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Acepte tener una cita con Edward, seria importante, si va bien dejare que nos conozcamos un poco mas, pero si no puedo olvidar todo lo horrible que paso, a volar palomino, y me tendrá que dejar en paz.

En un rincón tranquilo del restaurante, bajo la suave luz de las velas, Edward y Emiliano se encontraron mirándose intensamente. Demás parejas rodeaban su mesa. El aire estaba impregnado de un aroma a humo, vino y tal vez algún delicioso platillo, y el sonido de las teclas del piano creaba una sinfonía íntima.

Edward, con su cabello oscuro y ojos dorados, miró a Emiliano con una mezcla de curiosidad y timidez. Emiliano, con una sonrisa tímida, sostuvo un menú entre sus manos. Sus dedos se rozaron cuando por accidente intentaba tomar la misma copa, el tiempo pareció detenerse.

Qué estás leyendo?

Su voz baja y ronca acariciaba dulcemente sus oídos, tal cual fuera el mas suave terciopelo.

Emiliano miraba al rededor suyo, huyendo de lo que la intensa mirada de don psycho le provocaba, observo las paredes del restaurante revelando un extrañamente y bello poema.

Es un soneto de Neruda, el poema un la pared de por allí. Me encanta cómo las palabras pueden capturar la esencia de un sentimiento.

Edward asintió, sus ojos brillando dulcemente al mirar a Emi.

Yo prefiero los clásicos. Las novelas de Austen, los versos de Keats. Son como ventanas al pasado, ¿no crees?

Sonrió

Sí, como si pudiéramos viajar en el tiempo a través de las páginas, es una maravilla.

Se sumergieron en la conversación, compartiendo sus autores favoritos, sus sueños y anhelos. Hablaron de la luna y las estrellas, de su sueños la noche anterior, o de la navidad mas memorable, de los sentimientos que guardaban en sus corazones. Las risas surgían con facilidad, se estaban dando una gran oportunidad.

Cuando llega la noche, ya iban de camino al auto, Edward se inclinó hacia Emi tomando esta como si fuera su única oportunidad, su aliento cálido rozando su mejilla.

Puedo besarte?

Emiliano asintió, ansiaba mas que nada que el lo hiciera, sus labios se encontraron en un beso dulce y tembloroso. Fue como si el mundo entero desapareciera, dejando solo a ellos dos disfrutar en ese momento.

Después, se separaron con timidez, mirándose intensamente, sabiendo que deseaban mas el uno del otro, pero Emilio se obligo a si mismo a recuperar la compostura, dijo que se conocerían, no que con unas miraditas y sonrisitas le abriría las piernitas. Hablaron entre tanto de la vida de ambos, de la eternidad y la fugacidad de la vida humana. Encontrando en su conversación un refugio contra el mundo exterior.

Era ya tarde, muy tarde por la noche, Edward y Emi caminaban con tranquilidad y algo de lentitud, sin querer terminar su cita al tener que separarse, la habían pasado de verdad muy bien. El aire fresco de la noche acariciaba sus rostros mientras caminaban por la acera en dirección a sus autos.

Edward tomó la mano de Emiliano, entrelazando sus dedos con ternura. 

Sabes? Las noches como esta me recuerdan a los siglos que he vivido.

Emiliano asintió, mirando al cielo estrellado. 

Es tan surreal el hecho de que seas un ser inmortal que ha vivido mas que la mayoría de los que lo rodean, muchísimo mas que yo por lo menos. Tantos momentos que debes atesorar, tantas risas y lágrimas, tantas personas.

Se detuvieron junto a un banco de piedra, y Edward atrajo a Emiliano hacia sí para que tomara asiento a su lado. La luz de la luna pintaba su piel pálida con tonos plateados mientras pensaba en esas palabras.

Sabes, cuando nos besamos, sentí que eres tu y nadie mas la persona a la que he esperado por lo que fue tanto tiempo y no tengo las fuerzas para tratar de alejarme de ti.

 Su voz apenas un susurro. Emilio sonrió ante tan bella confesión, no sabia si el que Edward vivió en otra época fuera la razón de tan hermosa manera de expresarse, pero le encantaba que lo hiciera.

Emiliano sonrió, sus ojos brillando.

Edward acarició la mejilla de Emiliano. 

Soy un alma en pena, que ha sido cruel sin realmente quererlo, pero si quiero hacerte feliz por el tiempo que estemos juntos. Te pido, Emiliano, me des la oportunidad de redimirme, demostrarte dia con dia que este intenso amor que tengo por ti no solo no se extinguirá nunca, si no que también crecerá, mas y mas.

Así, bajo la luna, Edward le prometió amor eterno a Emi, mientras las estrellas brillaban como testigos silenciosos de su historia. Tal cual cuento de hadas, justo como al pequeño corazoncito de mazapán de Emi soñaba, añoraba tener a alguien, alguien que lo cuidara cual cristal preciado y lo amara casi como una obsesión, lo que deseaba desde siempre, que no vieran a Emilio el independiente niño genio, si no a Emi.

Pero, aun asi son palabras soñadoras, el vampirito tendrá que esforzarse de aquí, para siempre.


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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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