Capítulo 1 [Se abre el telón]

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El aspecto de la fuerza es algo que nos acompaña desde el principio de los tiempos, desde nuestra supervivencia en el tiempo salvaje, hasta las hazañas casi inhumanas que logramos al romper nuestros límites en la actualidad. Pero hay una demostración de fuerza que todos mostramos pese que nuestros cuerpos sean frágiles. Nuestro ardiente espíritu que nos mantiene de pie ante la adversidad, nuestra voluntad de vivir.

El mejor aspecto de toda la humanidad es la resiliencia, aquella capacidad de moldearnos y mantenernos en nuestro ambiente, el aprender a soportar cualquier trauma o poder vivir con cualquier herida, sanando completamente o lidiando con ese dolor por el resto de nuestra vida.

Es nuestro amor por vivir aquello que nos mantiene vivos hasta el día de hoy, esa eterna búsqueda de seguir viviendo más y disfrutando cada día como si fuera el ultimo. Desde el niño que comienza a explorar el mundo y sus maravillas, hasta el anciano que se sostiene con su bastón, agradecido por su presente.

Está es una historia sobre la fuerza de un joven, aquel que trata de sostenerse ante sus propias adversidades, un camino en el cual deberá comprender que la fuerza va más allá que la que puede demostrar con su cuerpo. Donde se verá el temple de su alma ante una juventud que apenas comprende.

Este hombre en desarrollo se encontraba atravesando un duro inicio, siendo víctima de abusos y extorsiones por parte de tunantes que lograron convencerlo en caer en actos humillantes para su persona.

Su debilidad mental y urgencia de violencia fue expuesta en muy poco tiempo, al llegar a los límites de su paciencia y demostrar que su carencia más grande era diametralmente opuesta a su exceso de fuerza física. Aquel acto barbárico dejó resultados que lo marcarían para siempre.

El joven humano se hallaba acostado en una cama maltrecha, un tiempo después de esos eventos. Su habitación se encontraba desordenada, con un escritorio levemente alumbrado por la luz que escapaba entre las cortinas de su ventana.

Él estaba recuperándose de aquel encontronazo. El ojo morado es el recordatorio de porqué termino en un barrio marginal, y pronto a asistir a un instituto nuevo en su último año de estudio. Jamás se imaginó que las consecuencias por una foto inocente podrían llevarlo tan lejos. Pero ya estaba acostumbrado a ir a esos extremos violentos para callar a aquellos que trataban de meterse con el... pero esta vez superó casi todos los limites...

"Demonios..." -Dijo luego de observar el techo esperando que pasen las horas- "Ni siquiera pude dormir bien... Se escucharon pasos toda la noche y no puedo hacer nada contra estos esquiva meteoritos... son tan cobardes que es seguro que tengan una pistola en mano si quiero reclamarles de frente... se cagan por un jodido humano..." – durante el tiempo que pudo, comenzó a reflexionar acerca de su situación, sentándose a los pies de su cama, contemplando el desastre que era su nuevo "hogar" - "Era esto o la correccional..." – Se dijo buscando consuelo – "Supongo que esto es mejor... Pero también, solo lo tendré el tiempo que me tome el terminar mis estudios, luego me tocará mantenerme por mi cuenta... Por suerte nunca tuve problemas con las notas...".

El joven, preparándose para su ultimo primer día de clases en su nuevo instituto, Escucho el celular en su escritorio. Al verlo, se encontró con un mensaje de su padre – "Anon, comprendo por lo que pasas. Entiendo que tengas problemas con tus ex compañeros en Rock Bottom gracias a esas estúpidas fotos, pero debes entender que lo que hiciste fue lo peor que se te pudo ocurrir. Afortunadamente para ti no levantarán cargos si te mantienes alejado de Rock Bottom por un tiempo LARGO. No deberás pagar el alquiler y se te enviará dinero mensualmente acorde a tus gastos así que ten una lista de compra con todo y precios y envíamela para darte el dinero justo, o no te enviaré nada el próximo mes. Deberás recordar que también es tu ÚLTIMA OPORTUNIDAD para retomar un mejor camino. La universidad o la milicia son las opciones que estoy dispuesto a apoyar, de resto es tu responsabilidad. No preocupes a tu madre. Y si se te ocurre causar otro problema como ese, yo mismo me encargaré de ti".

Desencuentro del Espíritu combativoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora