THAT WAY

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Ese día volvía a tocar fiesta en el mismo parque que la semana anterior. Inevitablemente, eso llevó a Martin y a Juanjo a revivir lo vivido hacía unos días cerca de ese mismo jardín. El grupo se había dividido un poco. Parecía que Álvaro y Paul estaban de luna de miel. Ruslana y Bea fueron forjando cada vez más su amistad y ellas sí que pasaban bastante tiempo con el maño y el vasco, aunque también pasaban tiempo juntas en la habitación de alguna de ellas. Por su parte, Martin y Juanjo evitaban las conversaciones directas entre ellos y más aún, el tiempo a solas.

- Paul y yo hemos comprado tintos para esta noche.- dijo Álvaro cuando volvió al piso junto a su novio, que cargaban varias bolsas con las botellas y algo de cena.

- Cambiarse vosotros sí querés mientras que hacemos la cena nosotros.- propuso Juanjo a la pareja, ya que ellos sí que estaban ya arreglados.

- Gracias JJ.- dijo Paul a la vez que le tendía al maño la bolsa con las pizzas que habían comprado.

Juanjo comenzó a preparar todo, pero al ver que los otros tres ni siquiera iban a la cocina a ayudarle, fue al salón a decírselo.

- ¿Pero vosotros?- les preguntó llamando la atención de los presentes.- ¿Me vais a ayudar o qué?.- terminó de preguntar.

- Ya vamos cariño.- respondió Ruslana con una sonrisa para después fijar la vista de nuevo en su teléfono. Juanjo volvió a la cocina desesperado por los otros. Un minuto después se giró para ver quien era la persona que había entrado.- Sí eres tú quien viene a ayudar... prefiero que vuelvas a donde estabas.

- Pues mala suerte.- respondió Martin apoyándose en la encimera con los brazos cruzados.- Porque me voy a quedar.- terminó de decir, para enseguida abrir el frigorífico y sacar las cosas que iba a necesitar.

Juanjo tomó distancia con el vasco, poniéndose en el extremo contrario al suyo. Odiaba lo encantador que era con todos. Odiaba la perfecta sonrisa que siempre dedicaba a sus amigos. Odiaba lo que provocaba en su cuerpo cada vez que le miraba. Odiaba su olor a rosas cada vez que estaba cerca de él.

Martin necesitaba coger la sal, así que, para cogerla, se aproximó al armario en el que estaba. Pero para eso tuvo que pegar su cuerpo al de Juanjo, quedando sus anatomías completamente juntas, notando como se tensaba el maño ante su proximidad. Martin se estiró un poco para abrir el armario y coger la sal. A Juanjo incluso se le cortó la respiración cuando el vasco dejó caer su mano, rozando la nuca del otro. El maño no lo pudo soportar y se giró de golpe, al quedar cara a cara con Martin , tan cerca, le dió un pequeño empujón para crear más distancia.

- ¿Qué cojones estás haciendo?- preguntó Juanjo con cara de no entender nada de lo que había pasado.- ¿Por qué haces eso? ¿Eres imbécil?- decía apresuradamente pero en un susurro, para que el resto no se enterasen.

- Yo solo he cogido la sal.- respondió Martin intentando aparentar timidez, pero estaba claro que el maño no se lo iba a tragar.

- ¿Pero tú piensas que soy subnormal?- Juanjo continuaba con su mismo tono de recriminación.- Ya te dije que no iba a volver a pasar. Para de intentarlo joder.- terminó de decir elevando un poco su voz, pero sin llegar a hablar demasiado alto.

- El que está deseando que vuelva a pasar eres tú.- respondió Martin acercándose de nuevo a él, colocando un dedo sobre su pecho.- Que lo único que haces es recordar ese maldito beso a cada rato. ¿Te piensas que no me doy cuenta? Que cada vez que me miras me apartas la mirada porque te gustaría lanzarte otra vez sobre mí.- continuó hablando el vasco, haciendo que Juanjo sintiera que se le caía un jarro de agua fría encima. Martin había dado en el clavo con lo que estaba diciendo, pero no le iba a dar la satisfacción de saber que si que era cierto todo lo que decía.

JUNIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora