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-¿Así que sabes tocar el piano, querida? –Preguntó Maggie, la reina de Nordia, dirigiéndose a Camille, quien estaba a punto de llevarse un bocado de su desayuno a la boca.

Ante la pregunta de la reina, Camille dejó rápidamente la porción en su plato, se limpió las manos con un paño y miró a la dulce señora antes de responder.

-Sí, puedo defenderme... –Dijo riendo suavemente, consciente de la mirada atenta y juzgadora de su madre.

-¡Oh, no digas tonterías, hija! –Interrumpió Edgard, el padre de la princesa-. Sabe tocar espléndidamente. Toma clases desde los tres años, ¡es toda una pianista! –Comenzó a reír el rey. Al verlo, Isabel, la madre de Camille, imitó su gesto y también rió. Su hija, sin pasarlo por alto, noto la falsedad en el acto de su madre. Siempre buscaba la aprobación del rey.

Camille la miraba expectante "Con que ahora ríe..." pensaba en su interior.

-¡Eso es espléndido! ¿Sabes? Mi hija, Billie, también es muy aficionada al piano... ¡tal vez podrían hacer un dueto esta noche! –Exclamó la reina de Nordia, emocionada, tomando la mano de Camille por sobre la mesa.

Camille deseaba desaparecer. ¿Un dueto con Billie en el piano? ¿Acaso tendría que encontrarse con ella en todas partes de ahora en adelante?

-No creo que eso sea una buena idea, Maggie –Intervino la madre de la joven, y por primera vez, Camille le agradeció internamente—. Camille deberá estar bailando y recibiendo a los invitados con Finneas. El reino quiere ver a los futuros reyes juntos, ¿cierto, Edgard?

Nuevamente Isabel buscaba la perfección en el puesto de Camille, en cambio su hija ya estaba lamentándose por el dolor de pies que tendría luego de la noche que se aproximaba.

-Por supuesto, Isabel, tienes toda la razón –Respondió el rey Edgard con una sonrisa-. El pueblo de Emberfell estará ansioso por ver a los futuros reyes en el baile de esta noche... -Termino diciendo Edgard de acuerdo con su esposa... Aunque su lado paternal deseaba ver a su hija mostrándole al pueblo el talento que tenía con el instrumento.

La reina Maggie asintió con un gesto comprensivo.

-Desde luego, no quisiera interferir con las expectativas del reino –Admitió la reina de Nordia, mientas suavemente quitaba su mano de la de la princesa Camille-. Tal vez otra ocasión será más adecuada para el dueto –Dijo, esbozando una sonrisa que no alcanzó a disipar por completo el alivio que Camille sintió en su corazón.

Finneas, quien había estado escuchando la conversación en silencio, intervino entonces con cortesía.

-Estoy seguro de que habrá muchas oportunidades para que Camille y Billie compartan su talento musical... –Expresó tímidamente el joven, mirando a su madre y al padre de Camille-. Esta noche, sin embargo, trataremos de actuar lo más acorde a la situación con Camille frente al pueblo. –Continuó el rubio, ahora mirando a su prometida.

Camille asintió sonriéndole a Finneas. Si bien el joven era tímido y por momentos torpes, sabia como manejar situaciones incomodas.

-Así es, querido –Dijo Isabel, mirando a Finneas con una sonrisa, encantada con el prometido de su hija-. Esta noche será una ocasión importante para nuestro reino y quiero que todo sea perfecto. –Dijo estrictamente la medre de la princesa.

Camille, en cambio, esta vez no estaba analizando la actitud de su madre. Si no, que estaba observando el lugar vacío en la mesa junto a ella, preguntándose donde estaría la princesa Billie en ese momento. Ya había pasado la mitad del desayuno y la joven princesa aún no había aparecido.

Ojalá - Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora