Sentimientos

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Las dos jóvenes recargaron las armas, se ajustaron los trajes y se miraron por un instante. Hacía más de cuatro años que estaban trabajando juntas y eran conscientes de que todo iba a salir bien.

El cielo nocturno de la ciudad se extendía como un lienzo oscuro tachonado de estrellas, pero Becky no tenía tiempo para admirar la belleza de la noche. En cambio, sus ojos estaban fijos en Freen, cuya respiración se hacía más pesada con cada movimiento. Freen estaba visiblemente agotada, pero la determinación en su mirada no dejaba espacio para el descanso. A pesar del cansancio, Freen se impulsó hacia el siguiente techo con una agilidad sorprendente.

Becky tragó saliva, sintiendo una mezcla de admiración y preocupación. Sabía que la misión era crucial. Las fotos que debían obtener podían cambiar el rumbo de los eventos, exponiendo una verdad oculta y peligrosa. No había margen para el error, y mucho menos para el retraso.

—Freen, ¿estás segura de que puedes continuar? —preguntó Becky, tratando de mantener su voz firme pero suave.

Freen asintió sin mirarla, sus ojos clavados en el próximo objetivo. —Tenemos que hacerlo. No hay otra opción.

La respuesta de Freen era típica de ella: directa y sin titubeos. Becky suspiró, ajustando su mochila y asegurándose de que su cámara estuviera lista. Ellas habían entrenado para esto, pero la realidad siempre era más dura que cualquier simulacro.

El viento soplaba con fuerza, añadiendo una dificultad extra al ascenso. Becky observó cómo Freen, con movimientos precisos y calculados, se deslizaba sobre el borde del techo y se aseguraba en su nueva posición. No había tiempo que perder. Becky la siguió, sintiendo el frío metal bajo sus manos y el esfuerzo en cada músculo de su cuerpo.

Finalmente, alcanzaron el punto más alto. Desde allí, podían ver el edificio objetivo, iluminado tenuemente por la luz de la luna. Freen sacó su cámara y comenzó a tomar fotos, cada clic resonando en el silencio de la noche. Becky se mantuvo alerta, vigilando los alrededores por cualquier señal de peligro.

—Ya casi está —dijo Freen entre susurros, su voz teñida de cansancio.

Becky asintió, aunque Freen no podía verla. Sabía que debían apresurarse. El tiempo era esencial y cada segundo contaba.

Finalmente, Freen bajó la cámara y exhaló profundamente. —Lo logramos —murmuró.

Becky sintió una ola de alivio. —Ahora, vayámonos de aquí antes de que alguien nos vea.

Con la misma precisión y cuidado, ambas comenzaron el descenso. Becky no pudo evitar una última mirada hacia Freen, admirando su fortaleza y determinación. Sabía que juntas podían enfrentar cualquier desafío, incluso en las noches más oscuras y difíciles.

El descenso fue tan meticuloso como el ascenso, pero con la carga adicional del cansancio. Finalmente, llegaron a un lugar seguro, ocultas en las sombras de un callejón silencioso. Becky y Freen se dejaron caer en un banco viejo y desvencijado, respirando profundamente.

—Lo hiciste increíble, Freen —dijo Becky con una sonrisa cansada, tratando de esconder su preocupación detrás de sus palabras.

Freen le devolvió la sonrisa, aunque sus ojos reflejaban el agotamiento. —No podría haberlo hecho sin ti, Becky. Eres mi ancla en todo esto.

Becky sintió un calor en el pecho al escuchar esas palabras. Tomó la mano de Freen entre las suyas, sintiendo la calidez de su piel, y la miró a los ojos. —Te preocupas tanto por todos nosotros, pero rara vez te detienes a pensar en ti misma. Me preocupas, Freen. Me preocupas más de lo que imaginas.

Freen entrelazó sus dedos con los de Becky y dejó escapar un suspiro. —Lo sé. A veces olvido que no tengo que cargar con todo sola. Gracias por recordármelo.

—Siempre estaré aquí para recordártelo, —dijo Becky suavemente—. No quiero que te desgastes. Quiero que estés bien... porque te amo, Freen.

Freen se quedó en silencio por un momento, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y emoción. —Becky... yo también te amo. No sé qué haría sin ti.

Becky se inclinó hacia adelante, sus labios encontrando los de Freen en un beso tierno y lleno de promesas. En ese momento, el mundo a su alrededor desapareció, dejando solo el latido de sus corazones en perfecta sincronía.

Cuando se separaron, Freen apoyó su frente contra la de Becky, sus respiraciones entrelazadas. —Prométeme que siempre estaremos juntas, sin importar qué pase.

Becky asintió, sus ojos brillando con determinación y amor. —Lo prometo, Freen. Siempre juntas.

Y con esa promesa, se abrazaron bajo la noche estrellada, encontrando en el amor y la compañía mutua la fuerza para enfrentar cualquier desafío que el futuro les deparara.

Bajo la noche oscura, Faye y Yoko esperaban en silencio el regreso de Freen y Becky. Las sombras de los edificios altos los envolvían, y solo la luz tenue de una farola cercana rompía la penumbra. El aire estaba frío y el silencio de la ciudad era roto ocasionalmente por el sonido distante de un auto o el murmullo del viento.

Faye, inquieta, se recargó contra una pared de ladrillos, cruzando los brazos sobre su pecho. Yoko, a pocos pasos de ella, permanecía erguida, con una expresión pensativa mientras observaba las estrellas. La misión había terminado, pero la tensión entre ellas aún persistía.

Finalmente, Faye rompió el silencio. —No podemos seguir así, Yoko. La misión ha terminado, pero nosotros... seguimos tensas. Tenemos que hablar.

Yoko desvió la mirada del cielo para encontrarse con los ojos de Faye. —Lo sé, —dijo suavemente—. Es solo que... es difícil. Hemos pasado por mucho y nuestras diferencias no facilitan las cosas.

Faye asintió, comprendiendo el peso de sus palabras. —Sí, lo sé. Pero si no hablamos y tratamos de entendernos, no vamos a poder trabajar bien juntas. Necesitamos encontrar una forma de comunicarnos mejor, de aceptar nuestras diferencias.

Yoko suspiró y dio un paso hacia adelante, acercándose un poco más a Faye. —Tienes razón. A veces siento que estamos en diferentes frecuencias. Tú eres impulsiva, y yo soy más reservada. Pero quizás eso no sea algo malo.

—Exactamente, —respondió Faye, esbozando una leve sonrisa—. Nuestras diferencias pueden complementarse. Pero necesitamos trabajar en nuestra comunicación. Quiero entenderte mejor, Yoko. Quiero que esto funcione.

Yoko miró a Faye con una mezcla de sorpresa y gratitud. —Aprecio que lo digas, Faye. No soy buena expresando lo que siento, pero aprecio lo que haces por el equipo... y por mí.

Faye sintió una calidez en el pecho al escuchar esas palabras. —Gracias, Yoko. Yo también valoro lo que haces. Eres increíblemente inteligente y valiente. Solo quiero que encontremos una manera de trabajar juntas sin estar siempre en conflicto.

Yoko asintió lentamente, sus ojos suavizándose. —Lo intentaremos, Faye. Prometo ser más abierta y tratar de entenderte mejor.

En ese momento, un sonido de pasos en la distancia les hizo levantar la mirada. Freen y Becky se acercaban, visiblemente cansadas pero con una expresión de logro en sus rostros. La misión había sido un éxito, pero para Faye y Yoko, el verdadero trabajo apenas comenzaba.

Faye extendió su mano hacia Yoko, y después de un breve titubeo, Yoko la tomó. Era un gesto simple, pero significaba mucho. En la oscuridad de la noche, sellaron una tregua, una promesa de trabajar en su relación y de no dejar que sus diferencias se interpusieran en su misión común.

Cuando Freen y Becky finalmente llegaron a su lado, Faye y Yoko compartieron una mirada de entendimiento. La noche era oscura, pero en sus corazones, empezaba a amanecer una nueva esperanza.

No todo es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora