instante de claridad, distinguí una luz tenue a lo lejos y divisé un cartel que me resultaba extrañamente familiar.

Con curiosidad, me acerqué al cartel y una oleada de alegría llenó mi ser al descubrir las palabras grabadas en él: Calle Betrion. Aquel nombre resonaba en mi memoria, recordándome mi antigua calle, mi hogar. Sin dudarlo, aumenté el paso y empecé a correr con entusiasmo. Pronto me di cuenta de que me encontraba en la acera, a escasos quinientos metros de mi casa, y a tan solo trescientos metros hacia arriba se alzaba el edificio donde trabajaba. Una efusión de emociones recorrió mi ser, y unas lágrimas de gratitud y alivio surcaron mi rostro, empañando mi reflejo desconocido.

Giré la cabeza y observé que emergía de un callejón oscuro, sintiendo la certeza de que había regresado al lugar al que pertenecía. Era sorprendente lo sencillo que había sido: bastó con tocar aquella gema estúpida para facilitar mi retorno. La sensación de familiaridad y conexión con mi pasado inundó mi ser, reconfortándome y brindándome la certeza de que, aunque envuelto en misterios y peligros, mi verdadero hogar seguía aguardando mi regreso.

Avancé en dirección hacia mi hogar con pasos apresurados, mordiendo mis uñas en nerviosismo y anhelando el reencuentro con Bastian. Mientras mi mente creaba escenarios imaginarios, divisé a lo lejos a dos hombres imponentes que se acercaban hacia mí. Uno lucía una llamativa campera de cuero negra y una gorra de invierno Levis que combinaba con su pantalón, el otro vestía una camiseta de mangas largas y un clásico pantalón de jean, desafiando el frío con su apariencia casual. A medida que se aproximaban, el hombre de la campera de cuero desenfundó un arma calibre 22 y se abalanzó hacia mí con determinación.

Paralizado por el temor, me vi forzado a arrodillarme con las manos en la nuca, suplicando con desesperación por mi vida. No quería morir; mis pensamientos se perdían en el deseo de regresar a la seguridad que Coronado Elysium me ofrecía, temiendo que el enigmático andrajoso no me permitiera la oportunidad de tocar la gema nuevamente. Parecía que estos hombres estaban destinados a hacerme pagar por mis transgresiones a las reglas de un mundo desconocido. Pero en un giro sorpresivo, pasaron de largo ignorando mi presencia, como si mi destino no estuviera ligado a ellos.

Mi asombro creció cuando el hombre de la campera de cuero pareció traspasar mi cuerpo, como si yo fuera un espectro, para amenazar a la mujer que se encontraba detrás de mí. Cumpliendo con un propósito siniestro, lo vi actuar con una precisión fantasmagórica mientras intentaba robarla. La joven se movía en silencio, sin que sus pasos delataran su presencia, sumiendo el ambiente en un manto de quietud que parecía augurar un desenlace inesperado.

Tiempos Entrelazados: El Misterio De Los Susurrantes De La Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora