La condena más cruel, fue ser la mujer más bella.
AnónimoEl sol irradiaba con mucha intensidad, el viento era la pieza musical que hacía bailar a las flores al compás de sus notas, los aromas se mezclaban para generar nuevas fragancias enamorándome enseguida.
Miré hacia a mi alrededor y no quería irme, aquí es donde siempre quise estar, en medio de un mundo silencioso, lleno de paz, con todo lo que me ha hecho feliz en la vida.
Los pájaros enseguida empezaron su banda sonora y corrí con ellos, las mejillas se me tiñeron de rojo y el pelo revoloteaba a medida de mis saltos, extendí las manos recibiendo toda la paz y grité de felicidad mientras caía sobre aquellos pétalos que amansaban el dolor.
—¡Elizabeth!
Fruncí el ceño, se supone que estaba sola, ¿Por qué...?
—¡Elizabeth!
Me levanté enseguida y miré a mi alrededor, no podía distinguir a nadie en medio de las flores.
—¡Elizabeth!
Corrí guiándome por la voz, pero no podía ver a nadie, no hasta cierto punto, la silueta de nana se fue dibujando y mi corazón saltó de alegría, corrí con prisa a nuestro encuentro pero cada vez el trayecto se hacía más largo, casi imposible, entonces me detuve y la observé junto a mamá y papá, ellos recogían flores en una cesta y los tres voltearon a verme mientras me saludaban con una hermosa sonrisa
—¡Despierta Elizabeth!, tienes un futuro que conocer...
Me negué rotundamente, fuera de este mundo había maldad y crueldad, todo ardía como las brasas del infierno y las llagas en mis pies no soportarían caminar un segundo más en ellas.
—¡Espérenme!
No me escucharon...
Corrí, corrí tanto, dependiendo de ello, enseguida tropecé y los vi alejarse cada vez más...
No se vayan sin mí por favor...
De Pronto desaparecieron y sollocé
¿Cómo era esto posible?
La lluvia fue prueba de las lágrimas que no salían de mis ojos, me quedé esperando que ellos volvieran, pero para mi tristeza, no regresaron, no los volví a ver y el campo florar empezó a marchitarse, todo empezó a oscurecerse y las llamas del fuego se fueron consumiendo este bello recuerdo, y yo aún seguía ahí, sentada en medio de las flores marchitas y el fuego ardiente esperando que regresaran y tomaran mi mano, pero me quedaría toda mi vida esperándolos.
Miré las vendas alrededor de mis brazos y luego el cuarto completamente blanco, la chica a mi lado miraba con atención mis signos vitales mientras escribía en unas hojas los resultados.
—¿Cuántos días estuve en coma?- pregunté ganándome su atención
—Ha pasado una semana señorita
Miré como las gotas caían sobre el vidrio de la ventana, suspiré profundamente y luego volví mi vista a la mujer
—¿Qué fue lo que pasó?
Ella dejó los papeles a un lado y tomó un frasco de pastillas para sacar una y ofrecerme con agua
—Tome, le ayudará para sanar..
Vortioxetina
—¿Para qué es?
—Para que esté feliz...
Miré la pastilla y luego a la chica, me dio lástima por ella, ya nada volvería a hacerme feliz.
—¿Me va a contar que fue lo que pasó?
La chica negó con la cabeza mientras tomaba nuevamente sus cosas para retirarse.
—Espere- dije llamando enseguida su atención- Dígale a ese hijo de perra que esta no será la primera ni la última vez.
Ella abrió los ojos sorprendida y desvió la mirada para retirarse, dejándome completamente sola en el cuarto, observando como la lluvia empapaba por completo la ventana, me levanté para abrirla y sacar mi mano por la reja para sentir la humedad de las gotas que caían del cielo, enseguida un pajarito llegó a mi lado y me miró con curiosidad.
—Hola pequeño...
El pajarito se acercó y lo acaricié, era tan suave y le gustaba como las yemas de mis dedos le revoloteaban las plumas.
—¿Tienes frío?, puedo abrigarte con una cobijita
El animal me miró y su cabeza se posó sobre mi dedo, luego saltó a mi mano y se acostó en ella.
—Al parecer te gustó la idea...
Sonreí mientras me giraba para llevarlo a la cama conmigo, allí me acosté y lo dejé sobre la sábana, le gustaba el lugar porque se quedó dormido con una tranquilidad.
Miré el frasco de pastillas con curiosidad, las saqué todas sobre mi mano y las tragué enseguida, miré el pajarito y sonreí mientras me acostaba para conciliar nuevamente el sueño.
La felicidad es efímera, y la tristeza es eterna...
Cerré los ojos dejándome caer en un sueño profundo y ojalá fuera eterno. Estaba agotada de sentir un vacío en el alma, que con nada lo podría llenar.
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ELIZABETH 【EN EDICIÓN]
RomanceUna maldición, un corte de rosas y las llamas del infierno es lo que vivirá Elizabeth antes de resurgir al cielo y ser el Ángel de la guarda para Michael... ¿Seguirá aferrandose a la vida?