Chapter 1 - Arrogantes y ególatras

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-¿Vas a explicarme qué hacemos aquí? Necesito volver a casa antes de las 3 o mi madre sospechará - dije apoyándome contra el barandal que daba al río. Hacía dos horas que habíamos salido de clases. Mi madre iba a ponerse como loca.

-Relájate, ya le hace falta a tu madre un poco de adrenalina.

-¡Oye! Cuidado con mi mamá - contesté mirando a Venus con reproche.

-Tranquila, no faltaras a tu clase de francés - bufé.

-¿Ahora sí me dirás qué hacemos aquí?

-El viernes veré a Nathan y necesito las entradas - dijo Venus mirando hacia el río.

-¿Otra de sus clandestinidades? - pregunté irónica.

-Algo así - rió.

-Si tu madre se enterara...

-¿Podemos dejar de hablar de madres? Y no tiene porque enterarse. Si le digo que estoy en tu casa no sospechara. Además Benny fue desterrado oficialmente así que ya no hay peligro.

De solo acordarme de la última fiesta y lo cerca que estuvo de la cárcel me da escalofríos.

-Así que... vas a ir.

-¿Vas? Vamos - me miró.

-¿¡Vamos!? ¿Quién dijo? - la miré sorprendida.

-Yo - respondió con tranquilidad.

-¡Já! Sabes que esas fiestas no son lo mío.

-¡Payton! No vas a dejarme ir sola, ¿o si? ¿Y si me pasa algo?

-La última vez que me fije mi nombre no era Batman - reí, pero el sonido fue opacado por el rugido de un motor.

Una montaña negra aparcó frente a nosotras. Harley negra. Casco negro opaco. Pantalón, remera y campera de cuero negra. De lejos podrías adivinar que era uno de los desagradables amigos de Nathan. Lo más probable es que simplemente tenga un dólar en el bolsillo. Un dólar desparramado entre repuestos y cera para la moto, y drogas. Así eran todos en la parte oeste de la ciudad. Desagradables y peligrosos. Una vez había tenido que salvar a Venus de una de esas "fiestas". Prácticamente tuve que rogarle al taxista que me llevara. Y pagarle extra. Creo que nunca había estado tan asustada en mi vida, y prometí que nunca volvería a entrar.

-¿Venus? - preguntó la voz detrás del casco.

-Soy yo - sonrió dando un salto cerca de la moto.

-Aquí tienes - habló tendiéndole un pequeño sobre blanco. Venus lo inspeccionó y sacó dos entradas amarillentas escritas en negro. Fruncí el ceño.

-Aún no entiendo por qué necesitan entradas para esa cosa. ¿Tanta exclusividad hay en el oeste? - pregunte burlonamente.

El casco se movió, y supe que debajo del vidrio polarizado aquel tipo estaba mirándome. Desagradable, pensé. Sus manos lo ayudaron a quitarse el casco y se me atascó la respiración. ¿Cabello de oro y ojos de miel? Eso no era lo que me esperaba. Tres segundos más tarde me di cuenta que la expresión en mi cara era literalmente lo que puede llamarse "ridículo". Supe que el tipo rubio lo había notado porque me lanzó una media-imposible-que-sea-tan-bella sonrisa de lado, que no supe si catalogar como extremadamente adorable o totalmente irritante.

-Se supone que es para que las niñas que van y luego corren a acusarnos con sus papis no entren - me dijo poniendo su casco enganchado en su codo.

-Compadezco a cualquier niña que haya entrado - repliqué con una mueca de desagrado. Venus me miró.

-También yo - rió, mostrando sus perfectos dientes y una mirada que desafiaba a voltear la tuya.

Rusty ArmourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora