i told you so

135 22 11
                                    

«And when you think about me, all of those years agoYou're standing face to face with "I told you so"You know I hate to say, "I told you so"You know I hate to say, but, I told you so»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


«And when you think about me, all of those years ago
You're standing face to face with "I told you so"
You know I hate to say, "I told you so"
You know I hate to say, but, I told you so»

Un mes y medio soñando con Im Nayeon; cada noche sus bonitos ojos aparecían en sus sueños, recordándole lo que había perdido. Siempre estaban en su sala de estar, frente a frente, discutiendo por aquel momento en el bar.

Hoy fue diferente. En este mismo instante, Jeongyeon se ha encerrado en el baño; su marido aún no llega a casa, pero mientras hacía los quehaceres, se quedó dormida y Nayeon apareció en su cabeza, recordándole que jamás sería feliz con un hombre. Era como estar viviendo una pesadilla, cada vez que se lo recordaba, sabía que tenía la razón. Sobre todo en el último tiempo, que pese a que ella intentaba revertirlo, su mente y su corazón ya se habían dado cuenta de que no era feliz a su lado.

Estaba cansada, anoche su marido estuvo realmente insistente con el tema de que deberían seguir intentando naturalmente tener un hijo, así que se durmieron tarde. La siesta no estuvo planeada, pero su cuerpo lo necesitaba. Ahora no dejaba de pensar en Nayeon.

Todo lo vivido durante el tiempo que estuvieron juntas, e incluyendo los años en los que fueron solo amigas. Los besos, los abrazos, las charlas, el tiempo en el que se amaron con intensidad. La extrañaba, seguía amándola pese a todos los años que ya han transcurrido.

«— Sé que los besaste porque quieres negarte al hecho de que eres lesbiana, pero ni aunque beses a mil hombres vas a poder hacerlo». Su cabeza decidió repetirle las palabras de Nayeon, ella lo había dicho, y tenía razón.

No podía amar a un hombre, porque ella no estaba hecha para ellos.

Jeongyeon solo necesitaba el amor de una mujer.

Furiosa por sus propias decisiones, lanzó lo primero que encontró hacia el espejo del baño, el cual se rompió en mil pedazos. Había perdido quince años de su vida tratando de fingir algo que no era, solo por buscar validación familiar. Actualmente no era demasiado unida a nadie de quienes conformaban su círculo familiar, así que nada había valido la pena. Y aunque lo fuese, estaba harta de vivir siendo solo la mujer de alguien. Quería disfrutar, amar sin límites, poder ser algo más.

Salió con rapidez del baño hacia la sala en cuanto escuchó la puerta principal abrirse; su marido ya estaba en casa. Su decisión estaba hecha, no le tomó demasiado tiempo el pensarlo. Ya era una mujer madura y que podría autosustentarse, la carrera que estudió le ayudaría a conseguir un mejor puesto de trabajo que el que tiene actualmente, no tenía nada de qué temer, mucho menos de qué ocultarse.

— Querida, qué gusto verte —dice él, queriendo acercarse a Jeongyeon, recibiendo solo el rechazo por parte de ella.

La confusión se hizo evidente en su rostro, pero a Jeongyeon no le pudo importar menos. Se quitó el anillo de su dedo anular y lo dejó sobre la mesa de centro.

— Me quiero divorciar.

— ¿Te volviste loca?

— No, me di cuenta de la verdad. No soy feliz a tu lado.

— ¿Tan drásticamente?

— Nunca lo fui, pero estás demasiado concentrado en otras cosas como para darte cuenta, y yo muy enfocada en avergonzarme de quien realmente soy como para importarme mi felicidad.

— No te entiendo, Jeongyeon.

— Soy lesbiana, y muy tonta como para haberlo ignorado por tantos años.

«Lesbiana» sonaba como una palabra fuerte, una que creyó que jamás volvería a salir por sus labios para definirse a sí misma. Pero lo hizo, y se sintió extrañamente bien, como si por fin las piezas hayan logrado encajar en su rompecabezas. Su corazón latía con fuerza, sintiéndose más liviano, sin las cadenas que solían mantenerlo a raya. A sus treinta y tres años, Jeongyeon al fin se sentía libre, al fin sentía esperanzas en el amor.

Por lo contrario, a su marido no le pareció una confesión positiva. Más que nada, lo tomó como la excusa perfecta que su esposa podría idear para no darle un heredero. Enojado, tomó el brazo de Jeongyeon con brusquedad, demostrando una faceta que nunca, durante los seis años de matrimonio, había tenido.

— ¿De qué hablas, mujer? Estás delirando, una lesbiana jamás se casaría con un hombre, mucho menos disfrutaría tanto cuando estamos en la cama —su altura lograba intimidar a Jeongyeon, el aliento que daba justo en su cara y la expresión de enfado en su rostro lograron hacerla temblar, pero no hacerla desistir.

— Me casé para negar mi identidad, ¿tan difícil es de entender? —a este punto, su voz rogaba por ser liberada, omitió la parte íntima del discurso de su marido, no queriendo confesar que, en realidad, jamás tuvo una pizca de disfrute—. Lamento mucho que sea así, pero no puedo más...

— No, me prometiste un hijo.

— ¡No quiero tener un hijo!

— Jeongyeon.

— No, ya no me vas a callar así... Solo dame el divorcio.

— No, Jeongyeon, te volviste completamente irracional.

— Entiendo que no me creas, pero ya estoy harta de esta vida llena de mentiras.

El hombre la soltó, aturdido por las palabras que su esposa soltaba. No le creía, en realidad, cada vez se convencía aún más de que se estaba volviendo loca. Jeongyeon logró escurrirse en cuanto él quiso agarrarla de nuevo; si era necesario, abandonaría aquella casa sin ninguna pertenencia, con tal de poder salir sin ningún tipo de obstáculo.

Él trató de convencerla de que su mente no estaba funcionando bien, no solo una, sino que múltiples veces. Y ninguna le resultó. Jeongyeon corrió hasta la habitación matrimonial y se encerró allí, con rapidez armó su maleta con lo más necesario, llamó a su mejor amiga, y huyó de aquella casa que tanto tiempo ayudó en mantener oculta su realidad.

Aquella casa aportó en su infelicidad, en su miseria. Hoy, a sus treinta y tres años, estaba siendo valiente por primera vez.

good luck, babe! 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora