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-y ¿Quieres ser mi novio tsukki?- preguntó al separarse un poco dandole la sonrisa más brillante y hermosa que el rubio haya visto, haciendo que su corazón salte alocado y que las mariposas provoquen un tornado en su estomago-

-Frunció el seño acercandose nuevamente rozando sus narices-Esa era mi linea yamaguchi- le dió un beso rápido- si quiero- sonrió levemente mirandolo con total amor y ternura- si quiero ser tu novio- lo abrazó rodeando la cadera de su ahora novio con sus largos brazos, acercando su cara al cuello del peliverde aspirando su dulce y a la vez refrescante olor-

-yamaguchi rodeo al rubio por el cuello soltando una risita- no puedo creer que esto este pasando, esto no es un sueño ¿Verdad?- sintió como tsukishima sonrió contra su cuello provocandole un escalosfrio- ¡Auch!, no me peñizques- se quejo después de sentir como el más alto le peñizcaba parte de la cintura-

-No es un sueño- respondió a las dudas del peliverde haciendo que ambos corazones se sientan cálidos-

Yamaguchi se sentía en el cielo, tsukishima se sentía mucho más allá, tantos años torturandose por ese amor, tantos años sufriendo, tantos años anhelando estar en los brazos del otro, besar los labios del otro, sentir el cuerpo del otro,
tantos años que valieron la pena esperar.

Porque estaban juntos y nadie los separaría, y si lo intentaban sería en vano, eran uno, eran las estrellas y su luna, confiaban ciegamente en el otro, amaban perdidamente al otro y lucharían contra bala y espada por su amor.

-Esto es muy vergonzoso pero- yamaguchi se separo un poco para mirar a la cara a su pareja- te amo tsukki- dijo con la cara roja y una sonrisa cargada de amor-

-tsukishima lo quedo mirando, era una de las miradas más hermosas que alguien pueda ver, lo miraba con amor y pasión, lo miraba como si fuera la joya más hermosa y a la vez la rosa más delicada- yo también tadashi- y volvió a unir sus labios, le dio un beso, que se volvieron en dos y luego en tres, pasaron minutos besandose, minutos que pasaron a ser una hora, en la cual solo eran ellos dos, besandose  sonriendose, acariciandose y amandose... hasta que-

-¡Mierda!- yamaguchi se separo de los brazos del rubio y lo miró- ¡Kageyama!-
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Yamaguchi buscaba a su amigo por todos lados, pero pareciera que la tierra se lo hubiera tragado.

-Ya no se donde más buscar, buscamos en su sala de clases, en la enfermería, en los baños, afuera- decía desesperado mirando al más alto- hinata esta en la sala, pero kags no está, ¡maldita sea!, ¡donde esta!-

-tranquilo, el rey va a aparecer- lo intentó tranquilizar-¿no a contestado tus mensajes?- el peliverde negó- ¿y si lo llamas?- Sugirió, estaban pasando por el gimnasio, buscandolo, lo bueno es que a esa hora tenían hora de autoestudio, asi que su presencia no era totalmente necesaria-

Yamaguchi agarró otra vez su celular marcando el número del azabache, prestó atención a los pitidos que soltaba el aparato, esto indicaba que Kageyama tenia su celular prendido, pero no contestaba.

-Por aquí- el rubio agarro su mano guiandolo a la parte trasera del gimnasio, se escuchaba el tono de llamada que yamaguchi conocía haciendo que vaya un poco más rápido al encuentro de su amigo-

-Kags- lo llamo al verlo, estaba apoyado en la pared, abrazando sus rodillas y su cabeza escondida entre estas-

Kageyama al escuchar la voz de Yamaguchi subio la cabeza para mirarlo, estaba a nada de romper en llanto otra vez cuando vio que a su lado estaba tsukishima, aguantandose todas las lágrimas y tragandose el nudo que tenía en la garganta, puso su cara lo más neutra posible, no tenía la confianza de mostrarse débil frente a él.

Enamorarlos? Naa mejor lloremos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora