Capítulo 17 Parte II

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Salté en el aire, batiendo mis alas. Volamos por los aires y, durante unos segundos, pensé que sería fácil. Entonces el peso de dos personas me arrastró hacia abajo.

-¡Agítalas más fuerte! -Regina gritó mientras se agarraba a mi brazo izquierdo con las dos manos, y Cal se agarraba a mi brazo derecho.

Mis alas se doblaron hacia abajo por la tensión mientras las agitaba como una loca, ganando unos pocos pies. El ejército estaba debajo de nosotros ahora, apuntándonos con flechas

¡Estamos todos muertos!

Una flecha pasó zumbando justo al lado de mi cara y grité. Regina me soltó con una de sus manos, apuntando a los hombres que se acercaban con arcos.

-¡No! -ella gritó, una mirada de ferocidad apareció en su rostro. Levantando su mano, una corriente de hermoso fuego naranja mortal brotó de su palma y saturó a los hombres de abajo.

Los gritos llenaron la noche, luego el golpeteo de las flechas cortó el cielo. De repente, el dolor se apoderó de mi brazo derecho y grité, perdiendo el agarre de Cal durante medio segundo. Se deslizó hacia abajo, pero luchó por agarrarse en el último segundo. Me giré para mirar la fuente de mi dolor y encontré una flecha clavada en mi hombro derecho. La sangre goteaba por mi brazo y en las manos de Cal. Batí mis alas con locura, pero aún estábamos a apenas cinco metros del suelo.

Mi hombro ardía como Hades pero segui adelante, ignorando el entumecimiento en mis dedos. Solo necesitaba pasar el muro. Era el doble de alto de lo que estaba volando, así que bombeé mis alas con todo lo que tenía.

Pero era demasiado difícil. Perdimos altura, cayendo unos metros, y comencé a gemir.

-Ayúdame. No puedo saltar el muro -le grité a Drae mientras el pánico inundaba mi sistema. Iba a dejar a caer a Cal en cualquier momento -. ¡Lo estoy intentando! -dije y luego miré las expresiones de pánico de Cal y Regina.

Regina miró a Cal entonces, observándolo deslizarse por mi brazo, y luego me miró.

-Lleva al Rey a casa y ten un heredero. Salva a nuestra gente, Arwen. ¡Es una orden!

¿Tener un heredero? ¿Por qué estaba hablando de eso en un momento como este?

-¡No! -un grito espeluznante salió de mi garganta cuando soltó mi mano izquierda y se dejó caer en la refriega. Cal frenéticamente se acercó y agarró mi otro brazo, cambiando su peso para aliviar mi hombro lesionado.

Miré hacia abajo en estado de shock cuando Regina sacó su espada y luego escupió un chorro de fuego, tratando de abrirse camino a través de los veinte hombres que la atacaban.

¡No! Así no. No podía terminar asi.

-¡Regina!

Una piedra se hundió en mis entrañas cuando inmediatamente comencé a bajar y ayudar a mi amada comandante, pero antes de que pudiera hacer algo, fue atravesada por media docena de flechas en segundos. Como si eso no fuera suficiente, un soldado de Nightfall se acercó y le arrancó la cabeza con su espada. La ira desenfrenada y el dolor salvaje me llenaron en igual medida, uno no dejando suficiente espacio para el otro mientras se estrellaban dentro de mi cuerpo.

Cal me apretó el brazo.

-¡No! Todo será en vano. Sácanos de ese muro. El Rey no ha regresado para ayudar, lo que significa que está herido.

La insistencia de Cal me sacó de mi dolor. ¿El Rey estaba herido? ¿Por eso no había regresado para ayudarnos y no me había respondido?

Vi a Regina caer hacia adelante, y todo mi cuerpo se estremeció y entumeció. Era todo lo que necesitaba ver para saber que si no nos sacaba de aquí ahora mismo, ambos estaríamos muertos. Batí mis alas salvajemente, sosteniendo a Cal principalmente con mi brazo bueno, y volé por encima de la valla ahora que mi carga era más ligera. Me dirigi al afloramiento de árboles que sostenía nuestras sillas de montar, y esperé que el Rey también estuviera alli.

El último Rey Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora