DESTINO

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En el principio de los tiempos, existía una canción que se oía por el mundo. Y los elfos habían sido capaces de oírla y manejarla a su semejanza. Cambiar la realidad y convertirla en algo más. Hace milenios aquella magia, aquel sentido, aquella canción dejó de cantar y el mundo cedió a la locura.

Ahora, la locura se había perdido y los humanos se mostraban ante el mundo como invictos, pero ellos aún se mantenían en pie. 

Aquí estoy y aquí sigo. 

La noche arribó como una vieja amiga y las estrellas, que tan extrañas las veía en aquella época, intentaron guiar su camino. Færyn suspiró al verlas, de su mano invocó el poder del sol y varias esferas alumbraron su camino. 

Los espíritus, siempre vigilantes, lo miraron en silencio mientras formaban una fila y le señalaban el camino. Así fue como encontró a su compañera escondida en los grandes matorrales mirando a una pareja. 

—Finalmente te encuentro —murmuró él. Se acercó y llevó la nariz hacia su cabello. Olió su perfume y sonrió—. ¿Encontraste lo que necesitabas? 

Su mujer tragó saliva y asintió con los ojos abnegados en lágrimas. Lo abrazó y escondió la cabeza en su cuello e inmediatamente Færyn correspondió su gesto.

No era la primera vez que Færyn la escuchaba llorar. Ka'te era una mujer sensible y siempre se emocionaba por su labor. Færynl la alejó un poco para verla. 

—¿Qué te he dicho? No desperdicies el agua de tus lágrimas —susurró limpiándole el rostro—. Ninguno de ellos la merece. 

—No puedo evitarlo —le dijo sonándose la nariz—. Se han pasado toda la vida buscándose. 

Los ojos brillantes y astutos de Færyn se desviaron a la pareja. Bastó solo un momento para entender sus lágrimas. 

—Son las almas gemelas destinadas a matarse —susurró. 

Su mujer asintió y volvió a esconder la cabeza en su pecho. 

—Halam'shivanas. 

—Si... —concordó él, besándole la frente—. El dulce sacrificio del deber. 

Miraron a la pareja en silencio. El hombre se había arrodillado y tenía sus brazos extendidos. La mujer le estaba diciendo algo y gracias a la buena audición de su raza, ambos pudieron discernir que pasaba. 

—Yo... —inició la mujer— yo no puedo amarte, no puedo. 

Færyn notó que sus manos temblaban. El hombre se mantuvo en silencio, destrozado. 

—Te miro y lo único que veo es mi odio. A mí padre por elegirte a ti. A ti por hacerme la vida un infierno. A mí por creer en tus viles mentiras. ¡Te odio! ¡Te odio tanto que te mataría aquí mismo!

—Puedes mentirte todo lo que quieras Cassia, pero jamás a mí —dijo el hombre—. Me amas, me amas tanto que me odias por eso. 

Cassia entrecerró los ojos y una pesadez se sintió en el ambiente. Færyn notó que los espíritus incorpóreos también miraban la escena, curiosos. 

—Aquí viene la parte importante, Færyn —murmuró su esposa—. Presta atención. 

—Quiero mi libertad, emperador Altair —contestó Cassia firmemente—. Concédeme este deseo. 

—¿Libertad? —se burló Altair—. No puedo Cassia. Ahora mismo todas mis acciones recaen en dos cosas: la primera son las cosas que debo hacer para seguir en el camino y que no todo se convierta en catástrofe. La segunda son cosas que debo hacer en orden para preservar la poca sanidad que me queda. Y tú eres la única sanidad que me queda. 

Sus palabras no sonaban del todo ciertas, Færyn podía verlo. 

—Él está mintiendo, por supuesto —mencionó Ka'te—. El emperador es un hombre manipulador y mentiroso, así como tú Færyn. 

Su voz había sido indiferente, pero también estaba escondida de resentimiento por hechos pasados. Færyn ahora no tenía ninguna duda de que ella buscaba enseñarle algo de todo esto. 

—Estás omitiendo algo. 

El emperador sonrió fríamente. 

—Me conoces tan bien Cassia —halagó—. Es cierto. Hay ciertas acciones que decidí tomar que no afectan el camino, sino simplemente que las hice para divertirme y tener un poco de placer. ¿Realmente puedes culparme por eso, Cassia? Solo los santos se abstienen por completo de satisfacer sus deseos carnales. 

—Y tú no eres ningún santo. Así como cruelmente me has mostrado con tus bastardos que tienes en la corte y en los pasillos de mi castillo.

Altair se rió. 

—Me resulta familiar —admitió Færyn a regañadientes—. Así fueron nuestros inicios. 

Ka'te asintió. 

—Con diferentes nombres y diferentes vidas que las de ahora...

—Este no es el mundo real —afirmó Færyn—, sino un fragmento del pasado. Estamos soñando. Y me estás mostrando visiones del pasado. 

Ka'te lo miró. La pareja frente a sus ojos se disolvió y solo quedaron ellos dos. 

—Te amo y te odio. Y algún día voy a matarte Færyn. 

—Pero ese día no será hoy —siguió él inclinándose hacia adelante y robándole un beso— porque tú amor por mi todavía sigue siendo más fuerte que tu odio. 

—Y cuando ese odio sobrepase mi amor por ti...

—Entonces te dejaré matarme. 

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⏰ Última actualización: Jul 10 ⏰

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『❛Cuentos Cruzados❜』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora