Steve Rogers

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Viernes, nueve de la noche.

La semana más pesada que he tenido en mucho tiempo, trabajar en misiones diarias cada dia me habia dejado destrozada.

No debería estar arreglándome, yo podría estar calentita bajo las sabanas de mi cama pero no pude negarme cuando Nat y Wanda tocaron a mi puerta con un vestido en mano preparadas para arrastrarme con ellas a la fiesta que había organizado Tony.

Terminaron de ayudarme con mi cabello y fueron en busca de sus vestidos para juntarnos en el lobby del hotel y salir juntas.

No había planeado salir con Steve, ni siquiera nos habíamos visto estos últimos días.

No estaba molesta por ese hecho, cuando ambos estamos estresados nos alejamos del otro para no dañarnos o incluso solo pasamos tiempo juntos sin hablar.

Pero ya lo comenzaba a extrañar, su sonrisa, sus brazos... Su voz.

Suspiré triste y camine al baño a poner mi vestido de un azul satín hermoso de espalda descubierta.

Una vez ajustado y casi terminado mi maquillaje di una vuelta frente al gran espejo del baño notando un moretón en el borde de la costura que caía por mi cadera.

Tome un poco de maquillaje para cubrirlo y una vez ya no era tan notorio corrí rápido al espejo de mi habitación que tenía mejor lus.

Escuché unos zapatos detrás de mi junto con la puerta cerrarse.

Estaba ahí.

Steve vestía una camisa de celeste claro con un terno negro y una pañuelo colo azul del mismo tono de mi vestido.

Probablemente las chicas organizaron ésto.

Su sonrisa cansada me contagio y regrese al espejo para inclinarme hacia adelante, fue un poco tarde cuando me di cuenta que estaba en una posición ligeramente comprometedora y reveladora.

Al aplicar la máscara de pestañas note como él cerraba los ojos y suspiraba con intensidad, su negación y sonrisa ladina me pillaron desprevenida observándolo embobada.

—Luces hermosa.
Saco una de sus manos de los bolsillos de su pantalón y la dejo descansar en su costado, como si estubiera analizando la situación.

—Gracias, cariño.
Murmuró concentrada en terminar con mis pestañas cuando siento una mano deslizarse por mi espalda lentamente lo que provoca un escalofrío.

Guardo el cepillo de pestañas en su envase y lo miro a través del espejo justo detrás de mi.

Vernos en tal posición... Sus ojos cada vez más oscuros, su rostro tranquilo, sus perezosas caricias en mis caderas encendiendo la piel que tocaba...

Dios sabe que es así como caí a sus pies.

No creía que pudiera haber más cercanía entre nosotros cuando su cuerpo presiona el mío justo desde mi trasero y me obliga a quedar completamente atrapada entre él y el tocador.

Los dos soltamos un suspiro profundo cuando sentimos aquella presión en la sona baja, no suelta mis caderas pero no las aprieta demasiado para lastimarme.

—cariño...
Trato de terminar mi oración al incorporarme por completo pero su pecho me detuvo cuando me gire y su sonrisa juguetona tiro de sus labios.

—se ve muy guapo está noche señor Rogers.

Jugué.

A él le encantó.

A mí me prendió como una hoguera.

Beso delicadamente mis labios para no arruinar el labia recién puesto y eso me hizo sonreír con él.

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