capítulo 3

344 22 2
                                    

La biblioteca era inmensa, repleta de libros. Yo me senté en una escalera que conducía a un piso superior, aparentemente vacío. Lina, sin embargo, se acomodó en el mismo peldaño donde yo estaba sentada pero descendiendo hacia abajo.

— Dime, ¿sabes quiénes son ellos? — preguntó ella, su voz apenas era un susurro en el silencio de la enorme biblioteca.

— No, no los conozco. Apenas es mi primer día y ya quieres que conozca a todos — respondí, mi voz era apenas un susurro.

— Ellos son los hermanos... — comenzó a explicar, pero no la dejé terminar.

— Estúpidos eso son, ah y la verdad Alex nunca me habló de que tenía un hermano —  murmuré, sin apartar la vista del libro que tenía en mis manos.

— Incorrecto, que tenía siete hermanos — me corrigió, sus ojos fijos en los míos. Por un momento, dejé de lado mi lectura y la miré a ella.

— ¡Siete hermanos! —repetí, la sorpresa se reflejaba en mi voz.

— Sí, y también te oculté que Alex estaba estudiando aquí. Cuando me mudé y entré a la universidad, lo vi a él y me enteré de que tenía hermanos — explicó nerviosas con sus ojos fijos en los míos.

— No te lo dije, porque tú misma dijiste "No quiero saber nada de Alex" — añadió, su voz suave pero firme.

Asentí.

— Me mintió, él me dijo que era hijo único — confesé, sacando el collar de un bolsillo de mi pantalón.

— Y si yo sé que te dije eso, pero porque no me dijiste antes que viniera para acá cuando te enteraste que me iba a mudar para acá? — preguntó, con voz llena de reproche.

Aunque admito que aunque me lo dijera me tendría que mudar aquí.

— ¿Y eso? — preguntó ella, mirando el collar con atención.

— Este collar me lo dio Alex cuando cumplí los 8 años. También me prometió que si un día se iba, volvería. Pero por lo que veo, nunca volvió — suspiré, la tristeza se apoderó de mi voz.

— Sofía, por eso todas las personas te estaban mirando en la cafetería. Ya que ese collar es de la familia Moretti, ese collar es de la abuela de ellos. Y me enteré que ese collar pasó de generación en generación en la familia Moretti, hasta que llegó a ellos. Y la abuela les dijo que le dieran el collar a la persona más especial en su vida, y Alex te lo dio. Y también parece que se pusieron de acuerdo sus hermanos — explicó, su voz ahora llena de comprensión.

— Si fuera especial no me haría lo que me hizo hace años — repliqué, mirándola con una ceja alzada.

— Ah, y como que se pusieron de acuerdo, no entiendo — añadí, mirándola con confusión.

— Ese collar es de él y sus hermanos, y ellos se tienen que poner de acuerdo para entregarle el collar a la persona más especial de su vida, y esa eres tú — explicó ella, su rostro iluminado por una sonrisa radiante.

— Estás loca, ¿verdad Lina? No conozco a sus hermanos, no los conocía. Él siempre me dijo que era hijo único. Pero ya no quiero que lo menciones — protesté, para luego suspirar otra vez, la frustración y la confusión se apoderaron de mí.

Habían transcurrido cinco horas. La verdad, me perdí todas las clases, igual que Lina. Nos la pasamos en la biblioteca leyendo todo el día. Ya eran las seis de la tarde, Lina se había ido porque su mamá la estaba llamando. Era hora de salir, así que me levanté de uno de los escalones de la escalera. Antes de bajar, eché un vistazo a la página en la que me había quedado, para luego bajar y cruzar la puerta. Me encaminé hacia mi casillero, con la mente aún llena de las historias que habíamos leído.

Ya estaba frente a mi casillero, recogiendo mis cosas para irme, cuando una risita me llegó desde un costado. Cerré el casillero de golpe y ahí estaba, el rubio de la mañana, mirándome con una sonrisa pícara.

— De qué te ríes? — le pregunté, mirándolo con curiosidad.

— Nada, por cierto me llamo Matt — respondió, con la sonrisa aún presente.

— Mucho gusto, yo soy Sofía aunque me imagino que ya lo sabés — respondí, para luego voltearme e iniciar el camino hacia la puerta de salida de la universidad. Él venía detrás de mí, como si no quisiera perderme de vista.

— Y dime, ¿desde cuándo conoces a Alex? —  preguntó con un tono curioso.

— Desde hace doce años, cuando yo tenía seis — respondí, sin detenerme. Me despedí con un gesto de la mano y continué mi camino hacia mi casa, dejando atrás al rubio de ojos verdes que me había llamado la atención.

Llegué a casa y entré en silencio. Papá estaba en el sillón, absorto en una revista, y mamá, en la cocina, preparando algo. Ninguno de los dos se había dado cuenta de mi llegada. Luci, por su parte, no se veía por ningún lado, seguramente estaba en su habitación. Mamá, sin embargo, finalmente levantó la vista y me vio.

— Cariño, ya llegaste. ¿Cómo te fue? — preguntó mamá, mirándome con cariño.

— Bien, mamá. Voy a mi cuarto — respondí, y subí las escaleras sin esperar respuesta. En mi habitación, dejé el bolso a un lado y me dejé caer en la cama, rendida por el cansancio y cai completamente dormida.

Me desperté a las siete y cuarenta de la noche. Había dormido solo una hora. Estaba en la sala, acomodada en el sofá junto a Luci, quien estaba absorta en un libro. De pronto, mi teléfono vibró con una notificación. Agarré el celular y vi que era un mensaje de Lina.

Chat con Lina

Lina

¿Vamos a una fiesta?
Tienes que ir es para los nuevos estudiantes
Responde
Te paso buscando a las 8 20
Ah y no voy aceptar un NO como respuesta
RESPONDE SOFÍA

Sofia

Ok Lina


Me levanté del sofá y me encaminé hacia mi habitación. Me quité la ropa y entré al baño para ducharme. Terminé de bañarme, salí del baño y me coloqué unas braguitas negras. Me puse un vestido negro corto, que me llegaba a los muslos. Tenía un escote que resaltaba mis pechos, mi trasero y mis caderas.  Completé el look con unos tacones negros con perlitas brillantes. Peiné mi cabello y lo dejé suelto. Me eché brillo en los labios y decidí ponerme el collar, que, por cierto, era de mariposa. La pulsera tenía iniciales, no sé de quién, pero me encanta, aunque lo odio y lo quiero a la vez. Cogí mi cartera, que tenía una correa, metí mi teléfono y otras cosas.

Yo estaba lista, sentada en un pequeño sofá, esperando a que Lina viniera a buscarme.

El timbre sonó y pensé que era Lina. Me levanté y fui a abrir la puerta. Y sí, era ella.

— Uy, y estás preciosa — dijo Lina con una sonrisa.

— Ah, y tú no te quedas atrás, estás hermosa — respondí, devolviéndole la sonrisa.

— Ya vamos — dijo, y me jaló para salir. Pero antes de que cruzáramos la puerta, se giró y gritó:

— Buenas noches, señora Laura — para que mamá la escuchara desde la cocina, donde estaba preparando algo.

— Igualmente, linda — respondió mamá, gritando desde la cocina.

Mi madre quiere a Lina como una hija mas, al igual que la madre de Lina que me quiere como su segunda hija.

La Mujer de los Moretti (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora