El rey

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Comencé a limpiar el castillo, debía dar una buena impresión ya que era mi primer día, y era realmente difícil acceder a lugares como estés siendo plebeya.

Quite el polvo mientras tarareaba en voz baja.

Escuché unos pasos pesados.

Me gire y contemple a un atractivo hombre de mediana edad.

Era su majestad que había vuelto de caza, aun tenía un poco de sangre en su ropa.

Me incline hasta que me dolió la espalda

El se acercó he hizo que me pusiera derecha

Agarro mi mandíbula estudiando mi rostro

- Nunca la había visto -

- Soy una nueva sirvienta Señor -

- Parece que han echo una buena elección de personal - Dijo como si hubiera un chiste interno

Un coro de risa lo acompaño

- Se lo agradezco mi señor -

- ¿ Sabe cuál es su trabajo, moza? -

- Servir a mi señor -

El sonrió

Agarro mis hombros y me dio la vuelta.

Subió mi falda para estudiar lo que había debajo, para después azotar mi trasero

Un gemido de sorpresa se escapó de mis labios

- Fuera - Gruño haciendo que todos sus acompañantes desaparecieran en cuestión de segundos

- ¿ Que hace mi señor ? -

- Estás aquí para servirme. Así que déjame desfogarme con tu cuerpo -

Escuche el sonido de su evilla siendo desabrochada

Me bajo la ropa interior con tanta fuerza que pensé que se rompería

Sentí su intimidad clavarse en la mía.

Agarre lo primero que vi, lo cual resultó ser un tapiz que había colgado en la pared

La primera estocada fue tan fuerte que no pude evitar gemir

Su miembro era tan grande que me llenaba por completo.

- No lo haga mi Señor - comencé a suplicar, nunca antes había sentido es calor en el vientre.

El comenzó a follarme de forma salvaje.

Agarrándome con tanta fuerza que los lugares que había tocado se convertían en moratones.

- Deja de ser ruidosa - Gruñio el dándome una fiesta palmada en mi trasero

- Se siente raro mi Señor, déjeme ir se lo suplico -

Agarro mi cabello con brusquedad mientras hundia su pene con fuerza en mi

Una estocada más fuerte que las demás finalizó todo.

Sentí como su semilla se desbordaba de mi interior, bajando por mis muslos.

Pronto se volvió a subir los pantalones

- Limpia esto moza - Dijo como despedida

- Si mi señor - Murmuré mientras sentía su cálido semen aun dentro de mi y mi cuerpo se estremecía por el placer.

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