Me desperté agitada y con lágrimas cayendo sobre mis mejillas, la niña de al lado me acarició la mano mientras me preguntaba en voz bajita...-¿No te gustan los aviones?
Me sequé las lágrimas mientras le negaba con la cabeza.
-A mí tampoco, pero mi papi dice que ya queda un ratito, no llores. -Me decía mientras seguía acariciándome la mano.
-Es verdad peque, ya queda poquito. -Le dije mientras miraba el mapa en la pantalla del asiento.
La realidad es que todavía quedaban tres horas, y si, me gustaban los aviones, o sea, no es algo que me encante pero no me da pánico estar en uno. Solía tener pesadillas bastante frecuentes desde el día en el que fallecieron mis abuelos, no me podía sacar ese momento de la cabeza. Pero ya que ella intentó tranquilizarme a mí, yo lo intenté también aunque... se acabó dando cuenta.
-Papá, cuánto queda? -Le decía ella mientras movía sus piernas inquieta.
-Un rato Amelia, duérmete. -Le contestó con los ojos cerrados y acomodándose al asiento.
-Un rato cuánto es?
-Dos horas.
Se giró lentamente mientras me miraba con ojos de asesina.
-Poquito?! -Preguntó enfadada. -Si para ti dos horas es poquito... Esto es desesperante!
Se le formaban unas pequeñas arrugas en su nariz, muy monas, era una niña que no tendría más de diez años, con el pelo largo y rubio.
-Se te va a quedar la nariz fea de tanto arrugarla. -Desvié el tema.
-Entonces tú tienes toda la cara fea. -Dijo mientras me observaba.
-Qué? Porqué?
-Tienes arrugas.
-Eh! No te pases, yo sigo siendo pequeña como tu. -Me crucé de brazos.
Le empezó a salir una pequeña sonrisa y se quedó pensativa.
-Qué piensas?
-Que si eres tan pequeña como yo y quedan dos horas para aterrizar, supongo que querrás jugar conmigo. -Me puso cara de pena.
Con lo mona y pequeñita que era, no me pude resistir, y ahí estaba yo, a un rato de llegar a mi primer destino y a no se cuantos kilómetros de la tierra , jugando a las princesas.
-El vuelo ha llegado a su fin, les rogamos que vayan vaciando sus asiento con calma, muchas gracias por confiar en nosotros, les deseamos un buen viaje. -Decían por megafonía.
-Jo Cloe, yo quiero seguir jugando. -Me dijo Amelia triste.
-No te preocupes, seguro que nos volvemos a ver, yo viajo mucho!
-Pinky promise?
-Sí, pinky promise.
Me hizo jurarle con mi dedo meñique, dicen que si no lo cumples te lo cortan, espero que nos volvamos a ver de verdad.
-Igualmente te quiero dar una cosa.
Abrió su pequeña mochila rosa con estampados de dibujos animados y sacó una princesa.
-Ten. -Me dio a la princesa Moana.
-Para mí? -Pregunté emocionada.
-Sí, tengo muchas y me recuerdas a ella, cuídala por favor!
-Vamos Amelia, tenemos que irnos ya. -Dijo su padre mientras le cogía la mano.
Se la soltó para darme un abrazo.
-Muchas gracias, te prometo que la cuidaré.
Nos despedimos y me quedé mirando la muñeca sobre mis manos. La verdad es que si nos parecíamos.
Yo también tenía que irme, debía coger el vuelo desde Doha, donde había aterrizado, hasta finalmente llegar a Australia. Así que fui corriendo al avión, no tenía mucho tiempo.
Este vuelo se me hizo mucho más pesado que el anterior, no tenía a Amelia a mi lado, pero sí a un señor que no paraba de roncar y por esa misma razón no pude casi dormir.
Pero bueno, lo importante es que llegué sana y salva a Sídney, concretamente a Bondi Beach y... wow.
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Dos almas hacia un mismo destino
Teen FictionA veces hace falta caer porque el mundo se ve diferente desde el suelo. Y cuando estás ahí supongo que, si quieres moverte, solo te queda la opción de levantarte. Dos almas ya habían caído, pero se levantaron para tirarse, esta vez, por un precipici...