¡LA NIÑA QUE VINO DEL FUTURO!

CRÓNICAS DEL PASADO: UNA NOCHE DE CORAZONES ROTOS

La historia de cómo Izuku Midoriya se convirtió en el mejor héroe de todos había llegado a su fin. Sin embargo, eso no marcaba el final de su propia historia, sino el inicio de nuevos capítulos por escribir.

En un tiempo distinto al presente, tras los eventos con Shigaraki Tomura y la famosa guerra entre héroes y villanos, Izuku Midoriya había alcanzado el éxito. No solo se graduó con honores de la UA, sino que también se consolidó como el héroe que salvó al mundo. Tiempo después ya como héroe profesional, Midoriya se casó con una hermosa mujer de cabellos azules que lo amaba más que a nada, y juntos tuvieron una hija.

Todo parecía marchar a la perfección para el joven pecoso. Sin embargo, aquel día marcó un cambio drástico en su vida. A pesar de toda la felicidad que había encontrado, la crueldad de la vida también estaba por hacerse presente.

En un apartamento en algún lugar de Japón, donde antaño resonaron risas y felicidad, ahora se encontraba Izuku Midoriya, sentado solo en su sillón, contemplativo y con el corazón pesado.

-¿Cómo hemos llegado hasta aquí? -murmuró para sí mismo, sus ojos brillando con lágrimas mientras los recuerdos del pasado lo asaltaban.

Aún recuerdo ese día, el día en el que mi vida cambió para siempre. Estaba apresurado, intentaba cambiarme a toda velocidad. No lo había olvidado, simplemente se me hizo tarde. Jamás olvidaría algo tan importante como la boda de dos buenos amigos de la UA, Kyoka Jirou y Tenki Kaminari.

-Que gusto que hayas podido llegar a tiempo, amigo -Me Dijo Kaminari mientras me abrazaba - El asunto de ser el número uno debe tenerte muy ocupado.

-No me lo hubiera perdido por nada del mundo- respondí sonriendo.

-Lo se, lo sé, ahora por favor disfrute la fiesta- Exclamó Kaminari con entusiasmo mientras se retiraba.

No importa a dónde mirara, en aquel lugar en todas las direcciones cercanas, se encontraban personas que apreciaba, y con las cuáles había convivido por mucho tiempo.

Antes de que pudiera acercarme a hablar con los chicos, como si de un déjà vu se tratase, no me percaté de un pequeño obstáculo en el camino y tropecé torpemente. Sin embargo, justo cuando me preparaba para las risas de la gente, alguien me salvó. Esta vez no fue Uraraka como en aquella ocasión, sino alguien diferente.

[...]