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Dazai suspiro al ver los rayos del sol entera por la ventana de su cabaña. Sus ojeras eran poco notorias, pero aún así un ligero ceño fruncido se nota en su rostro. El humano se giro un poco para mirar al ángel quien está tranquilamente durmiendo en su cama con sus alas ocupando todo el espacio. Mientras que él está en la silla en una posición incómoda fue por qué no pudo dormir en toda la noche.
— "Ah...nadie me mandó acoger a un ángel que tiene más cabeza que cerebro." — murmuró con un atisbo de molestia en su voz. Se puso de pie, extendió sus brazos hacia arriba haciendo que sus huesos truenen un poco — "Bien, hoy es día de ir al pueblo...Que horror"
En ese momento el ángel se despertó y se puso de pie al instante, sonrió un poco con emoción — "¡¿Vamos a ir a pueblo?!" — Chuuya se acercó al humano, lo suficiente como para que pueda sentir su respiración en su rostro.
Dazai puso los ojos en blanco, puso su mano sobre el pecho del ángel y lo alejó — "No. Dije que yo voy a ir, tú no. Apenas te vea un cazador va a querer cortarte el cuello." — el humano se puso de pie y agarro su abrigo que está a espaldas de la silla. Se colocó su abrigó.
Chuuya suspiro algo decepcionado — "Nunca he visto un pueblo humano, siempre he querido saber cómo es."
— "Horrible." — Dazai estaba a punto de ceder al ver la expresión de tristeza en el rostro del ángel joven — "No. Además, tus alas no van a pasar desapercibidas, llamaras la atención y cosas malas van a pasar."
El pelirrojo estuvo pensando una forma de hacer que el huanbo acepté — Eh...¡Yo soy un ángel muy poderoso y... tú eres un humano débil, debes de hacerme caso o si no....
Dazai puso los ojos en blanco nuevamente — "Ni tú mismo te crees eso."
El ángel solo puso sentir sus mejillas calientes ante la vergüenza por las palabras del contrario. Osamu suspiro — "Te traeré algunas manzanas dulces. No salgas de aquí." — después de eso el humano tomo una cesta y salió de la cabaña.
Cuando el humano se fue, Chuuya se sintió solo. Empezó a pensar en como puede ir a ese pueblo humano sin llamar tanto la atención, sus ojos azules captaron la pila de ropa limpia y ya doblada sobre la mesita a los pies de la cama. Al instante se acercó y empezó a buscar que tipo de ropa le quedaría.
Realmente no lo ve necesario, pero recordó la ropa que usa el humano, que va de una camisa, unos pantalones y una gabardina. Mientras que él solo una una túnica blanca que cubre todo su cuerpo, ni siquiera usa zapatos. En ese momento de autocrítica encontró algo perfecto, según él.
Tomo las prendas de ropa en sus manos, las dejo sobre la cama. Y con cuidado empezó a quitarse su túnica blanca la dejo caer al piso. Se colocó los pantalones, agarro la camisa y trató de ponérsela pero no podía por sus alas. Él suspiro frustrado.
