Día 4. Ropa de maternidad

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Cuando regresaron de su luna de miel, los soberanos anunciaron a los residentes del Hotel que Alastor esperaba un bebé, por supuesto fue una completa locura, y los primeros meses de embarazo no fueron precisamente una maravilla; sufría constantes dolores de cabeza, mareos, vomitos excesivos día y noche, calambres en sus piernas, se cansaba más fácil, antojos extraños...
Sin embargo, nada de eso se comparaba con los cambios hormonales y físicos que experimentaba con cada semana que atravesaba.

Lo más molesto para Alastor fue lo mucho que creció su vientre, su ropa obviamente ya no le quedaba, lo cual odiaba porque lo que menos desea es perder su estilo elegante característico, su orgullo era tanto, que Lucifer tuvo que llamar a Rosie para que hablara con Alastor y lo convenciera de que debe utilizar ropa de maternidad, más que nada para no afectar el crecimiento del bebé con los ajustados trajes que suele usar.

—Al, cariño solo te pido que te pruebes los modelos que diseñé para ti.— Le propuso la overlord con su clásico tono maternal, pero Alastor continuaba desparramado en el sofá de su habitación, con ambas manos sobre su vientre en un intento de que el engendro ahí adentro dejara de moverse.— Si no te gustan puedo hacer más, pero, amor pruebatelos.

—...— El ciervo suspira molesto, la comisura de sus labios temblando.

—Mm, cariño es algo más que la ropa, ¿no es cierto?— Alastor hizo contacto visual con su amiga, sus ojitos brillantes pero tristes.

—Es algo más que la ropa...— Afirmó tras segundos en silencio, Rosie se acerca al demonio y lleva su diestra sobre la de él, quien desvió la mirada, sintiendo un nudo formarse en su garganta; durante toda su existencia había sido un símbolo de control, poder y elegancia, ahora, su cuerpo estaba cambiando de maneras que jamás hubiera imaginado.

Sentía que perdía el control de su vida, de su imagen, y lo que más le dolía, su esencia.

—Rosie... No estoy nada cómodo con lo que me pasa, no puedo dormir en las noches, este mocoso me patea todo el día, todo me enoja o me entristece, mi ropa ya no me queda, y todos aqui me tratan como si fuera un inútil.—Murmuró Alastor, con una vulnerabilidad que rara vez mostraba; acariciaba su vientre, donde su engendro crecía, el proceso era maravilloso, también lo asustaba, y en veces, lo odiaba.

Rosie le sonrió con ternura.

—Querido sé que estos cambios son nuevos, qué te aterran, y que no son nada fáciles de atravesar, pero estás gestando una nueva vida y es un proceso complicado, su majestad quiere lo mejor para ustedes dos.— Sostiene la mano del demonio con cariño, Alastor cerró los ojos, sabía que Rosie siempre tenía razón, más aceptar esa nueva realidad aún le cuesta.

Parte de él se aferraba al pasado, a su figura esbelta y traje impecable, la otra parte sabía que debía dejar eso atrás, no solo por él, sino por el bebé que llevaba dentro... O al menos mientras esté ahí, pateando sus entrañas sin piedad.

—Ah querida, siempre tienes razón...

—¿Qué puedo decirte? Así soy.— Los dos se sonríen entre sí.— Además, la ropa de maternidad no tiene por qué ser aburrida o poco elegante, de hecho, he diseñado algunos trajes que creo que te van a encantar, ¿cuando te he fallado?— Alastor abrazó más fuerte su vientre.

—Está bien Rosie lo intentaré. Por el bien del bebé... Y por mí también.

—Al fin querido...— La overlord se levanta con gracia para buscar las prendas que había traído consigo; cuando volvió, le mostró a Alastor una serie de trajes y vestidos hechos a medida, con telas suaves y elásticas que se adaptan a su vientre.

—¿Por qué hay vestidos?

—Mera comodidad Al, pruebate lo que desees, te sentara bien cualquiera.— Alastor dudó al ver esos vestidos, pero la curiosidad fue mayor, puede darles una oportunidad.

Tomó uno de ellos, rojo con lazos dorados que caen desde su cintura, con manga larga, hombros caídos, llega debajo de las rodillas; luego se levantó del sofá con cierta dificultad, apoyándose ligeramente en Rosie, que le ofreció una mano con una sonrisa reconfortante.

—Si te incomodan aún hay pantalones.— Dijo Rosie mientras ayuda a Alastor a desvestirse, quitándole con cuidado el ajustado traje que había insistido en seguir usando a pesar de las recomendaciones de los médicos, de Lucifer, de Charlie, y de todos.

Nuevamente, con ayuda de Rosie se puso el vestido; al ver su reflejo en el espejo, no podía creer lo bien que le quedaba la prenda.

—Es...— Quiso formar una frase, sólo que el nudo de su garganta no se lo permitía.

—Hermoso.— Completó Rosie, sonriendo con orgullo.— Te ves hermoso, Al, y aún más importante, estás cómodo.— Alastor esbozó una sonrisa genuina; por primera vez desde que su vientre había comenzado a crecer, se sentía tan... Bien con su cuerpo.

La ropa de maternidad en definitiva resultó ser mejor que mantener su postura de ciervo preñado orgulloso.

—Supongo que usar estos vestidos de maternidad no está tan mal.— Admitió finalmente, pasando su diestra al vientre bajo, abrazando con cariño, como suele hacer.

—Sabía que te encantaría.— Responde Rosie, triunfante.— Y si gustas puedo diseñar más así, para que nunca pierdas tu estilo querido.— Alastor asintió, aceptando que debía adaptarse a los cambios de su cuerpo, temporalmente claro.

La preocupación por cómo el bebé afectarían su imagen y su control comenzaba a desvanecerse, al darse cuenta de que lo más importante ahora era el bienestar de su hijo, y el propio.

—Gracias querida, en serio necesitaba hablarlo contigo.— Siguió tocando su vientre, esta vez con una sensación de aceptación que antes no tenía.

—Siempre estoy aquí para ti, cariño. Oh, por supuesto también para mí futuro ahijado.— El demonio abrazó a su mejor amiga con fuerza, cuidando de no aplastar al pequeño.

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Rosie es de las que se guian por la forma del vientre o esas cosas de las abuelas para saber si es niño o niña, y pues si acertó jsjjs...

Btw cuando publique el sig día quiero que sepan que los amo, mucho, mucho, mucho :'3 🩷🩷🩷

✿★ ᴀʟᴀꜱᴛᴏʀ ᴍᴏᴍ ᴡᴇᴇᴋ ★✿ (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora