Capitulo [2]

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Habiendo hablado brevemente de mi pasado, el mismo que me llevó a convertirme en detective privado, un oficio que consiste en fotografiar a personas que cometen errores beneficiosos para quienes nos pagan el precio adecuado, es hora de hablar de mi presente.

¿Qué puedo decir? La vida de un detective privado no es un oficio que prometa jubilación o estabilidad. Me atrevería a decir que corremos tantos riesgos como los héroes que salen en televisión a menudo. Dichos riesgos pueden resumirse en jugarse el pellejo por la información que el cliente ha pagado, así como fotografiar a gente que no quiere ser fotografiada. Con el tiempo, se volvió común que algunos objetivos nos amenazaran, nos dispararan, nos denunciaran a la policía o incluso nos persiguieran, muchas veces en grupos de diez o más matones de bandas de villanos en ciertos sectores de Tokio.

Aún recuerdo las veces en que, tanto mi socio Shoto Todoroki como yo, tuvimos que llegar de improviso al hospital más cercano para atender las heridas que nos había dejado algún villano o criminal.

Afortunadamente para nosotros, esos casos cotidianos, aunque solo beneficien al cliente, nos ayudan a mantener a flote económicamente nuestra agencia. Al final, nuestro objetivo primario es hacer el bien, una meta que comparto con mi socio a pesar de todo, por lo que muchas veces anhelamos que nos asignen casos más "interesantes".

Con "interesantes" nos referimos a aquellos casos en los que nuestros contactos en el gobierno o la policía solicitan nuestra ayuda porque ellos han sido incapaces de resolverlos. Me gustaría decir que usualmente recibimos ese tipo de casos, pero lamentablemente solo aparecen unas pocas veces al año. Después de todo, la heroína Melissa Shield, aunque nos resulte molesto de algún modo, es conocida por encontrar y desmantelar la gran mayoría de las organizaciones criminales por su propia cuenta y en muy poco tiempo. Así que no es una sorpresa que no haya tantos casos en los que se requiera nuestra ayuda.

Ahora mismo, poco después del quinto aniversario de nuestra agencia, no hemos tenido ningún caso "interesante" en meses, y hemos llegado a un punto en que la rutina domina el ambiente dentro de la agencia.

Cómo por ejemplo, nuestra secretaria desde hace unos años, Michiru Kagemori, una vez que termina de clasificar los expedientes, simplemente se recuesta con los pies en la mesa de recepción y se limita a ver partidos de béisbol o jugar videojuegos en el ordenador, que se supone es para su trabajo. Mientras tanto, nosotros también nos limitamos a estar aburridos en nuestros escritorios, sin ningún reto en el cual concentrarnos.

Especialmente cuando la mayoría de los casos son sencillas peticiones relacionadas con infidelidades en matrimonios fracasados, rastreo de desfalcos en empresas, y cosas por el estilo. Son tareas sencillas que podríamos resolver en cuestión de horas, pero que, al fin y al cabo, resultan aburridas tras el tiempo que llevamos abiertos y habiéndonos acostumbrado a ellas.

A veces, el silencio se volvía tan incómodo por la falta de nuevos clientes a ciertas horas que me veía obligado a charlar con Shoto para evitar pasar otra interminable hora mirando el teléfono.

—¿Shoto? —inicié la conversación desde mi escritorio, con la cabeza apoyada sobre la mesa debido al aburrimiento—. ¿Qué crees que nos depara el futuro?

Shoto, sin levantar la vista de su asiento, seguía enfrascado en la lectura de su novela shoujo favorita, recomendada por su hermana mayor, por cierto. Sin mucho interés, se limitó a contestar:

—Esta sociedad de héroes va a colapsar tarde o temprano. Solo esperemos estar muertos cuando llegue ese día. No entiendo por qué te preocupas por el futuro —respondió, pasando la página de su novela con aparente indiferencia—. Estamos disfrutando lo que hacemos y no tenemos planes de retiro, así que es mejor vivir en el ahora.

Dreamwalker: La travesía del soñador [Izuku x harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora