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Jungkook

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Jungkook.

Después de desayunar, todo el mundo se dirige más o menos a la playa para pasar el día. La radio empieza a poner una música terrible, las latas de cerveza ya se están abriendo. Hablo con algunos de mis parientes más lejanos, tratando de restablecerme como miembro de la familia, pero por mi maldita vida, no puedo quitarle los ojos de encima a Yoongi.

No me ha mirado ni una vez desde nuestro encuentro en el desayuno. Es como si se hubiera lavado las manos de mí. Se ha ido.

Eso es lo que le pedí que hiciera, ¿no? No me di cuenta de que el resultado me causaría un dolor físico real. Toda mi vida, me he mantenido alejado de las relaciones serias, por miedo a que se vuelvan demasiado pegajosas y esperen demasiado tiempo que ya he dedicado al trabajo.

¿Pero Yoongi? Que Dios me ayude, quiero que esté a mi lado ahora mismo, acurrucado a mi lado. Sin dejarme nunca. Quiero tener su mano en todo momento. Quiero tener la libertad de arrastrarlo a mi habitación para un agradable polvo vespertino que lo deje desmayado en mis brazos.

Quiero ser su hombre. Su protector. Su papi.

Y Jesús, quiero tanto ese coño que estoy perdiendo la cabeza por no saber cómo se siente estar dentro de el. Tomó el asunto en sus propias manos esta mañana y todavía no me he recuperado. Nunca recuperaré mi concentración al escuchar ese suave gemido a través de la puerta, sabiendo que el paraíso está a un golpe de distancia y siendo demasiado terco para aceptarlo. Ahora mismo lo lamento mucho.

Ahí es cuando se desnuda y se baja los pantalones cortos.

Hijo de puta.

Pensaba que antes me arrepentía, pero no es nada comparado con el maremoto de remordimientos que me golpea ahora. Sus pantalones cortos escondían un tanga de corte alto, un lazo rosa en la parte baja de su espalda que hace que mi testosterona se dispare. Su culo es liso y alto con una buena cantidad de meneo. Me gustaría aplastarlo contra el colchón de mi cama de hotel mientras el gime y me araña la espalda. Nadie me ha afectado de manera notable, pero este universitario, el mejor amigo de mi nieta, me hace gotear en mis pantalones.

Podrías ser su papi.

Él te ofreció el privilegio.

Me distraigo cuando oigo una conversación entre tres primos de Wand a mi derecha. —Muy bien, amigos míos, ¿qué afortunado está golpeando eso?

—Mi polla es muy consciente de que no soy yo. Sin embargo, alguien tiene que estar golpeándolo. De lo contrario, la vida es simplemente cruel. Ese es un cuerpo hecho para que los hombres lo disfruten.

—No lo sé, hombre. He oído un rumor de que es un buen chico, si sabes lo que quiero decir.

—Vete a la mierda. ¿Un virgen?— Un largo gemido me pone los dientes de punta. —Eso es, voy a entrar a matar. Nunca he follado a un virgen. Me muero por saber lo apretado que está.

—Que te den, me lo pido.

—Yo también. —Dice el tercer primo.

Voy a asesinar a los tres y a enterrarlos en esta playa. Estoy a segundos de explicarles a estos parientes míos que no podrían satisfacer las necesidades de Yoongi para salvar sus vidas. Que se arrepentirían de haberse acercado a menos de treinta metros de el. Que si se atreven a respirar en su dirección, les romperé sus enclenques torsos como si fueran ramitas. Pero el primo tercero sigue adelante, hablando emocionado con la genialidad de su idea.

— ¿Qué tal esto? Concurso de natación. — Mira hacia el agua, con la mano protegiendo sus ojos del sol. —El que toque la boya y llegue a la orilla primero podrá hacer su tiro, sin competencia de los otros dos.

—Hecho.

—Los voy a fumar a los dos.

—Me voy a fumar a los tres. — me oigo decir, ya quitándome la camiseta y sacándome las chanclas. —Y antes de que les dé una paliza a todos, aquí tienen una buena lección para ustedes tres, idiotas. No se elige a una persona sin más. Tiene que elegirte a ti también.

Todos se ponen rojos y balbucean sus disculpas, pero sospecho que solo lamentan que yo haya estado al alcance de su babosa conversación.

Arrojo mi camiseta. — ¿Estamos compitiendo o no?

Los jóvenes intercambian miradas. —¿Eso significa que... estás compitiendo por el?

No tengo que competir. El ya me eligió.

En toda mi carrera militar, creo que nunca he experimentado una sensación de logro tan grande. Yoongi. ¿Es el lo mejor que me ha pasado?

Maldita sea, lo podría ser. Sí.

—No compito por chicos. — Mi corazón late en mis oídos. —Como dije, el tiene que elegirte. Solo lo estoy salvando de tener que escuchar tu débil juego. Vamos.

A pesar de que claramente intimido a estas mierdas, están visiblemente escépticos de que pueda ganarles en una competición de natación, siendo yo cuarenta años mayor que ellos. Se quitan las camisetas y se unen a mí en la orilla del agua. Una rápida mirada me dice que Yoongi nos observa con curiosidad y de repente me desespero por arrancarle ese escandaloso bañador rosa.

Estos chicos no tienen ninguna esperanza de ganar.

No cuando el me espera al otro lado.

A menos que ya haya perdido mi oportunidad. Su expresión no delata mi destino y eso solo me motiva a volver a la orilla más rápido y disculparme.

Lo siento, angelito, intento comunicarme con mis ojos.

Sus labios se separan ligeramente y asiente sutilmente.

He terminado de luchar contra mi necesidad de Yoongi. El me ha elegido y tengo el maldito sentido común de coger la bendición con las dos manos. Malditas sean las consecuencias.

Él no va a llegar a la hora del almuerzo con su cereza.

ther

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ther.

𝗠𝗜𝗟𝗜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora