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Mis ojos miraban alrededor de las calles de Londres, a medida que avanzaba aparecían más personas por la calle como turistas y gente local de Londres apresurados para llegar a su destino.

Dentro de mi cabeza aparecía una imagen de un dispositivo GPS que te decía donde te encontrabas parado exactamente pero no tenía la forma para conseguir tal tecnología siendo huérfano así que me encontraba con un maldito mapa en manos.

Hubiera preferido utilizar los medios mágicos para llegar más fácilmente pero eso llamaría un poco la atención de por sí no debería de haber un niño caminando solo por las calles.

La gente pasa al lado mio echando miradas de reojo mientras camino, pero nadie me decia nada. Es como si estuviera en un mundo completamente diferente, rodeado de gente pero sin poder comunicarme con ellos para pedir ayuda, por muy obvias razones son muggles y no pueden ver los lugares mágicos alrededor de londres.

Dejo salir un respiro profundo mas vale que estuviera en lo correcto y que este en la calle Charing Cross Road porque no tenía más dinero para regresar y mi unica opción para conseguir es aparentar ser un niño pobre de la calle, diría que huérfano también pero ya lo soy pero o sorpresa también soy pobre.

Finalmente, después de lo que parecia ser una eternidad, se puede divisar un pequeño callejón entre dos edificios.

Sonrió al notar cierto edificio negro y el menos llamativo de todo el lugar, entonces me dirijo rápidamente hacia el lugar y me detengo en el letrero enfrente suyo.

Es un letrero pequeño que muestra un caldero viejo y oxidado, goteando cerveza en un vaso debajo. A simple vista, parece un establecimiento normal y corriente, sin nada que sobresalga del resto de los locales.

El lugar no era para nada atractivo para la gente así que solo pasaban al lado del lugar como si no existiera.

Voltee hacia atrás unos segundos mirando a las personas pasar, escuchar el ruido de los carros y de la gente para posteriormente darme la vuelta y entrar al lugar cerrando la puerta detras mío.

La puerta hace un ruido fuerte al cerrarse y entro en una habitación pequeña con varias personas hablando las cuales no se han percatado de mi presencia en el lugar.

Las paredes están forradas de madera oscura, y en el suelo hay una gruesa alfombra roja que amortigua tus pasos. Las paredes tienen velas, que proyectan una suave luz dorada sobre la habitación oscura.

Delante mío se extiende el bar, el cuál es atendido por un viejo y amigable camarero de aspecto cansado.

Las conversaciones y las risas de los clientes llenan el lugar, y hay un agradable aroma a guisos y asados flotando en el aire.

Dejando de lado los ridículos sombreros que porta la mayoría de magos mayores, me acerco al Sr. Tom si no me equivoco.

-Pequeño mago, ¿En qué te puedo ayudar?- hablo el Sr Tom mirando hacia abajo para verme-¿Quieres llegar al Callejón Diagon?-

- Si señor, necesito un poco de ayuda- respondí sonriendo.

El Sr. Tom me observa por un momento antes de asentir para llevarme a una habitación donde se encontraba una pared de ladrillos que aparentaba ser normal.

El Sr. Tom saca su varita y la mueve en un gesto complicado tres arriba y dos al costado entonces la pared empieza a vibrar levemente ante mis ojos.

Entro al callejon y volteo hacia atrás mirando como se cierra lentamente, eso había sido relativamente demasiado facil no es que me importa mucho pero los magos deberían detener precauciónes para personas como yo, quiero decir no me interrogó para nada o talvez porque me miro como un niño piensa que no puedo hacer caos que claramente es verdad pero por el momento claro.

Austin BlakesleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora