EROS libro 1.

Capítulo 3. Limites

Massimo

De camino al club en el sur de Florencia, hay una bailarina que me causa mucha curiosidad porque es la mujer de uno de los primos de Vicent, el puso a su mujer en ese lugar como stripper, desconozco la razón pero Afrodita es el club mas importante que tenemos y el que mas visito por la gran cantidad de negocios que se cierran aquí, en el bajo mundo se le conoce como el lugar donde ocurren los mas importantes negocios de trafico de drogas, armas y mujeres, yo nunca me metería con los niños, no se merecen vivir en la miseria y pasar por cosas horribles, el resto no me importa.

El primo de Vicent es conocido como "Evil" por ser sanguinario a la hora de asesinar a sus enemigos, de igual forma es un maldito infiel que se la pasa metiéndose con mujeres, dejándolas embarazadas por doquier y obligando su esposa a bailar para cientos de desconocidos y miembros de la mafia para ganarse la vida. No me parece que sea la mejor manera de tratar a tu esposa, pero cada quien hace lo que quiere y prefiero evitar problemas con ese sujeto problemático, a cada nada se esta peleando si intentan tocarla, pero ni siquiera el la respeta, jajajaja, que pocos huevos tiene el cabron.
Se enoja si la quieren tocar, pero la tiene trabajando para eso, maldito desquiciado.

— Hoy entra una chica nueva, es hermosa, supongo que te gustara conocerla y probarla si quieres, al parecer es la primera vez que tiene un empleo como este pero lleva años bailando — dice Darren.

— Bien, tendré que conocerla — tomo un pequeño sorbo de la copa de vino que tengo en la mano derecho — quizá si me gusta la hago mi puta personal, quien sabe.

— Ven por acá, esta en los camerinos preparándose para darte un baile privado.

Al atravesar el umbral veo a una chica con buenos atributos, es algo baja de estatura, calculo que mide menos de 1.65 cm., supongo que esto depende de los tacones que use, es esbelta, tiene grandes caderas y glúteos, piernas ejercitadas, es notorio que se ejercita diariamente, no tiene mas de 23 años, es muy joven a mi parecer. Lleva puesto un brasier color rojo, al igual que una tanga del mismo color, y un arnés que va desde su cuello hasta sus piernas del mismo color, tiene el cabello negro, sus ojos son color miel, su piel es muy blanca, me encantaría marcarla.

— Es un gusto conocerla principessa —digo mientras estiro el brazo para saludarla con un apretón de manos al que ella corresponde — espero que disfrutes trabajar con nosotros.

— Massimo Santorini, no esperaba trabajar para usted en este lugar — dice sin apartar sus ojos de los míos.

— Parece que me conoces, ¿Cómo sabes quien soy?

— Soy stripper, no idiota o una analfabeta para no saber quien es usted, aparte de ser uno de los más grandes magnates de Italia.

— Me impresiona todo lo que sabes de mi, quien diría que alguien como tu lo sabría.

— Le mostrare mi trabajo, pero debo dejar en claro que en ningún momento me acostare con hombres, eso no es lo mío señor — dice seriamente mientras cruza los brazos.

— Si es lo que quieres, esta bien por mi, tu decides cuanto quieres ganar aquí, en este lugar a nadie se le obliga a nada y menos cuando entra por su cuenta.

— Gracias por respetar mi decisión señor.

— Dios, no vuelvas a llamarme así — me acerco a su oído y susurro — a menos que quieras ser mi amante y estoy seguro que eso te encantara.

— Gracias por la oferta, sin embargo, no estoy interesada en usted o cualquier ser masculino, no me mal entienda, soy heterosexual, pero no soy ramera para venderme de esa forma.