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La música y las voces de todos los invitados se escuchaban en el gran salón del castillo, dónde el nuevo matrimonio hablaba con algunos reyes que se habían acercado a felicitarlos por su unión.

— ¿Sabes Jungkook? Jamás pensé que este tipo se casaría, ya lo veía llegando al trono solo y con tres gatos. — Admitió Hoseok, quien recibió un pellizco en el brazo por parte de su madre. — Auch.

— Hoseok, comportate. — Le regañó la beta.

— Eso, comportate. — Repitió Jimin con tono burlesco, su amigo viéndolo con una mirada asesina.

— Fue un placer conocerte Jungkook, esperamos verlos pronto. — Dijo la Reina Jung.

— El placer es mutuo. — Respondió Jungkook mientras hacía un reverencia.

— Ya mucha fiesta, ¿cuándo empezamos la luna de miel? — Dijo Jimin cuando la familia Jung se fue, ganándose un manotazo por parte de Jungkook. — ¿Qué dije?

— Alfa depravado y pervertido.

— Yo nada más pregunté, jamás insinue nada.

— Mjum, hazte el loco.

Todo iba bien, hasta que una voz que hace mucho no escuchaba llegó hasta sus oídos

— ¡Principe Park!

No puede ser.

Cuando Jungkook vio a la dueña de esa voz la reconoció al instante.

Lee Chanmin estaba ahí.

— Princesa Lee, ¿y los reyes? — Pregunto Jimin cuando la omega estuvo frente a ellos.

— Están por ahí, a lo mejor vienen a saludarlo en un rato, pero yo no podía esperar para verlo.

Jungkook miró hacía otro lado, notoriamente incómodo.

— ¿Y como ha estado?

— No te miento, me encuentro muy feliz ahora que me case con mi omega. — Le respondió mientras pegaba a Jungkook más hacía él, la omega sonrió incomoda.

— Me sorprendió bastante la noticia de su casamiento. — Confesó, viendo al omega de arriba hacia abajo. — ¿Te he visto en otro lado?

— De hecho yo-

— ¡Chanmin! — La reina Lee llamo a su hija. — Principe Park. — Hizo una reverencia al ver a la pareja.

— Reyes Lee. — Tanto el alfa como el omega hicieron una reverencia, la cuál fue devuelta por los mayores.

— Disculpen a nuestra hija. — Pidió la reina, sabiendo lo imprudente que podía ser su hija.

— No se preocupen.

Estuvieron hablando por un rato, hasta los reyes se despidieron, diciendo que disfrutarían la fiesta.

— Bueno, ¿y si nos escapamos al jardín un rato? — Preguntó Jimin.

— No podemos, es nuestra fiesta, debemos estar aquí.

— ¿Y quién dijo eso? A lo mejor ni notan que nos fuimos.

— Jimin.

— Sólo quiero pasar lo que queda de la noche contigo, solo tú y yo, ¿está mal eso? — Le preguntó mientras lo abrazaba y escondía su rostro en su cuello.

— Pero los invitados-

— Los invitados no me importan.

Rendido, Jungkook tomo la mano del alfa.

— ¿Por dónde nos escapamos? — El alfa sonrió.

— Por aquí.

Salieron del salón por una puerta que desconocía de su existencia, la cuál los guío al gran pasillo.

Caminaron hasta llegar al jardín, sentándose en el borde de la gran fuente.

— No puedo creer que seas mi esposo. — Dijo el omega, tomando la mano de Jimin donde estaba su anillo.

— ¿Me lo dices a mi que me tienes detrás de ti desde que te conocí? — El omega le golpeó el hombro — Ay.

— Tonto.

Se alejo un poco del alfa, quien se acercó más, pasando su brazo por la cintura del omega y para pagarlo más de él.

— Ya, no te enojes, amor. — Le plantó un besito en la mejilla.

— Te gusta avergonzarme. — Murmuró.

— Te vez muy lindo avergonzado. — Volvió a dejar otro besito. — No te enojes ¿Sí?

El omega volteo a verlo y miró los ojos del alfa, los cuales lo veían con mucho amor, incluso más de lo que le podría decir con palabras, es por eso que se acercó hasta el alfa y lo beso.

Estaba seguro que tomo la decisión correcta al elegir a su alfa.

el príncipe y el sirviente › jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora