🦋 CAPÍTULO 15 🦋

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El amor crece y se expande de diversas formas, mientras más intenso, más sentimientos y expectativas produce; lo mismo sucede con el miedo, la inseguridad y los celos.

Gemini había experimentado todo lo anterior desde una posición completamente diferente; lo había experimentado en su seno familiar y quizás con algunas amistades. Jamás había sentido la inseguridad de perder a quien ama, tampoco había estado al borde de la locura por unos inexplicables celos. Él no sabía nada de aquel mundo que a menudo su primo le compartía hablándole de sus fallidas relaciones y cuentos de noche. A sus 20 años no tenía idea de como era el amar intensamente a alguien al punto de sentir que sólo la presencia de ese ser amado transformaba la gravedad en nada.

Al menos él así lo creía, pues nunca había tenido un interés romántico con ninguna chica. No estaba preparado para descubrir que, tal vez, todo aquello que decía no conocer, lo estaba experimentado desde hacía bastante tiempo atrás con una sola persona: Fourth Nattawat.

– Las habitaciones están arriba, son libres de elegir la que deseen.– Como buen anfitrión, Norawit les había dado un pequeño tour a sus compañeros por la inmensa casa.

Todos estaban más que nadas concentrados en descubrir más detalles del hermoso, antiguo pero cálido lugar. Fourth seguía viendo los adornos en la pequeña estantería al fondo de la enorme sala en tanto su semejante de cabello rojo parecía querer descubrir la dirección de cada puerta y la finalidad de cada corredor. El más relajado era sin duda alguna el omega, quien había estado en aquel lugar más de una vez en su niñez y adolescencia acompañado de la familia de su primo.

– Te envidio, este lugar es realmente hermoso.– Pond tomó la palabra luego de dejar en su lugar un pequeño cuadro con la foto de la prestigiosa familia Norawit.

– ¿Por qué no te vienes a vivir acá entonces y así dejas de molestar?– Un defensivo Phuwin alzó una de sus cejas aún con sus ojos en la pantalla de su móvil.

– Si vienes conmigo aceptaría sin pensarlo dos veces.– El mayor no perdía su oportunidad para coquetear y molestar al omega, quien simplemente tomó un largo suspiro dándole una mirada asesina al obstinado y risueño alfa.

– Ok, suficiente tórtolos.– Fourth intervino haciendo que Gem diese un pequeño salto en su lugar.

Aún estaba nervioso por lo que había sucedio en el auto.

Nattawat notó aquella reacción y aunque en sus planes no estaba molestar a su pequeño, no pudo evitar pasar una de sus manos por la estrecha cintura del más alto, sonriendo al notar como este se encogía y el tinte rosa comenzaba a besar una vez más sus mejillas.

Oh, dios...aquellas mejillas que moría por apretar y llenar de dulces caricias.

– Deberíamos pensar primero en cocinar algo, chicos.–  Volvió a hablar el alfa mientras a su lado, el pálido y lindo chico de ojos grises parecía estar sujetando la respiración.– Phuwin y yo lo haremos.

Ni siquiera esperó a una sugerencia y de una vez se alejó de su chico para tomar la mano del antes mencionado, quien de manera confusa se dejó arrastrar por el alfa hasta la cocina, quedando a sus espaldas aquellos dos chicos que no pudieron más que mirar la escena y callar.

Porque sí, claramente Gemini no dijo nada pero una extraña punzada se alojó en su pecho al ver como el de ojos verdes le dejaba sin dudar un segundo para agarrar el brazo de Phuwin.

Aquella sensación no era como la que sentía cuando Fourth besaba sus mejillas, le abrazaba o le hablaba con aquel tono bajo y dulce que poseía. Eso que sentía no eran maripositas, pero en el caso de que lo fuesen, podría afirmar que eran mariposas enojadas.

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