VIII.

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A pesar de haber ensayado dos veces, hasta ahora no había escuchado de cerca la voz de Jimin y moría por hacerlo. Quería saber si su voz al cantar era tan dulce como cuando hablaba. Quería saber si había algún contraste en su canto con su risa. Quería saber tanto de Jimin.

Necesitaba saber todo de él.

Porque le fascinaba.

Tenía mucha fascinación por todos sus movimientos, por la forma en la que hablaba y por su aroma tan delicado, todo en él representaba un sueño húmedo hecho realidad.

Cuando veía a Jimin miraba la pureza personificada, veía a alguien a quien ensuciar con sus pecados y a alguien a quien podría arrastrar hasta las llamas que lo acompañaban.

¿Tal vez era envidia? ¿Tal vez celos? Porque Jimin si iría al paraíso. Él era digno de la salvación eterna, no como él.

Jungkook, un pobre bastardo que solo ha sabido pecar y no ha podido rezar lo suficiente como para que Dios, en el que alguna vez creyó, lo hiciera normal. Jungkook estaba celoso de todo lo que era Jimin, celoso de no haber podido ser como él; fiel y leal a lo que sus padres le enseñaron. Fiel y leal a la fe que se le había inculcado desde pequeño.

Sentía celos, envidia y por eso quería ensuciarlo con sus pecados. Quería arrebatarle un cordero fiel a Dios, quería burlarse de ese ser omnipotente como había hecho con él.

Quería ensuciarlo con sus labios y marcarlo con su saliva, quería marcar su piel con sus manos pesadas y llenarlo hasta quitarle toda esa pureza. Desgarrar sus alas y volverlo un pecaminoso mortal indigno del paraíso.

Lo observaba a la lejanía, Jimin leía la alabanza que cantarían en la misa y trataba de memorizarla. Se preguntaba por qué no lo había hecho antes, recordó que le comento estar ocupado. ¿Con qué? Su vida parecía tan pacífica y feliz.

Sus ojos se encontraron cuando le observaba con dedicación, Jimin le observo por segundos hasta que quitó la mirada porque Jungkook le había sonreído. Su ego se elevaba al saber que le causaba nerviosismo a aquel querubín.

El pequeño ensayo termino y la razón por la que formaba parte del coro jamás se formó para cantar con los demás. Con las manos en los bolsillos camino hacia él que estaba sentado en una de las bancas con los ojos cerrados, una vez más supuso que estaba rezando, así que espero a que terminara. Cuando estaba seguro de no molestar a su charla con Dios, se sentó a su lado y le tocó el hombro.

"¿Por qué no te nos uniste?"

"No lo veía necesario." Se encogió de hombros. "Ya sé cómo va todo."

"Presumido." Rió.

"¡No, no!" Se apresuró a decir. "Solo que... no veía necesario hacerlo."

"Claro." Asintió. "Aún así, quería escucharte cantar de cerca, con todas las voces no podré distinguir tu voz."

"¿Por que querrías escucharme?" Rió algo nervioso.

"Siento que tu voz es linda, vamos, no me prives de oírte."

Jimin lo pensó unos cuantos segundos, sus mejillas se sonrojaron por el nerviosismo, desvío su mirada de los ojos redondos de Jungkook y comenzó a cantar algo breve. Arrugaba su pantalón entre sus manos por los nervios mientras que su acompañante confirmaba todo lo que pensaba de él.

Era un ángel, un regalo de Dios para la tierra. Su voz era una caricia a su alma y una condena para su corazón. Pensar en que arrancaría los más pasionales gemidos de esa voz tan melodiosa le hacía ansiar aún más el momento.

Cueste lo que cueste, Jimin sería el ángel que haría caer.

"Que bonita voz tienes."

"Que gracioso." Sonrío desviando la mirada, se sentía intimidado por la cercanía y las palabras de Jungkook.

"En serio." Dijo con una voz baja, queriendo que solo fuera para los oídos de Jimin. "Tienes una voz preciosa, como la de un ángel. Cantas muy lindo."

Y era imposible que palabras tan acarameladas no causarán algo en Jimin, su corazón latió rápidamente y sus mejillas se tornaron rojas por el halago. Sintió muy lindo al escuchar eso, sintió algo indescriptible al escucharlo.

Miro a los ojos de Jungkook para agradecerle, pero se congelo al fijarse en sus iris cafés y sus redondos ojos, no pudo decir nada en un silencio tan incómodo y cómodo a la vez. Era tan extraño, sobre todo cuando tenían en frente a una enorme cruz.

"Aquí estás." El silencio se rompió por la repentina voz femenina en sus espaldas. "Creí que solo llegarías a la misa."

"Oh." Jimin desvió su mirada de Jungkook y la dirigió a la mujer que le hablaba. "Quería ensayar un poco. Hola."

"Hola. Que bien, ¿que tal todo? ¿Lograste aprenderte todo?"

"Sí." Asintió sonriendo. "Uhm, que grosero." Susurró, una vez más puso sus ojos en Jungkook y con una sonrisa volvió a hablar. "Jungkook te presento a mi novia Seulgi y Seulgi te presento a mi nuevo amigo Jungkook."

Había sido un descubrimiento sorpresa, no se había imaginado siquiera la posibilidad de que Jimin tuviera a alguien más en su vida.

Aún así, no se acobardo. Siguió con la idea de tomar a un ángel de sus alas.




















(6/6)
nos vemos el próximo domingo :3 espero la historia les esté gustando 🩷

Padre consuelame en tus brazos ; km auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora