VI

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Hoy era  el último partido de baloncesto en el Instituto, el día más esperado por mi primo, casi dejo el poco aliento y pulmón bueno que tenia por correr a su casa.

Maldito Nicolás tenía que interrumpir cuando estaba por saber quien mato a los padres de Fleur, más le vale que mi primo este con un ataque al corazón por hacerme salir de mi casa.

-Llegue los más rápido que mi piernas me dejaron, ¿Qué le pasa? – pregunté en tanto entre a la casa de mi primo.

-Míralo tu misma. Esta en el baño desde hace dos horas. No me ha dejado tomar una ducha – respondió Nicolás mientras me señalaba que aún estaba en pijama.

Como son vecinos, Nicolás viene a fumar y salir de fiestas con mi primo, aún no entiendo por qué yo soy la más enfermiza y estos se meten hasta el orégano de mi tía Liana y como si nada.

Pero quien somos nosotros para juzgar.

-¿Tú pijama es de naves espaciales?
Nicolás fijo la vista en su atuendo, el cual eran naves espaciales animadas junto con unas estrellitas.

-Puede ser. Pero yo no fui la que fue al instituto dos días con el par de deportivas cambiadas, y una era negra mientras que la otra rosa.

-Yo tenia doce, ¿Cuál es tu excusa? – me burle y el me miró mal.

-¡Sácalo de ahí!

-Vale, déjamelo a mi – volví mi vista a la puerta del baño - ¿Alexander? Soy Vale, ¿te encuentras bien?

-Creo que estoy enfermo- contestó con la voz temblorosa.

-Vale, pues sí estás enfermo podrías salir del baño e ir a un hospital. Yo te acompañaría, ¿Vale?

-De hecho estoy muy cómodo aquí- su tono volvió a la normalidad.

-¡ALEXANDER SAL DE AHÍ, NECESITO DUCHARME! – grito Nicolás bastante enojado comenzando a golpear la puerta.

Le golpe el brazo y lo aparte de la puerta.

-Te he dicho que yo me encargaría.

-Pero le estoy orinando- se quejó.

-Pues ve a hacer en un arbusto o algo así- le dije irónica- Alexander, si no sales del baño no podrás prepárate para jugar el parrido de hoy – mi voz sonó muy calmada para hacer que esta bestias saliera del baño.

-Que  lastima – dijo tranquilamente- Supongo que será para la próxima.

Así estuve como veinte minutos intento que saliera del baño, pero nada funcionaba. Hasta le ofreci  dinero.

-¿Y ahora qué hacemos? – Preguntó Nicolás, creo que sí se estaba asiendo pis, saltaba de un lado al otro.

-Tendré que usar mi arma secreta, ¿lo puedes vigilar?

-¡Te dije que me esta orinando! – respondió.

-¿Dónde esta el gilipollas? – preguntaron detrás de nosotros.
Amanda estaba furiosa, que decir furiosa, estaba endemoniada.

-Alexander, he preparado esta rutina por dos semanas y tu estúpida cobardía no me la va arruinar. Si te haces el enfermo cancelaran el partido ¡mueve el maldito trasero ahora! – ordeno la pelirroja.

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⏰ Última actualización: Sep 27 ⏰

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El arte de mirarnos // Marc Guiu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora