Algo mas

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Engfa siempre se ocupaba de los papeles, asegurándose de que todo estuviera en orden. Su trabajo en la empresa era exigente y absorbente, y no era raro que se sintiera abrumada. A veces, en los momentos más difíciles, su mente vagaba hacia el escenario, recordando los días en los que bailaba y cantaba bajo las luces brillantes. Era un sueño lejano ahora, una fantasía que había dejado atrás para asumir la responsabilidad en su carrera actual. Sabía que sus compañeras de trabajo también tenían sus propias aspiraciones y frustraciones, pero se esforzaba por ser el pilar de la oficina, la persona en la que todos pudieran confiar. Si ella quería ser un ejemplo para las demás, debía mantenerse fuerte.

Charlotte, por otro lado, era el contraste perfecto para Engfa. Inteligente y rápida, abordaba cada tarea con una eficiencia y un ingenio que dejaban a todos asombrados. Era el cerebro del equipo, siempre lista para resolver problemas y asumir cualquier misión que se le asignara. Nadie en la oficina podía recordar haberla visto quejarse; parecía encarnar la perfección. Para Engfa, Charlotte era una figura fascinante, alguien a quien admiraba profundamente.

Una tarde, mientras trabajaban horas extra para cumplir con un plazo inminente, Engfa se encontró observando a Charlotte. La forma en que sus dedos se movían ágilmente sobre el teclado, su concentración inquebrantable y la leve arruga de concentración en su frente. Sin darse cuenta, Engfa se quedó mirando por más tiempo del que debía. Charlotte, siempre perceptiva, levantó la vista y atrapó la mirada de Engfa. Le sonrió, una sonrisa cálida y reconfortante que hizo que el corazón de Engfa diera un vuelco.

—Ya vamos a terminar pronto y vamos a poder ir a casa —dijo Charlotte con una voz suave y segura.

Esa palabra, "casa", resonó en Engfa de una manera que no podía ignorar. No era solo la promesa de un descanso después de un día largo de trabajo. Para Engfa, "casa" significaba más cuando salía de los labios de Charlotte. Deseaba con todo su ser que ese apartamento grande y lujoso en el que compartían fuera algo más que un simple lugar de residencia. Quería que fuera un hogar, un refugio compartido donde pudieran ser más que compañeras de piso.

Mientras continuaban trabajando, Engfa se permitió imaginar cómo sería su vida si pudiera confesarle a Charlotte sus verdaderos sentimientos. Imaginó cenas compartidas, risas en el sofá, y noches tranquilas en las que podrían hablar de todo y de nada. Imaginó una vida llena de amor y compañía, una vida en la que Charlotte no solo sería su compañera de trabajo y de piso, sino su compañera de vida.

El reloj marcó la medianoche cuando finalmente terminaron su trabajo. Ambas suspiraron de alivio y comenzaron a recoger sus cosas. Mientras se preparaban para salir de la oficina, Charlotte se acercó a Engfa y le dio un suave toque en el hombro.

—Vamos, te invito a un café antes de ir a casa. Nos lo merecemos.

Engfa asintió, sonriendo. Aceptó la invitación, sabiendo que cada momento que pasaba con Charlotte era un paso más cerca de lo que realmente deseaba. Caminando juntas hacia la cafetería de la esquina, Engfa sintió una chispa de esperanza. Quizás algún día, cuando estuviera lista, encontraría el valor para decirle a Charlotte lo que guardaba en su corazón. Y tal vez, solo tal vez, Charlotte podría sentir lo mismo.

De repente, el teléfono de Engfa sonó, interrumpiendo el tranquilo paseo. Al mirar la pantalla, vio que era un mensaje urgente relacionado con la misión de la noche anterior. Milk y Love se habían involucrado en la operación a pedido de Freen, y ahora había novedades importantes.

—Espera un momento, Charlotte —dijo Engfa mientras abría el mensaje—. Es sobre la misión de anoche.

Charlotte frunció el ceño ligeramente, preocupada. —¿Qué pasó? ¿Está todo bien?

Engfa leyó rápidamente el mensaje antes de responder. —Parece que Milk y Love lograron completar la tarea, pero hubo algunos contratiempos. Freen quiere que nos reunamos mañana temprano para discutir los detalles y asegurarnos de que todo esté en orden.

Charlotte asintió, su rostro mostrando una mezcla de alivio y preocupación. —Bueno, al menos la misión fue un éxito. Me alegra saber que Milk y Love están bien.

Engfa asintió, guardando su teléfono. —Sí, pero tendremos que asegurarnos de que todo esté documentado correctamente. Freen no aceptará menos.

—Claro, mañana nos encargaremos de eso. Pero por ahora, sigamos con el plan del café. Necesitamos un descanso —dijo Charlotte con una sonrisa reconfortante.

Engfa no pudo evitar sonreír de vuelta. Mientras caminaban hacia la cafetería, supo que no importaba cuán difíciles fueran las misiones o cuán abrumador fuera el trabajo, siempre tendría a Charlotte a su lado. Y eso, pensó, hacía que todo valiera la pena.

No todo es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora