Era la misma rutina de siempre, Lucifer trabajaba, recogía su dinero y se iba. No tenía a absolutamente nadie. Bueno, a excepción de Anthony, claro. Pero ahora mismo este no era mas que su compañero de trabajo. Claro, a veces lo dejaba quedar en su casa a dormir y salían a tomar algo, pero no eran lo suficiente cercanos para ser llamado un amigo. O tal vez eso eran solo pensamientos de Lucifer, no lo sabía.
Pero esta noche fue diferente. Al terminar su horario y cambiarse de ropas, se encontraba con una sensación extraña de incertidumbre. Pero no podía señalar que era lo que le pasaba, lo culpo en los cambios del infierno a la tierra, aunque sabía que se estaba mintiendo a si mismo. Algo iba a pasar y lo sabía. Se obligo a recoger su atuendo en el suelo y guardar su dinero, recoger su mochila regalada por Anthony y caminar lentamente hasta las afueras del club. Se tomaba un momento para analizar el mundo a su alrededor, y no podía evitar sentir un punzado de culpa al ver lo bajo que ha caído. ¿Fue este su verdadero castigo y no el infierno? ¿Era esto lo que merecía?
Se perdía en sus pensamientos, ignorando las luces y voces que lo rodeaban. ¿Acaso quería volver al cielo? No, claro que no. Ahí no había nadie para el. Ni sus hermanos querían verlo. En el infierno solo tenía a su hija, y tampoco es como que ella le tenga mucho cariño, aunque definitivamente es más tolerante de el. La diferencia es que el cielo ya lo expulsó, ya no tiene nada que ver ahí. Pero si el infierno se enterara de donde esta y lo que hace, se desmoronaría. No solo su reputación estaba en peligro, la vida entera de su familia y reino también lo estaba. Si podía llamarlos eso. ¿De que vale pensar en todo esto? ¿De que vale pensar en ellos?
Pero paro en seco. No porque su gente no mereciera su tiempo o su pensamiento, pero porque escuchaba pasos, unos fuertes y acelerados. Una respiración cada vez más cerca. Y por memoria casi y deja los ojos en su espalda sobresalir, pero si algo había aprendido estando acá, es que los humanos pueden ser mucho más peligrosos que los demonios nacidos en su tierra. Eran el fruto de su pecado, al final de todo.
Quería correr, ¿pero sería eso de ayuda cuando ya hay una mano encima de su hombro? Y apretaba fuerte, demasiado fuerte, apretaba con odio. ¿La muerte lo estaba viendo a los ojos?
Pero eso era imposible, ¿no?
—Perdón, no es mi intención asustarte. Solo- Mira, no quiero sonar como un raro. — Lucifer se volteó con fuerzas, intentando rápidamente sacar el taser que su compañero le había dado.
—Tus acciones no se alinean con tus intenciones. — Y era irónico, porque esa era la misma razón por la cual tenía a un castaño alto con una sonrisa fría tomándole el hombro.
—No te haré nada, pero otra persona puede que sí, te estaban siguiendo.— Dijo mientras dirigía con sus ojos hacia un hombre con una camioneta, no se le podía ni ver la cara por la luz.
—¿No eras tu el que lo hacia?
—Yo lo seguía a el. — Que tipejo más raro.
—¿Se supone que eso me dejará más tranquilo? — El más alto sonríe un poco más, o tendrá que ser la ilusión, porque eso parecía imposible. Negó con la cabeza y le soltó el hombro suavemente. — ¿Por que lo seguías?
—Es parte de mi trabajo.— Respondió simplemente, no tenía porque darle tantas explicaciones.
—¿Pues de qué trabajas?— La curiosidad le quemaba los adentros, normalmente en el infierno podría simplemente hipnotizar a la persona para hacerlos hablar.
—¿No te han dicho que hablar con extraños es peligroso?
—Yo no soy exactamente un conocido tuyo.— Respondió con actitud, en parte era un chiste, pero no dejaba de ser cierto.
—¿Tenes donde quedarte?
—Suenas como un acosador.
—Estoy intentando darte ayuda, no hago esto seguido, agradeceme.— El rubio volteó los ojos, y por alguna razón, al contrario le causó una risa genuina.
—Sos arrogante.
—No respondiste.
—Hoy mismo no, ¿por?
—Te pago el hotel, te ayudo mañana también, ese tipo tiene fama de seguir a la gente por varios días.
—Tu no suenas muy diferente.— El rubio desconfiaba, pero el chico tenía algo, un hilo que lo jalaba más a el.
—¿Aceptas o no?— Dijo fingiendo molestia, era raro, normalmente si le molestaría. A quien engañaba, normalmente ni siquiera ofrecería ayuda.
Y porque era el diablo, y para el inmortal y peligroso, ¿que tenía por perder?
—¿Cual hotel?— Dijo con simpleza.
—El que esta allá en frente, y por cierto, soy Alastor. — Dijo con cordialidad, empezando a caminar a la par de Lucifer.
—Luzbel, o Luzbel Samael si me queres ofrecer trabajo. — Sonrió mientras respiraba hondo.
—¿Por que me suena ese nombre? ¿No esta en la Biblia?— Lucifer tosió un poco, dándose cuenta la idiota decisión tomada de usar su nombre angélical. Cualquier persona que supiera un poco de religión lo encontraría raro, no es como que todo el mundo va por ahí llamando a sus hijos por nombres de demonios.
—Sí, mi padre es así como que, muy religioso, tipo, muy. — Y no dijo nada mas, porque para cagarla ahora, mejor se cose la boca.
ESTÁS LEYENDO
THE DEVIL'S TANGO.
FanfictionLucifer lo perdió todo hace dos años, su reinado, su esposa, su vida entera. Lo único que le quedaba era Charlie, y esta a penas y quería verlo. Pero el mismo Diablo no puede estar aburrido y solo por tanto tiempo, así que decidió tomar una de las...