Sentí cómo Lucero se tensó junto a mí, su mano vacilante intentando soltarse de la mía. En ese instante, apreté su mano con firmeza, queriendo transmitirle la seguridad que ambos necesitábamos. Sus ojos, que momentos antes reflejaban alegría y complicidad, ahora estaban llenos de dudas.
La confusión se apoderó de mí al ver a mi ex novia aquí, en un lugar que nunca compartí con ella. Jamás la traje al rancho; simplemente, nunca se dio. Ahora, su presencia inesperada rompía la calma del momento y despertaba preguntas que ni yo mismo podía responder. ¿Qué hacía aquí? ¿Qué quería después de meses? Sentí cómo la incertidumbre se colaba entre nosotros, amenazando con derrumbar la tranquilidad que habíamos construido.
Ella se adelantó con paso seguro, ignorando a Juan, el capataz del rancho, como si fuera invisible. Era difícil no notar su presencia; aunque de estatura promedio, rubia y con una elegancia que contrastaba fuertemente con la sencillez y autenticidad de Lucero.
Su cabello dorado, perfectamente peinado, brillaba bajo el sol, y su porte esbelto parecía diseñado para llamar la atención.
Sabía que Eduardo solía tener una debilidad por mujeres como ella, rubias y sofisticadas, pero Lucero era todo lo contrario: con unos rizos encantadores y aún con ese encanto de niña y con un encanto que no necesitaba adornos.
Sentí cómo Lucero me soltaba la mano y dejaba un espacio entre nosotros, un vacío que me incomodó de inmediato. Observé cómo mi ex novia se acercaba a Lucero con una sonrisa que pretendía ser amigable, pero que no podía ocultar del todo el rastro de ironía en su voz
Recordaba claramente algunas de las discusiones que habíamos tenido durante nuestro fugaz noviazgo, la mayoría de ellas girando en torno a mi amistad con Lucero. Una de las más intensas ocurrió después de una fiesta a la que asistimos los tres. La noche había comenzado bien, pero rápidamente se torció cuando mi ex novia notó cómo mis ojos se desviaban constantemente hacia Lucero, aunque intentaba disimularlo.
Lucero estaba radiante esa noche, con su sonrisa brillante y una energía que parecía llenar todo el salón. No podía evitar que mi atención se dirigiera hacia ella, lo que encendió una chispa en mi entonces novia. Después de unos tragos, la tensión entre nosotros se hizo evidente.
Al final de la fiesta, cuando nos subimos al coche para regresar a su casa, el ambiente era tenso. Apenas habíamos arrancado cuando ella explotó.
—No puedes negarlo, Eduardo, estás enamorado de esa niña —me dijo, su voz temblando entre la rabia y la tristeza. Sus palabras cortaron el aire como un cuchillo, y todo lo que pude hacer fue quedarme en silencio.
Ella esperaba una respuesta, una justificación, pero yo simplemente no podía darla. Mi silencio fue la confirmación que ella temía, y aunque intenté negar lo obvio, sabía que ya no había vuelta atrás. Era consciente de que en toda historia siempre hay un villano, y en la de ella, seguramente yo era el peor de los patanes. Me había comportado como un inmaduro, incapaz de afrontar mis propios sentimientos.
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El hilo del destino. Laluce
Fanfic¿Has sentido que conectas con alguien inmediatamente después de conocerla? Eduardo empieza a experimentar vívidas y perturbadoras visiones de lugares y personas que nunca ha conocido; a través de sus sueños: a medida que las visiones se intensific...