love someone who calls me "baby"

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«It's fine, it's coolYou can say that we are nothing, but you know the truthAnd guess I'm the foolWith her arms out like an angel through the car sunroofI don't wanna call it offBut you don't wanna call it loveYou only wanna be the one that I call...

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«It's fine, it's cool
You can say that we are nothing, but you know the truth
And guess I'm the fool
With her arms out like an angel through the car sunroof
I don't wanna call it off
But you don't wanna call it love
You only wanna be the one that I call "baby"»

El sol de primavera iluminaba de una manera resplandeciente, logrando transformar cualquier estado ánimico a uno positivo, las flores estaban en su máximo esplendor, el celeste cielo mantenía una cantidad perfecta de nubes; blancas y esponjosas. Las aves cantaban alegres sobre los verdes árboles, dando una impresión mucho más consoladora después del duro invierno. Las parejas se veían mucho más seguido, tomados de la mano al caminar a un lado del río, o
teniendo románticos picnics en los parques. Los niños reían, jugaban y disfrutaban mucho más el aire libre.

Nayeon y Jeongyeon no eran la excepción en la contagiosa alegría que tenía esta temporada. Celebrando su primer año de relación, mientras tomaban un helado en una banca de un parque cercano, reían y charlaban, ocupaban su tiempo simplemente amándose.

Nada podía ser mejor para ellas... O probablemente sí. ¿Su relación? Un secreto. O al menos jamás se la confesaron a alguien más que a sus amigas más cercanas. Les gustaba la intimidad, o algo así.

Su amor, sin embargo, se notaba de lejos, nadie podía mentir y decir que aquellas chicas no tenían algo más que una simple amistad, como solían decir. Si bien, los besos, los toques, las caricias y las palabras románticas las dejaban salir en intimidad; sus ojos, la forma en la que hablaban, su manera de tomarse de las manos... Nada de eso era una amistad, todos lo sabían, pese a que no tenían ni la más mínima certeza de que una relación existiese allí.

Nayeon apoyaba su cabeza en el hombro de Jeongyeon, mientras podía sentir su tranquila respiración. Se sentían a salvo, y mientras estuviesen juntas, lo tenían todo.

A Nayeon y Jeongyeon les gustaba planear una vida juntas, pese a que apenas tenían dieciocho años, y estudiaban en su primer año en la universidad; ellas lo querían todo. Eventualmente, Jeongyeon le contaría a su familia sobre su relación con Nayeon, planeaba hacerlo. Ellos eran conservadores en extremo, no aceptarían jamás que su hija estuviese con otra mujer en el ámbito romántico, así que ella esperaba poder hacer un poco de dinero antes de «soltar la bomba». La independencia sería algo que no le podrían quitar aunque ella decidiera tener una relación lésbica.

Para Nayeon la situación era completamente distinta; su madre, la única persona presente para ella, era muy abierta en estos temas. No tenía que temerle a nadie, mucho menos a su madre o a su hermana.

Un anciano se les acercó, ofreciendo rosas a todos los enamorados que disfrutaban de su amor en aquel parque, Nayeon lo observó con una sonrisa en su rostro, mientras que Jeongyeon tan solo negó, rechazando el regalo que el hombre quería hacerles.

— Dos muchachitas tan enamoradas deberían de mostrarle su amor al mundo —aconsejó él al notar la tensión que Jeongyeon cargaba sobre sí; obviamente, ésto traería consecuencias sobre ellas al atardecer, al encontrarse en privacidad.

— Se equivoca, no somos nada —las palabras de Jeongyeon sonaron duras a los oídos de Nayeon, y pese a que ella sabía de su situación; no pensó oír eso.

El hombre se marchó, dejándolas en un silencio incómodo. No tardaron tanto en decidir que era el momento de ir a casa, caminaron sumidas en sus pensamientos, sin saber qué decir, ni qué hacer para mejorar la situación. Nayeon no podía siquiera procesar el hecho de que su novia haya negado su relación; eso lo venía oyendo desde que iniciaron su noviazgo, pero el «nada» resulta ser muy diferente a ser solo «amigas».

Al estar en la puerta de Nayeon, la rubia rascó su nuca, nerviosa por tener que despedirse de su novia después de un momento tan tenso. No podía simplemente darle un beso, mucho menos en la calle y de una forma tan expuesta.

— Tengo que entrar, Jeongyeon, te veré mañana —su voz sonaba desanimada, triste, decepcionada; el dolor de estar escondiéndose crecía cada vez más, y ahora estaba segura de que no podría guardárselo para sí misma por mucho tiempo más.

De todas formas, Nayeon aguantaría.

— Bebé... Lo siento.

¿Le creería? No, no del todo. Pero lo dejaría pasar, y aceptaría sus disculpas; la amaba demasiado como para elegir ser rencorosa. Y no podría negarse jamás a ella, mucho menos cuando la llamaba «bebé».

Jeongyeon la abrazó con fuerza, y entre las dos reconfortaron sus distintas dolencias a través del contacto que solo ellas sabían dar. Estaba siendo difícil, pero ellas podían contra ello, y su amor era lo suficientemente grande como para poder con todo.

Eso creía Nayeon.

good luck, babe! 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora