6

79 3 0
                                    

Carlos

Mientras nos bañábamos, intentaba relajarme con sus palabras, pero mi mente estaba en otro lado. No tenía un asiento para el año que viene, tampoco tenía una manera de aferrarme porque todavía ninguna escudería se había enterado de mi intercambio por Hamilton. Entendía a Ferrari, cuando un heptacampeón del mundo toca tu puerta, lo primero que haces es ofrecerle que se quede, y más cuando su sueño es retirarse ahí. Pero por otra parte, yo me sentía traicionado. Lo había dado todo, había puesto cuerpo y alma en ese asiento, y de repente todo lo habían tirado por la borda.

–Todo irá bien –besó mi cabeza.

–... No estoy seguro de eso, Emma.

–Céntrate en el ahora entonces.

Me levanté y me puse cara a cara con ella. Sabía que lo que quería era sacarme esa idea de la cabeza, pero sin un asiento, estaba desempleado. En paro. No me hacía a la idea de perder mi trabajo. Sin trabajo, no hay dinero. Y no creo que nos vaya bien.

–Estoy segura que se irán más pilotos y te llamarán a pares. Por ejemplo, Mercedes.

–A Toto Wolff solo le importa una cosa, y es que sepas ser independiente. Parece que no lo has visto todavía, porque no hace cuentas de fijarse en mí, tiene el ojo puesto en un chavalín de 17 años… –suspiré, frustrado. Deseaba equivocarme y que Emma tuviera la razón en esto.

–Bueno… Intenta no comerte la cabeza.

–Emma, ¿puedes entender que si yo no consigo un asiento este año nos quedamos sin fuente de ingresos?

–Confía en mí.

–¿Qué harás al respecto?

–Nada, no puedo hacer nada. Pero estoy segura que seguirás en la Fórmula uno.

Parecía como si todavía no se había enterado de cómo era este deporte. Llevaba años en esto, ¿y aún no entendía que es más difícil entrar que salir? Aquí te dan una patada y hasta luego. Y a mí, me la acababan de dar.

–... No lo entiendes…

–Mira, da igual.

–No, no da igual. Ojalá tengas razón y me llamen, pero entiende que estoy muy nervioso. Haré todo el esfuerzo que pueda y esperaré que me llamen.

–Pues relájate, queda mucho para eso.

Tomé aire y después lo solté de un suspiro.

–Es verdad…

Yo no veía tanto tiempo. Soy una persona que piensa mucho, demasiado, en el futuro. No me gusta ver cómo las cosas y mis oportunidades se van desvaneciendo día a día. Lo odio.

Emma

Veía a Charles mirarnos cuando íbamos por el Paddock. Me gustaría ser amiga de él, pero sería algo difícil. Estaba tan lejos y tan cerca a la vez…

Éramos como la Luna y el Sol. Parece que sólo arroja luz cuando lo miro, una luz tenue y cansada, rastros de la que tenía él hacía unos años, cuando aún estábamos juntos. Pero aún así, brillaba a su triste y rota manera, un aura que él nunca podría cambiar. Pero lo que siempre me quedará decir es que los eclipses no son casualidad, y pasan por algo. Tal vez, ya era hora de que ese fenómeno natural ocurriera, hablando en la metáfora.

–Suerte en la carrera, Charles.

–Gracias.

Se fue directo a su coche. Me había alegrado de poder verle sonreír una vez más, no era algo que se viera mucho últimamente.

𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 [proceso 2 libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora