"Y todos los caminos que te llevan allí son tortuosos, y todas las luces que iluminan el camino son cegadoras".
El invierno no perdona en la ciudad de Milton Keynesl, a principios de diciembre. La nieve se iba acumulando ligeramente en la copa de los árboles, en las aceras y calles, los tejados de las casas y el dulce contraste entre el blanco y los múltiples colores de las luces navideñas colgadas en las entradas y jardines de éstas. Villancicos por aquí y por allá, hombres y mujeres con tapados que rozaban el piso mojado, niños en las ventanas mirando caer los copos de nieve como si fuera la mejor e imperdible película de todas.
Y como todos los años, cuando la navidad se acerca, la ciudad se tiñe de magia y amor, buenos deseos, árboles navideños y regalos, mesas repletas de comidas y numerosas familias al rededor, sonriendo y disfrutando.
Nada malo podía suceder cuando la navidad se acercaba.
Excepto que sí pasan cosas malas, pasarían diariamente. Que la gente decida ignorar o preocuparse solamente por sí mismos o quienes encajan en el prototipo de familia que la sociedad conservadora dicta, eso es otra cosa totalmente distinta.
Y nada de la imagen perfectamente dibujada encaja en la vida de Sergio, por supuesto que no. Al final la vida del omega no es nada fácil. Las ventanas de dónde escapan luces cálidas y el calor del hogar le pasan como ráfagas por el rabillo del ojo, y es que esa vida perfecta dejó de ser suya hace mucho tiempo.
Camina más rápido, o intenta hacerlo al menos, procurando no resbalar con la fina capa de hielo de la acera, deseado llegar a su destino lo antes posible. Las luces de los autos lo alumbran al pasar, y la necesidad de llegar se hace cada vez mayor.
No sabe cuántas cuadras corrieron, pero fueron bastantes. No podía darse el lujo de gastar el único dinero que tenía para tomar el autobús, no hasta que al menos la Señora Min lle pagará por los pequeños arreglos que estaba haciendo en su hogar, lo cual sería recién llegado el fin de semana.
Cuando al fin llega, pasado muchos minutos después de esa llamada, Sergio no se molesta en golpear la puerta, sino que entra directamente. Corre por el pasillo hasta la habitación que le corresponde en el lugar. Oliver está dentro de ella, y puede ver en su rostro la preocupación y a la vez el alivio cuando lo ve entrar.
"Sergio, llegaste", se acercó el rubio, un beta tanto mayor que Sergio.
"¿Qué pasó con mi bebé?" Se saltó el saludo y se acercó a la cama donde su pequeño Pato estaba durmiendo.
"Tiene un poco de fiebre, y no se siente bien. Por eso es que te llamamos antes mientras estabas en la casa de la señora Min", informó.
"Está bien, Oli. Gracias por llamar, Pato siempre está primero. Tendré que llevarlo al hospital, está volando de fiebre", se lamentó, tocándose la frente a su pequeño hijo. Pato se movió bajo el toque de su padre, y Sergio sonrió cuando el pequeño abrió sus hermosos ojitos marrones.
"Papi", susurró, y Sergio se agachó y le dejó un beso en su frente. "No siento ben", se quejó lastimoso, y a Sergio se le partió el corazón.
"Ya lo sé amor, por eso vamos a ir a dónde alguien te haga sentir mejor ¿Sí?" Sergio propuso "no debes preocuparte por nada, bebé".
Pato asintió y se volteó en la cama que compartían con Sergio. El omega buscó su mochila, donde tenía mayormente las cosas de su pequeño hijo de casi tres años, y guardó ahí un cambio de ropa para ambos.
Antes de que pudiera cargarlo en los brazos, y salir disparado hacia el hospital Oliver volvió a hablar. Esta vez había algo más en su voz que Sergio no pudo identificar.
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A Christmas baby | Adaptación - Chestappen
FanfictionEn la pirámide de una sociedad sexista, los omegas son el último escalón de la cadena. La sociedad religiosa de Milton Keynes, Reino Unido pondera el alfa y omega bien casados y marcados, donde no hay lugar para la inmoralidad. El alfa Max Verstappe...