Padre consuelame en tus brazos ; km au

VI.

Tenía muchas mejores cosas que hacer un viernes por la tarde, podría estar con sus amigos hablando de cualquier tontería, o entre las piernas de uno de sus amigos con derecho. Podría hacer cosas más interesantes pero estaba ahí, en la iglesia cantando mientras miraba de reojo a Jimin quien aún se memorizaba la letra de la alabanza.

Nunca le había puesto tanto empeño a meterse en los pantalones de alguien, jamás había reunido todo el interés que sentía ahora. Nunca.

Estando en un colegio católico que tiene mil y un prejuicios le era fácil conseguir a alguien con quien desestresarse después de oír siete veces a la semana que se irían al infierno, era joven y estallaba por las hormonas, un colegio católico le había conseguido todos esos amigos con derecho que podía llamar cuando quería sentir algo de placer. Que ironía.

Como se le había hecho sencillo conseguir piernas ajenas, le sorprendía que esté tan enmelado por alguien que sabía no sería fácil de torcer, solo con ver a Jimin sabía que sería uno de los retos más ambiciosos que se pudo poner.

Era un cordero fiel, era un ángel caído y un devoto a su Dios. Había crecido entre los prejuicios de la iglesia y de los creyentes, había crecido con una fe incorrompible y un amor a escrituras de hace años.

Sería difícil, más no imposible.

En sus ojos encontró el anhelo de sentir, en sus ojos encontró la enorme necesidad de sentir tanto hasta parar su corazón. Y él estaría más que encantado en ser quien haga que aquel corderito sienta hasta que se olvide de la fe que lo siguió por años.

Alguien sediento por sentir y él sediento por poner sus manos sobre su piel, llenar su rostro de saliva y devorar cada pedazo de su cuerpo para marcarlo como suyo. Jimin quería sentir y Jungkook quería devorarlo.

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