°☆|sᴜᴄᴇsᴏʀ|☆•

Capítulo 4

Soltó un quejido de dolor mientras se contraria en el suelo sujetando su estómago, aquel golpe había sido inesperado.

—¿Acaso te crees lo suficientemente inteligente como para salir de la sede de la port mafia sin que me entere?

Cuestiono mientras acomodaba su ropa tras dar el golpe que derribó a su sucesor.

Dazai no sabía como pero Mori se había enterado de sus escapadas para ir a Lupin, para su suerte no lo había encontrado junto a Odasaku o Ango sino que al estar un poco enfermo no había llegado lejos luego de lograr bajar de su ventana a la calle siendole así fácil a unos agentes atraparlo y llevarlo ante su jefe.

—Dime, ¿acaso ibas a buscar a otro y acostarte con él? Sabía que eras una zorra, pero esto… ja, si que estás desesperado por tener algo dentro, ¿verdad?

Dijo con una sonrisa antes de agacharse frente a Dazai quien levantó la cabeza para ver lo que su jefe tramaba, lamentablemente fue recibido con un golpe en la cara que logró hacer sangrar a su nariz.

Al menor ahogo otro quejido mientras cubría su nariz dejando nuevamente su estomago sin cuidado dando oportunidad a que Mori lo pateara.

—¿Creíste que no note que volviste a tomar las pastillas? Te recuerdo que te prohibi tomarlas. Si eres capaz de tener un hijo mejor que sea el mio, ¿no? ¡Ja! ¿Acaso pensaste que podrías ocultarme algo como esto?

Se mofo mientras comenzaba a reírse del menor y de su mala suerte, aunque su risa no duró demasiado antes de volver a su cara sería; jalo una silla cercana y se sento observando a Dazai en silencio mientras pensaba en su castigo.

—¿Deberías follar te mientras esos mocosos miran? ¿Eso sería suficiente castigo para ti, Dazai?

Comentó fríamente haciendo a Dazai sobre saltarse. No le importo el dolor cuando se comenzó a levantar, logrando apesar del dolor ponerse de rodillas ante Mori.

—¡No! Eso no, ¡No, por favor!

Pidió suplicante, sabía perfectamente que su jefe sería capaz de eso y más con tal de molestarlo, pero no lo haría por que aún no se había aburrido de jugar con él, además, nada le aseguraba salir vivo si había eso.

—¿No te es graciosos eso, Dazai? Quien diría que el demonio prodigio seria una perra que ruega que no descubran lo vulgar y fácil que es.

Se volví o a burlar mientras sostenía su mentón, no se le ocurría nada lo suficientememte cruel para usar de castigo con el menor, pensó en follar lo pero aquello ya debía de ser costumbre para el menor, no lo lastimaria lo suficiente. Entonces se le ocurrió algo.

—Dime, ¿Dazai, alguna vez tuviste dos penes dentro?

❂✿❂

Dolor era poco en comparacion a lo que sentía con respecto a su situación.
Nunca se habia sentía tan humillado como se sentía ahora.

—¡Ah~! ¡Paren, d-duele demasiado~!

Rogó mientras sentía como dos miembros entraban por la fuerza en su cavidad. Sollozo mientras sentía sus paredes desgarrarse con cada embestida que llenaba su interior.

Mori sonrio ampliamente mientras movia su mano dándose placer mientras observaba a dos de sus agentes follarse a su sucesor. La expresión dolorosa de Dazai, el como lloraba mientras suplicaba que pararan era entretenido y exigente desde su punto de vista. Nunca había pensado que disfrutaría tanto del dolor de Dazai.

—Sean más rudos con él, hagan que recuerde por qué nunca debe de desobedecer las órdenes de su líder.

Ordenó mientras seguía complaciendose, en cambio los dos agentes se miraron entre sí antes de comenzar a embestir al mismo tiempo sincronizando sus movimientos hasta el punto de llegar a golpear juntos la próstata del menor que grito en una mezcla de placer y dolor.

Uno de los agentes sonrio burlon ante ello, nunca se le había pasado por la mente que su jefe y el menor tenían ese tipo de relación, pero no se quejaba, de algún lado debía de salir el extraño favoritismo que Mori siempre mostraba por él.

—El demonio prodigio resultó ser una puta que disfruta que le den por el culo, quien lo diría.

Se burlo haciendo a su compañero reír, ambos se habían encargado de marcar el cuerpo del menor a tan punto de dejarle hematomas que tardarían semanas en sanar. Siguieron embistiendo un largo momento antes de finalmente acabar en el interior del menor que sollozo ante ello.

—Continúen.

Ordenó el jefe haciendo a ambos agentes cambiar Dazai de posición antes de volver a embestir contra su trasero.

❂✿❂

No sabía exactamente cuándo terminaron por que perdió la conciencia en algún punto del acto, pero no pudo evitar sorprenderse de lo que vio al despertar.

Estaba hechado en el suelo cerca a dos cuerpos inertes que se encontraban a su lado, pudo reconocerlos, eran aquellos que hace unos momentos le habían estado proporcionando su castigo.

Un tanto confundido busco con la mirada a su jefe que se encontraba tras su escritorio trabajando, él pareció notar que había despertado y comenzó a hablar.

—No le di permiso para terminar dentro; toma un par de pastillas y vete a tu habitación.

Ordenó, Dazai aún adolorido se levanto para tomar su ropa que anteriormente se ha ai quitado para recibir su castigo, se apresuró en cambiarse y salir de la habitación tras acomodar su cabello.

Corrio lo suficientemente rápido como para llegar a su habitación y encerrarse.

Ya finalmente en la seguridad de su habitación pudo llorar.

Allí apoyado contra la puerta cubrió su rostro ocultando su propia debilidad mientras rompía en llanto.

¿Qué clase de castigo era ese?

Se cuestiono a sí mismo mientras lloraba, se sentía mal. No. Quería morir.

Por un momento contemplo la idea de abrir la ventana y lanzarse, estaba lo suficientemente alto como para morir o al menos quedar al borde de la muerte pero se mantuvo quieto temiendo por la seguridad de sus amigos.

En cambio se apresuró a sacar un par de pastillas de su chaqueta y buscar por su cuerto alguna botella de agua con que tomarlas.

Lucía desesperado, asqueado y sobre todo perdido.

Tiro la mayoría de sus cosas al suelo mientras buscaba pero lo logró, abajo de su cama se encontraba una de las pocas botellas de agua que habia ocultado con antelación para tomar sus pastillas.

Con su cuerpo aun temblando de apresuró a tomar las pastillas antes de finalmente dejarse caer sobre el suelo de su habitación.