A unos pasos

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Faye y Yoko salieron lo más deprisa posible sin tratar de levantar sospechas. La peluquería de Faye había sido su refugio, un lugar de risas y conversaciones ligeras, pero hoy, el peso del secreto que compartían hacía que cada paso fuera una lucha contra el pánico. Yoko, por su parte, mantenía una fachada tranquila mientras su mente volvía una y otra vez al mismo pensamiento: ¿Estarían haciendo lo correcto?

— ¿Crees que alguien nos vio salir? —preguntó Faye, su voz apenas un susurro mientras miraba a su alrededor.

— No, fuimos cuidadosas —respondió Yoko, apretando la mano de Faye en un intento de consolarla—. Además, no estamos solas en esto.

Mientras caminaban, sus pensamientos se desviaron brevemente hacia sus vidas cotidianas. Faye, con sus conversaciones diarias con su jefa en la empresa y las horas pasadas en la peluquería. Yoko, dedicándose a su carrera como actriz, viviendo una vida que muchas soñarían, pero que en este momento sentía lejana e irrelevante.

Doblaron una esquina oscura, donde Aoom las esperaba con un rollo de papel lo bastante grande como para no saber dónde esconderlo. La sombra de la calle oscurecía su rostro, pero sus ojos brillaban con una determinación que tranquilizó a Faye y Yoko.

— Aquí está —dijo Aoom, entregándoles el rollo—. Espero que hayan traído la bolsa.

— Sí, Meena nos la dio —respondió Faye, sacando una bolsa de su mochila—. ¿Qué contiene exactamente?

Aoom esbozó una sonrisa enigmática.

— Lo descubrirán cuando se encuentren con Becky y Freen.

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, Freen miraba su reloj una y otra vez. La puntualidad de Faye y Yoko era casi legendaria, pero hoy, la espera se hacía eterna.

— No entiendo por qué tardan tanto —murmuró Freen, su ansiedad reflejada en cada uno de sus movimientos.

Becky, sin embargo, parecía ajena a la preocupación de su pareja. Jugaba con un cuchillo, haciéndolo girar entre sus dedos con una destreza inquietante.

— Relájate, Freen —dijo Becky con una sonrisa despreocupada—. Llegarán. Siempre lo hacen.

Más allá, Milk hacía señas con una linterna, tratando de captar la atención de Love. Finalmente, Love levantó la mano, apenas visible en la penumbra.

— Aquí están. Prepara todo —susurró Milk.

Love asintió, sus ojos reflejando la misma mezcla de determinación y preocupación que todas compartían.

Un poco más lejos, Namtan observaba el escaso tránsito, intentando detectar cualquier señal de peligro. Se volteó y se encontró con los brazos de Film rodeándola por la cintura.

— Todo va a salir bien —susurró Film en su oído—. Confía en nosotras.

Namtan cerró los ojos y se permitió un momento de relajación en el abrazo de Film.

— Lo sé. Pero no puedo evitar preocuparme.

Finalmente, Faye y Yoko llegaron al lugar de encuentro con Becky y Freen. La ansiedad en el aire era palpable, pero la llegada de sus amigas alivió un poco la tensión.

— Ya era hora —dijo Becky con una sonrisa amplia—. ¿Qué traen ahí?

Faye, con manos temblorosas, abrió la bolsa. Dentro había una serie de documentos y mapas detallados. Becky y Freen los revisaron rápidamente, sus expresiones volviéndose más serias a cada segundo.

— Esto es exactamente lo que necesitamos —dijo Freen, sus ojos fijos en los documentos—. Con esto, podremos resolver todo.

Yoko dejó escapar un suspiro de alivio.

— Entonces, ¿qué hacemos ahora?

Becky levantó la vista, su mirada recorriendo al grupo reunido.

— Ahora, nos aseguramos de que esto termine bien para todas. Estamos juntas en esto.

Milk se unió al grupo, su linterna iluminando los rostros determinados de sus amigas.

— Y no fallaremos. No hoy.

Love asintió, su mirada firme y resuelta.

— Es hora de actuar.

El grupo se movió con una precisión casi militar, cada una sabiendo exactamente qué hacer y dónde estar. La adrenalina corría por sus venas mientras avanzaban hacia el objetivo final.

Namtan y Film se adelantaron, vigilando el área para asegurarse de que no hubiera peligro inminente. Milk y Love se encargaron de preparar el equipo, mientras que Becky y Freen estudiaban los documentos y mapas, buscando cualquier indicio que pudiera ayudarlas.

Faye y Yoko, aunque ansiosas, se mantuvieron cerca, listas para actuar en cuanto fuera necesario.

— Aquí —dijo Freen, señalando un punto en el mapa—. Este es el lugar.

El grupo se acercó al sitio señalado. Era un edificio abandonado, en apariencia inofensivo, pero sabían que ocultaba algo mucho más siniestro.

— ¿Están listas? —preguntó Becky, mirando a cada una de sus compañeras.

— Más que nunca —respondió Yoko, su voz firme.

Entraron en el edificio con cautela, cada paso resonando en la oscuridad. Las linternas iluminaban el camino mientras avanzaban, encontrando finalmente una puerta cerrada con llave.

— Aquí es —susurró Milk, sacando una ganzúa y comenzando a trabajar en la cerradura.

Después de unos momentos de tensión, la puerta se abrió con un suave clic. El grupo entró, encontrándose con una habitación llena de cajas y papeles desordenados.

— Busquen cualquier cosa que parezca importante —ordenó Freen, comenzando a revisar los documentos.

El silencio se rompió solo por el sonido de papeles moviéndose y cajas abriéndose. Finalmente, Namtan levantó una carpeta gruesa.

— Creo que esto es lo que buscamos.

Dentro de la carpeta, encontraron evidencia incriminatoria, pruebas de corrupción y manipulación que afectaban a muchas más personas de lo que habían imaginado.

— Con esto, podremos exponerlos —dijo Becky, sus ojos brillando con determinación—. Finalmente, se hará justicia.

Con las pruebas en mano, el grupo se preparó para el último paso: enfrentar a aquellos que habían causado tanto daño. Sabían que no sería fácil, pero estaban listas para luchar.

Se dirigieron al lugar acordado, un antiguo teatro donde se encontrarían con los responsables. El ambiente estaba cargado de tensión cuando entraron, encontrando a los enemigos esperándolas.

— ¿Creyeron que podrían detenernos? —dijo uno de los hombres con una sonrisa arrogante.

— No, sabíamos que vendrías —respondió Freen con calma—. Y estamos listas.

La confrontación fue intensa, llena de gritos y amenazas. Pero el grupo, armado con la verdad y la determinación, no cedió. Presentaron las pruebas, revelando la corrupción y las mentiras.

Finalmente, los responsables no tuvieron más opción que rendirse, enfrentándose a la justicia que tanto habían evitado.
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No todo es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora