El descubrimiento

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Shanghái 1860

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Shanghái 1860.- A pesar de sus constantes cambios y la ocupación de varias colonias europeas; mezcladas con la cultura inigualable; China me encantaba; vivir aquí; mi origen inglés tal vez me hacia maravillarme del lugar constantemente; y querer explorar; que acaso nosotros siempre queríamos saber más e investigar el pasado; La zona del Bund, donde estaban las oficinas cerca del largo del río Huangpu, me inspiraban paz y que decir de la destacaba arquitectura; representada por sus majestuosos edificios bancarios y comerciales.

Pero mi favorito como buen inglés para tomar el té era el Cathay Hotel, un majestuoso edificio, que me permita las comodidades europeas; pero aparte conocer a muchas personas que se congregaban en la cuidad y eso me mantenía activo en la escasa vida social que tenía en Shanghái; desde hace dos años había llegado desde Londres por negocios familiares; sí bien no extrañaba el atasco de la cuidad y lo nublado todo el tiempo; si a mis amigos y una que otra chica que había pretendido que me mandaban cartas bastantes perfumadas y llenas de melaza literaria; hasta ahora ninguna chica asiática había llamado mi atención; ni alguna europea que viviera aquí; tal vez había perdido mi toque por el trabajo.

Pero si de tranquilidad hablábamos pasaba horas de relajación en El Jardín Yu (Yuyuan):, conocido por su belleza paisajística y arquitectura tradicional china. Este jardín era un oasis de calma y belleza en medio del bullicio de la ciudad y yo lo disfrutaba era mi lugar de inspiración; para escribir música una de mis grandes pasiones.

En una de esas tardes escondido entre los paisajes del Jardín; encontré una mujer bastante fascinante; hasta ahora ninguna chica había llamado mi atención; ataviada en un Qi Pao; que es traje típico chino; pude distinguir sus facciones europeas; qué curioso que vistiera así y sobre todo lo que más me llamaba la atención era su hermosa caballera espesa de cálidos colores castaños; y rulos interminables; cuando iba a seguir admirándola: porque realmente no podía quitarle los ojos de encima; como si de mi trance me sacaran escuche a lo lejos unas palabras; mis ojos no se querían apartar mi mirada de ella quería seguir descubriendo sus rasgos; era la primera vez que la veía; había un magnetismo; hacía mucho que nadie llamada mi atención así; es más ni siquiera en Londres; la voz fue contundente y me sacó de mi ensoñación

Eddy; que gusto verte; en lo que mi vista volteo a ver a mi viejo amigo ingles; la chica que llamo toda mi atención; desapareció y como si se tratara de un remolino que me empujaba lejos de aquella imagen en donde simplemente era un espectador;  desperté sudando frió.


Tenía días, despertando a la misma hora, las 3:15, de pequeño mi abuela me decía era la hora en que los espíritus tenían algo pendiente, rondaban el mundo de los vivos, como buen niño, esto me mantenía en estado de alerta cuando veía el reloj y coincidía esa hora, como adulto me molestaba sobremanera despertar y saber que algo me estaba rondando por la cabeza, llevaba semanas sin poder dormir bien y esa preocupación era por un tema me venía haciendo eco en mi cabeza desde hace tiempo y aparte esos malditos sueños; sin hilaridad; al menos ahora recordaba algo más concreto y se había develado ella; una chica que apenas pude apreciar; quien era y de donde la había visto; lleva semanas tratando de recordarla; mi mente racional sabía que los sueños se alimentaban de imágenes diarias que a veces eran imperceptibles la pregunta era; ¿dónde?, bien Eduardo una incógnita más a mi insomnio.

El hilo del destino. LaluceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora