Prologo: Los mercenarios

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Era una noche oscura y lluviosa. Un grupo de guardias llevaba consigo una caja metálica de un tamaño bastante pequeño.

Los oficiales se encontraban atentos a cualquier clase de peligro.

Para algunos seres, seria extraño que hubiera tantos guardias para cuidar un simple paquete. No obstante, el cargamento era mas valioso de lo que aparentaba.

Ya que estaban transportando el elemento X, una fuente de energía con el potencial suficiente para armar una superbomba.

Por eso era tan importante cuidarlo, para evitar que dicha energía cayera en manos equivocadas.

En cuanto los plomeros pusieron la caja en la nave. Comenzaron el viaje.

No obstante, un grupo de tres alienígenas miraron entre las sombras. Un ser pequeño de orejas largas, tenía sus ojos sin pupilas brillando en una intensa aura violeta. Era capaz de ver a través de las paredes, y miró en el interior del cargamento, el tan ansiado elemento X.

El con sus dedos, dio la señal, y sus compañeros fueron a actuar.

Mientras los plomeros viajaban, no se percataron de que una bomba se había incrustado en la parte trasera del vehículo. El artefacto parpadeo, cada vez con un brillo más errático. Cuando llego al último pitido, se genero una explosión que destruyo el motor principal, obligando a los oficiales a aterrizar.

-¿Que acaba de pasar?- dijo el copiloto confundido.

-Voy a revisar- dijo su compañero, quitándose el cinturón de seguridad y encendiendo la linterna de su casco para inspeccionar.

Cuando el oficial notó el daño que causo la explosión, estaba dispuesto a hacer un reporte, pero una mano de tres garras lo tomó por la cara y lo arrastró a las sombras, soltando un grito casi inaudible.

Su compañero escuchó el alboroto y salió a ver lo que pasaba.

Encendió la linterna de su casco, en busca de su camarada.

-¿Jixer?- dijo el plomero llamando a su compañero.

Pero lo único que vio, era un camino de sangre que se dirigía al bosque. Cuando estaba dispuesto a seguirlo, recibió un disparo en la parte trasera del cráneo, matándolo al instante.

Luego de dejar muertos a los dos cuidadores, los alíen se revelaron a la luz: eran una sotoraggian de traje violeta con rayas blancas alrededor de los bordes, un ave gigante de color blanco con negro, y su líder, un ser de tamaño pequeño, de orejas largas, y pelaje abundante y blanco como la nieve, cuyos ojos eran gigantescos y estaban vacíos.

La mujer habló en un idioma inentendible, no obstante, el líder sabía lo que significaba:

-Lo sé Tenten, la misión fue cumplida.

-Fue muy fácil Cloudbird- dijo el ave mirando la nave.

-Es momento de que rompas la puerta Strengthclaw- ordeno el ser pequeño.

El ave con sus garras, rompió el seguro, abriendo paso a los criminales a recoger su recompensa.

Cloudbird se acercó a la caja de su interés, y al abrirla vio lo que tanto buscaba, sujetó el elemento X y miró a sus compañeros.

-Es momento de irnos, antes de que vengan los plomeros o alguien más- dijo la criatura guardando el artefacto en su mochila.

La mujer nuevamente habló en ese idioma extraño:

-No te preocupes querida... cuando nos den la recompensa podemos relajarnos como queramos...

-¿Cómo puedes entenderla?- pregunto Strengthclaw.

-Si no fueras tan ignorante, entenderías el idioma de los sotoraggian.

-Yo no soy un ignorante- protestó el ave.

Tenten habló molesta, respondiendo en idioma sotoraggian, "púdrete".

Con esto los tres mercenarios se retiraron. Listos para entregar el artefacto. 

Heir 4: Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora